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Evidencia ha surgido recientemente demostrando que Martin Heidegger leyó a Evola. En un artículo titulado “Ein spirituelles Umsturzprogramm” (“Un Programa de Revolución Espiritual”), publicado en Frankfurter allgemeine Zeitung, el 30 de diciembre de 2015, Tomás Vasek comenta el importante documento descubierto.
Julius Evola, el filósofo cultural ultra-fascista italiano, fue leído con entusiasmo, no sólo por Gottfried Benn, sino también por Martin Heidegger como una nota no publicada demuestra.
La palabra clave de Heidegger es “raza”; debajo aparece, de forma manuscrita, la siguiente oración: ““Wenn eine Rasse die Berührung mit dem, was allein Beständigkeit hat und geben kann — mit der Welt des Seyns — verloren hat, dann sinken die von ihr gebildeten kollektiven Organismen, welches immer ihre Größe und Macht sei, schicksalhaft in die Welt der Zufälligkeit herab.” [Si una raza ha perdido contacto con aquello que ella misma tiene y puede dar resistencia – con el mundo del Ser- entonces los organismos colectivos formados a partir de ella, de cualquier tamaño y forma, decaen fatalmente hacia el mundo de la contingencia”]. La cita es tomada de forma exacta del libro Rebelión contra el Mundo Moderno, el cual fue publicado en alemán en 1935; sólo la forma de escribir Ser ha sido Heideggerianizada.
El autor de este trabajo fue el filósofo cultural y esoterista italiano Julius Evola (1898-1974) –un racista y antisemita que veía a las SS como una orden de elite, desarrolló una doctrina racial fascista, y escribió el prefacio a la edición italiana de Los Protocolos de los Sabios de Sion. Después de la guerra, los fascistas italianos lo adoraron. Al día de hoy es considerado una figura líder de la extrema derecha a lo largo de Europa. [. . .]
El — aún no publicado — extracto podría dar una nueva dirección a la vigente controversia sobre Heidegger. El nombre de Evola no aparece en los escritos publicados de Heidegger, y la academia Heideggeriana ha tomado poca nota sobre Evola. Incluso el filósofo italiano Donatella di Cesare no menciona a Evola en su libro Heidegger, the Jews, the Shoah (2015). Sin embargo, esta comparación textual sugiere que Heidegger no sólo leyó a Evola, como indica esta nota, sino que también fue influenciado por sus ideas a partir de mediados de la década del treinta, y de su crítica a la ciencia y la tecnología, su anti-humanismo y su rechazo al cristianismo, hasta su racismo “espiritual”. Si esta tesis es correcta, entonces quizás uno podría ver al Heidegger posterior como un radical fascista esotérico que había tenido la esperanza de que una elite espiritual pueda generar la reaparición de los dioses.
Por supuesto, esta nota sólo establece que Heidegger leyó uno de los libros de Evola, no que él los leyó “ansiosamente”. Tampoco indica qué pensaba Heidegger de Evola. Pero sin embargo es un descubrimiento importante. Podría llevar a ningún lado. (Podría ser la única referencia de Heidegger a Evola). O podría ser la punta de un iceberg. Y una conexión evoliana podría terminar tirando mucha luz sobre los intereses y asociaciones de Heidegger. No importa cuál sea el resultado, el descubrimiento de Vasek es el principio de un proyecto de investigación académico importante. ¿Hay otras referencias a Evola en los papeles de Heidegger? ¿Marcó anotaciones en los libros de Evola? ¿Tuvieron un encuentro personal o intercambio epistolar? (Ambos pensadores visitaron el país del otro).
Hace mucho que me pregunto si pensadores de la derecha más populares como Heidegger y Carl Schmitt eran conscientes de la Escuela Tradicionalista de Evola y René Guénon. Esta sospecha estaba basada menos en doctrinas comunes que en preocupaciones compartidas. La preocupación de un filósofo es, en efecto, las preguntas que trata responder; su doctrina es el intento de responderlas. Heidegger y Schmitt compartían su política de derecha y su ojo crítico sobre la modernidad con Evola y Guénon. Eso sólo es razón suficiente para leerlo, incluso si llegaban a conclusiones diferentes. Entonces estuve satisfecho al aprender del Diario de Portugal de Mircea Eliade que Schmitt dijo, “el hombre vivo más interesante hoy en día es René Guénon”, y Eliade estuvo de acuerdo, aunque su convicción algunas veces flaqueaba. (Eliade también conoció a Evola, tuvo correspondencias con él, y leyó sus trabajos.) Y ahora tenemos evidencia positiva que Heidegger leía a Evola.
Soy algo escéptico, sin embargo, de la afirmación de Vasek de que Heidegger fue influenciado por Evola desde mediados de 1930, específicamente en asuntos tales como ciencia, tecnología, antihumanismo, rechazo del cristianismo, la raza y el antisemitismo. Por un lado, Heidegger había rechazo al cristianismo mucho antes de 1930. Espero con ansiedad las “comparaciones textuales” de Vasek, pero mi miedo es que sean superficiales. Puesto que, aunque ambos autores compartían una visión de derecha y creían que la modernidad tecnológica era la culminación de un largo proceso de declive yendo hacia la antigüedad, sus premisas filosóficas son muy diferentes.
El “mundo del Ser” de Evola es esencialmente el reino platónico del reino eterno de la verdad inteligible que se para en oposición al “mundo de la contingencia”, que es inteligible sólo en relación a que refleja el mundo del Ser. Mientras que para Heidegger el concepto de “Ser” (Seyn, una forma germana arcaica de Sein), se refiere a su concepto de “Ereignis”, que es una contingencia no inteligible que establece diferentes reinos de interpretación del hombre y el mundo.
