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Capítulo 1 aquí, Capítulo 30 aquí
Sobre la cuestión de la violencia, los Nacionalistas Blancos hemos de exigir de nuestros líderes tanto fortaleza moral como claridad intelectual.
LA CUESTIÓN ILEGÍTIMA DE LA VIOLENCIA
Estas reflexiones sobre la violencia fueron suscitadas por dos acontecimientos en enero de 2011. Primero, el intento totalmente falsario de vincular American Renaissance con la matanza del 8 de enero de Jared Lee Loughner en Tucson, Arizona. Segundo, el intento igualmente infundado de vincular al Northwest Front de Covington con la bomba colocada en el recorrido de la marcha del Día de Martin Luther King en Spokane, Washington, el 17 de enero. La bomba fue desactivada de forma segura, y Kevin Harphan, que no tenía lazo alguno con Covington, fue finalmente detenido y condenado.
La respuesta de Jared Taylor a los ataques contra American Renaissance fue totalmente apropiada. Señaló que éstos no se basaban en hechos y que la caracterización que se hacía de American Renaissance era incorrecta. También fue apropiado que Harold Covington respondiera a los intentos de difamarlo.
Pero no creo que sea apropiado que otros Nacionalistas Blancos respondan a tales calumnias protestando por su propia inocencia y publicando en sus páginas web renuncias de responsabilidad legalistas respecto a la violencia.
Estos Nacionalistas Blancos condenan la violencia, por supuesto, porque son conscientes del impresionante poder del Estado para infligir violencia contra nosotros. Desean desviar esta violencia diciéndole al Estado:
No hay nada que temer de nosotros. Somos unas lindas e inofensivas bolitas de pelo. Somos bobalicones que obedeceremos escrupulosamente las leyes elaboradas y ejecutadas por la gente que desea exterminarnos. No creemos que la violencia sea nunca necesaria para sacar a nuestro pueblo del camino hacia la extinción. Pensamos que las políticas genocidas anti-Blancas tan sólo son un terrible malentendido. Todos somos hombres de buena voluntad, incluidos nuestros gobernantes. Creemos que la gente que pone en práctica estas políticas abandonará algún día el poder si simplemente nos ponemos las pilas y los echamos a través de las urnas. Y, por supuesto, si alguna vez llegamos al poder, ni se nos ocurriría hacerles responder por sus crímenes. Nos limitaremos a darles la mano, con la deportividad que nos caracteriza, y a decirles: “Buen espectáculo, compis. Que tengáis mejor suerte en las urnas la próxima vez.”
Cuando se vincula falsamente a personas de nuestro movimiento con el terrorismo, nuestro primer instinto debería ser defender a los atacados señalando lo engañoso o infundado de las acusaciones y el flagrante sesgo anti-Blanco de los medios de comunicación y las fuerzas de seguridad del Estado.
Si nuestro primer instinto, por el contrario, es afirmar “estoy en contra de toda violencia”, eso significa arrojar basura sobre el acusado y cubrirse uno el culo. Protestar por tu inocencia cuando no has sido acusado de nada también huele a conciencia de culpabilidad, lo cual reconoce sutilmente legitimidad a ese ataque. Eso no es liderazgo.
En lugar de ponerse a la defensiva, los líderes deben contraatacar.
Nunca se debe permitir que el enemigo decida la narrativa sobre un acontecimiento. Si permites que el enemigo plantee la cuestión de “¿los Nacionalistas Blancos propugnan la violencia?”, entonces no importará cuál sea tu respuesta. Pierdes en cualquier caso.
La respuesta adecuada es cambiar la pregunta, reformular el problema y someter al enemigo a juicio: ¿por qué los medios de comunicación y las fuerzas del orden están sesgados contra la gente Blanca racialmente consciente, hasta el punto de propagar difamaciones sin fundamento, vinculándonos con actos de violencia cometidos por izquierdistas como Loughner o desconocidos como el terrorista de Spokane?
Cualquier otra cosa huele a debilidad moral e inseguridad.
LA CUESTIÓN LEGÍTIMA DE LA VIOLENCIA
El asunto se complica con el hecho de que la violencia es un tema legítimo para la teoría y la estrategia políticas, independientemente de quién plantee la cuestión. Pero, en el contexto de una sociedad hostil, deberíamos ser nosotros los que planteáramos la cuestión y determináramos los parámetros del debate, no los demagogos mediáticos de medio pelo.
Como yo lo veo, la política es una cuestión de poder, y el poder siempre se reduce a la violencia o a la amenaza creíble de violencia. Por lo tanto, ningún movimiento político creíble puede renunciar a la violencia, porque la renuncia a la violencia equivale a la renuncia a la política misma.
Esto es cierto incluso si uno aspira simplemente a participar en un sistema político que pretende dirigir la fuerza con la ley y provee procedimientos legales como unas elecciones o la destitución para impugnar y reemplazar a las personas que están en el poder.
La ley puede proporcionar la transferencia ordenada del poder, pero ¿qué garantiza que las personas que están en el poder respetarán la ley en lugar de anular las elecciones que no les gusten y quebrantar las constituciones que consideren demasiado restrictivas? En última instancia, es el miedo a las represalias legales o extralegales, es decir, a la violencia.
MALOS ARGUMENTOS CONTRA LA VIOLENCIA
1. ¿Es la violencia inmoral en sí misma?
Es evidente que no. La mayoría de las personas reconoce circunstancias en las que la violencia es legítima, y la autodefensa contra el genocidio es la mejor justificación de todas. Basta con mirar al Estado de Israel y a los Judíos de todo el mundo. Los Judíos tienen prácticamente un cheque en blanco moral para la intimidación y la agresión, todo ello en nombre de su derecho a defenderse. Mientras tanto, la mera defensa verbal de los intereses Blancos es tachada automáticamente de odio. ¿Y eso por qué? Porque los Judíos tienen poder, el cual se reduce a la violencia o a la amenaza creíble de ella, y nosotros no lo tenemos.
La gente puede tener algún tipo de sentido moral innato, pero el sentido moral del público no es independiente del poder. El pueblo siempre adopta más o menos los juicios morales preferidos de la gente que tiene el látigo. Si las relaciones de poder se invirtieran, la sensibilidad moral de la gente también podría cambiar.
2. ¿Es mala la violencia porque defendemos “el imperio de la ley” frente al “barbarismo” de la política del poder?
Eso es ingenuo. La gente se rige por la ley, pero el gobierno obviamente no. Nos gobiernan los hombres, no las leyes. Los hombres que gobiernan hacen leyes para los demás. Y las personas que ahora nos gobiernan han legislado condiciones que son antitéticas a la supervivencia a largo plazo de nuestra raza.
La ley no es independiente del poder, y el poder simplemente significa violencia o la amenaza creíble de violencia. La ley es producto del poder. La gente que tiene poder hace las leyes. La gente que no tiene poder las obedece. Si los Nacionalistas Blancos conseguimos el poder, haremos leyes diferentes. Hasta entonces, obedecemos sus leyes porque ellos tienen más poder que nosotros.
3. ¿Es mala la violencia porque pondrá a la gente en contra de quien la utilice?
Nuevamente, eso es ingenuo. Como he dicho, la gente puede tener un cierto sentido moral innato, pero la mayoría de los juicios morales que salen de su boca y guían sus acciones están moldeados por la gente que está en el poder.
La gente no es innatamente “anti-violencia”. La gente condena la violencia contra los no-Blancos porque la televisión y los periódicos le dicen que lo haga. No les quita el sueño el hecho de que, un día normal en Estados Unidos, cien mujeres Blancas son violadas por hombres Negros, debido a que se les mantiene en la ignorancia sobre ese hecho, y, aunque fueran conscientes, mantendrían la boca cerrada y no “entrarían en el tema” por miedo a ser tachados de racistas.