Evola creía que la trayectoria descendente histórica hacia la modernidad tecnológica y la decadencia cultural era una caída desde el mundo del Ser al mundo de la contingencia. Para Heidegger, sin embargo, tal perspectiva evoliana esencialmente platónica es parte del declive mismo, efectivamente como muy cercano al comienzo de su principio.
Para Heidegger, la destilación platónica del Ser como inteligibilidad pura y el intelecto como la capacidad de intuir lo inteligible es falso porque es una abstracción que pasa por alto la unidad más fundamental, la mutua pertenencia histórica del hombre y los mundos significativos. Para Heidegger, estamos demasiado cerca de las cosas y de nosotros mismos, demasiado involucrados en ellas, para entenderlas o controlarlas plenamente. Él creía que la metafísica plantea tanto al Ser inteligible como al intelecto auto-transparente en búsqueda de dominio. Así la voluntad de poder que viene como fruto en una civilización tecnológica global está presente al principio mismo de la tradición filosófica.
Heidegger afirma que pasamos por alto esta unidad fundamental porque, en efecto, se oculta a sí misma. Es un evento histórico que no puede existir por fuera del hombre y sin embargo no puede ser controlada por el. El auto-ocultamiento del Ser (Seyn) crea la metafísica. Y la metafísica inaugura el curso descendente de la historia culminando en el nihilismo tecnológico. Contra Evola, el principio del declive no es la caída de la metafísica, sino la caída hacia la metafísica.
En términos del tópico de la nota no publicada de Heidegger, es decir, la que comprende la cuestión de raza, la objeción de Evola al racismo biológico es que es insuficientemente metafísico, pasar por alto las “razas del alma” y las “razas del espíritu”. Sin embargo, Heidegger tenía una objeción muy diferente a la raza biológica.
A lo largo de su carrera filosófica, Heidegger peleó contra conceptos falsos respecto a la naturaleza humana. El denominador común de estos conceptos falsos es que ellos son universales. En la tradición metafísica, la esencia del hombre es lo que todos los hombres tienen en común. Lo que la razón nos dice es que lo que todos tenemos en común es la razón. El hombre es un animal racional.
El animal racional no es, sin embargo, un animal nacional. Porque la razón es una, la humanidad es una, así que la comunidad humana debería ser una también. Entonces los apegos más particulares son ilegítimos. Si el hombre es un animal racional, y la razón comprende lo universal, entonces la razón es en efecto una “visión desde la nada”, que nos puede llevar a cualquier lado. La visión desde la nada nos hace ciudadanos de todos lados. El animal racional es un ciudadano del mundo; el cosmos es nuestra polis; tenemos alas no raíces.
La palabra de Heidegger para la naturaleza humana, sin embargo, es Dasein, que quiere decir “ser ahí”. Dasein no es una visión desde la nada, sino una visión desde algún lugar. La visión del mundo del Dasein es particular, no universal. Está particularizada por el tiempo y el espacio, y particularizada por el lenguaje y la cultura, lo que comparte con otros Dasein es su comunidad –pero no con toda la humanidad. Heidegger es un filósofo distintivo de las identidades, de lo concreto, lo local, y de la pertenencia, lo cual es una relación mutua: pertenecemos a nuestro mundo, y nuestro mundo nos pertenece. (El nombre de esta mutua pertenencia concreta es Ereignis).
El concepto de Dasein es inherentemente político. No somos el animal racional sino el animal nacional, y la nación es definida por lo que tenemos en común, la historia, el lenguaje, la cultura, y el destino. La política del Dasein es, por lo tanto, el etnonacionalismo.
¿Por qué no nacionalismo racial? Heidegger no negaría que la raza es parte de la identidad étnica. Ser alemán implica ser blanco. Pero hay más en ser alemán que ser blanco. Heidegger temía que definir la identidad en términos exclusivos del racismo biológico era otra forma de destructivo universalismo. No tan universal y destructivo como “humanidad”, pero de similares consecuencias. Puesto que la blancura es esencia, entonces es fácil volverse indiferente a la germanidad y la britaneidad, el cual es el camino a la destrucción y homogeneización. Para Heidegger esta es una forma de fallo en abrazar y comprender nuestra plena identidad y llevar hacia adelante las particulares lingüísticas y culturales de nuestra herencia.
Esto es muy diferente de la crítica metafísica de Evola al racismo biológico. Para Evola, el racismo biológico era demasiado concreto e insuficientemente metafísico. Para Heidegger, la raza biológica es demasiado abstracta y metafísica.
Hay una postura de que la visión filosófica de Heidegger era esencialmente apolítica. Luego él se fue hacia su enamoramiento desafortunado con el Nacional Socialismo. Entonces él regresó a su postura apolítica. Esto es falso. El pensamiento de Heidegger es etnonacionalista en su núcleo. Esto implica que nunca dejó de serlo. Entonces la política posterior de Heidegger simplemente pasó a la clandestinidad. Se volvió oculta, escondida, esotérica. Lo cual significa que Vaseks puede que esté en el camino adecuado cuando escribe, “quizás uno podría ver al Heidegger posterior como un radical fascista esotérico que había tenido la esperanza de que una elite espiritual pueda generar la reaparición de los dioses.”
Mi postura es que la desilusión de Heidegger con el Nacional Socialismo, la cual comenzó a mediados de los 30s, lo llevó en búsqueda de una forma de definir una crítica etnonacionalista post-totalitaria a la modernidad globalizada y homogeneizante. En pocas palabras, Heidegger fue el primer pensador de la Nueva Derecha.
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