La sensibilidad moral del público es fabricada por la gente en el poder, y el poder se reduce a la violencia o a la amenaza creíble de violencia. Si los Nacionalistas Blancos tuvieran poder, podríamos girar el dial de la propaganda hacia el otro lado, y la sensibilidad moral de la gente lo seguiría.
4. ¿Es la violencia una mala idea porque puede traer mala publicidad?
Esto no es más que una variación del punto 3 anterior. Jared Taylor nunca ha abogado por la violencia, ni en público ni en privado. Lo sé porque lo he hablado con él. Sin embargo, eso no impidió que fuera “vinculado” con Jared Lee Loughner por parte de los mentirosos. Harold Covington escribe novelas llenas de violencia revolucionaria. Pero, en público y en privado, no aboga por la violencia en las condiciones actuales, y es probable que esas condiciones se mantengan durante mucho tiempo. Sin embargo, eso no impidió que fuera “relacionado” con la mochila-bomba de Spokane por parte de los mentirosos.
¿Realmente necesito explicar esto? No importa lo que hagamos, no importa lo buenos que seamos, nunca vamos a tener buena publicidad de unos medios y un gobierno controlados por nuestros enemigos. Una vez más, la buena publicidad no es independiente del poder, y todos sabemos lo que es el poder. La gente en el poder es capaz de decir mentiras sobre nosotros y hacer que prevalezcan. Sí, internet ha debilitado en alguna medida el control del poder establecido. Pero ¿realmente piensas que, a la hora de la verdad, van a permitir que los expulsen del escenario de la Historia a base de “tweets”?
Los Blancos sólo tendremos buena publicidad cuando tengamos el poder de controlar los medios de comunicación. Y todos sabemos qué es poder.
5. ¿Es la violencia una mala idea porque el Estado podría arrestar o matar a los que la usen?
¿No deberíamos usar nunca la violencia porque podríamos salir heridos? Las personas que piensan así son esclavos naturales. La gente que nos gobierna está, por supuesto, dispuesta a usar la violencia, incluso si pueden salir heridos (o, a menudo, sus lacayos pueden salir heridos), porque así es como la gente obtiene y retiene el poder.
Si los Nacionalistas Blancos nos tomamos en serio obtener y retener el poder, entonces la gente que nos gobierna concluirá naturalmente que nosotros también estamos dispuestos a arriesgarnos a usar la violencia. Nuestros gobernantes no se van a dejar engañar poniendo disclaimers legalistas en websites Nacionalistas Blancos.
Además, el gobierno arresta y encarcela a disidentes que no han abogado por la violencia ni la han cometido. Matt Hale pasará el resto de su vida en prisión, a pesar de que no defendió ni ejerció la violencia. (Fue un agente federal el que lo hizo.) Edgar Steele no defendió ni cometió ninguna violencia, pero probablemente morirá en prisión, a pesar de que cada vez está más claro que fue objeto de un montaje por parte de agentes federales e informantes.
Amigos, si esto se está poniendo demasiado aterrador para vosotros, ahora es el momento de huir.
LA LECCIÓN HASTA AHORA
Estamos apaciguados con ilusiones piadosas sobre gobiernos limitados, el imperio de la ley y el juego limpio. Estamos drogados con religión, sexo y televisión. Pero, en última instancia, se nos gobierna con la violencia y la amenaza de violencia.
Si crees que el Sistema necesita ser reemplazado o radicalmente modificado, o si simplemente crees que es necesario echar a los bastardos que manejan las cosas, nuestros gobernantes intentarán detenerte, porque saben que ninguna de estas cosas ocurrirá sino por encima de sus cadáveres. Creen que tus mismos pensamientos y aspiraciones, aunque sólo sea en la intimidad de tu cráneo, llevan el germen de la violencia contra ellos.
Empezarán con medidas suaves: burlas, marginación, discriminación laboral y cosas por el estilo. Pero, si persistes y si constituyes una amenaza creíble, entonces irán tomando medidas más duras. Siempre ha sido así. Estados Unidos se fundó a través de la violencia, se expandió a través de la violencia, se mantuvo unido a través de la violencia, se gobierna a través de la violencia y exporta su violencia por todo el globo. (Es casi lo único que exportamos hoy en día.)
Ser ingenuo, o simplemente fingir ser ingenuo, sobre la naturaleza de la política y la gente que nos gobierna no te salvará. La ingenuidad probablemente sólo te meterá en más problemas.
UN REPUDIO CREÍBLE DE LA VIOLENCIA
Las meras renuncias verbales a la violencia son tontas y carecen de sentido. Si los grupos e individuos Nacionalistas Blancos desean repudiar la violencia de forma creíble, entonces deberían purgar sus filas de enfermos mentales, el tipo de personas que enloquecen y se lanzan a emprender tiroteos.
Los Nacionalistas Blancos, a pesar de nuestro profesado elitismo, tendemos a ser muy, muy indulgentes con los enfermos mentales. Tal vez sea porque sabemos que la clase dirigente nos pinta a todos como locos, por lo que somos reacios a hacer distinciones. Pero podemos y debemos hacer distinciones. Los Nacionalistas Blancos estarían locos si no se deprimieran de vez en cuando, dado lo verdaderamente deprimente que es nuestra situación. Pero ningún movimiento serio puede permitirse el lujo de depender de personas con enfermedades mentales y trastornos de la personalidad serios como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la paranoia, el narcisismo, etc.
Podemos sentir compasión o afecto por esas personas. Puede que tengan talentos y dinero. Puede que quieran aportar su granito de arena a la causa. No hay por qué ser malos con ellos. Pero no podemos permitirnos depender de ellos, y mucho menos colocarlos en puestos de confianza y responsabilidad.
POR QUÉ LA VIOLENCIA ES UNA MALA IDEA PARA LOS NACIONALISTAS BLANCOS
Mis amigos sin duda interpretarán lo que sigue como una mera racionalización de la aprensión patológica de un hombre adulto que aún se tapa los ojos cuando pasa algo violento en la pantalla. Pero les pediría atender a mis argumentos. Creo que son sólidos.
1. La violencia es inútil
Dejando a un lado todas las consideraciones morales y legales y haciendo cálculos sólo en términos de fuerza y resultados potenciales, la violencia contra el Sistema es completamente inútil. Sí, los hombres libres corren riesgos. Pero sólo los tontos eligen peleas que nunca pueden ganar.
Y, como nunca me canso de recordar, los Nacionalistas Blancos somos una minoría pequeña, sin voz, sin poder y despreciada. Estamos mal financiados, mal organizados y mal dirigidos. Nuestros enemigos controlan los mayores instrumentos de propaganda y coerción de la Historia. No podemos vencerles con violencia. De hecho, ellos necesitan que cometamos actos violentos. Se alimentan de la violencia, y por eso fabrican violencia para culparnos a nosotros.
La violencia es inútil, no sólo porque el enemigo puede atrapar y castigar a los autores, sino especialmente porque puede controlar cómo la gente la percibe y reacciona ante ella. El enemigo tiene el poder de asignar significado y moralidad a nuestros actos. Nunca seremos vistos como luchadores por la libertad o forajidos románticos o mártires heroicos. Seremos vistos como locos, sádicos, nihilistas y terroristas ―y con algo de razón, desafortunadamente―.
Ya tenemos suficientes mártires. No necesitamos más. Y el martirio no sirve de nada cuando el enemigo determina su significado. La muerte de Yukio Mishima significó algo en Japón, donde la tradición samurái aún es fuerte. Aquí habría sido etiquetado como un chalado y un perdedor, y ésa hubiese sido la imagen que hubiese perdurado.
2. Afortunadamente, la violencia es innecesaria
La política es cuestión de poder, y el poder se reduce a la violencia o a la amenaza de la misma. Pero ¿y si es demasiado pronto para la política? Concretamente, ¿y si es demasiado tarde para reformar el Sistema y demasiado pronto para reemplazarlo?
Entonces los Nacionalistas Blancos necesitan centrarse en la metapolítica, concretamente en: 1) el desarrollo intelectual y la propagación cultural de nuestra visión del mundo, y 2) la construcción de una comunidad Nacionalista Blanca (una comunidad adinerada, poderosa, resistente y dedicada a la perfección y el empoderamiento de sus miembros); una comunidad que pueda aspirar a ser la base de una futura República Blanca.
Este planteamiento es válido incluso si fuese de esperar que el Sistema actual vaya a seguir siendo fuerte en un futuro previsible. En ese caso, nuestra comunidad simplemente tendría que hacerse muy grande y muy fuerte para plantear un desafío político al Sistema.
Pero, afortunadamente, se dan todas las papeletas para pensar que el Sistema está en una decadencia pronunciada e irreversible. Nada dura para siempre, especialmente una sociedad que viola todas las leyes de la Naturaleza. No sé cuándo caerá el Sistema, pero es casi seguro que será durante la vida de la mayoría de las personas que leen esto. Honestamente, ¿hay algo que los Nacionalistas Blancos puedan hacer para destruir el Sistema mejor que lo que hacen sus actuales amos? Francamente, mi mayor temor es que el Sistema colapse demasiado pronto, bastante antes de que nuestra comunidad sea lo suficientemente poderosa como para crear un Etnoestado Blanco.
Somos pocos, estamos dispersos y carecemos de voz y de poder. El Sistema es vasto y poderoso, pero se está destruyendo a sí mismo. El tiempo puede ser corto; por ejemplo, puede que tengamos sólo unas pocas décadas. Así que necesitamos enfocar nuestro tiempo, energía y recursos no en destruir el Sistema, sino en crear una alternativa. Y eso requiere de disciplina para no malgastar nuestras vidas y recursos en enfrentamientos prematuros e inútiles con el Sistema en pleno apogeo.
3. El poder no lo es todo
A lo largo de este ensayo, he insistido en la importancia del poder. En la política, el poder es más importante que la legalidad, la opinión pública o las sensibilidades morales, porque quienes tienen el poder crean las leyes y moldean las opiniones de la gente, incluidas sus opiniones morales. Ellos tienen poder y nosotros no. Mientras esta condición persista, podrán hacer lo que quieran con nosotros.
Pero el poder no lo es todo. La verdad también importa. Hay opiniones morales y hay verdad moral. Están las leyes del hombre, y están las leyes de la Naturaleza. (Aunque Maquiavelo estaba en lo cierto al señalar que los profetas desarmados siempre fracasan: sólo los profetas armados triunfan.)
Creo que la verdad es en última instancia la fuente del poder, que la verdad da poder y que la mentira debilita. Una civilización se eleva cuando está en armonía con la verdad, la realidad, la Naturaleza y la Fuerza Vital. Una civilización decae cuando se aleja de ellas. Como señala Spengler, una sociedad, al igual que un individuo, obtiene la mayor prosperidad y el mayor poder externos una vez que ha superado la colina y la Fuerza Vital ya agoniza en su interior.
Nosotros tenemos la verdad, pero no el poder. Ellos tienen el poder, pero no la verdad. Y la Fuerza Vital emerge en nosotros a medida que mengua en ellos, puesto que ellos se han desviado de la senda de la Naturaleza. Nuestro poder aumentará a medida que el suyo disminuya. Entonces llegará el día en que podamos volver a plantearnos la cuestión de la violencia. Pero, hoy, esa cuestión está cerrada.
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