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Capítulo 1 aquí, Capítulo 29 aquí, Capítulo 31 aquí
El artículo de William Pierce “Los Skinheads y la Ley” es un provechoso punto de partida para tratar un problema importante del movimiento Nacionalista Blanco, un problema que yo llamo populismo prematuro.
El Nacionalismo Blanco, como yo lo defino, es una forma de populismo en el siguiente sentido: ningún sistema de gobierno es legítimo a menos que promueva el bien común de un pueblo. Un sistema es ilegítimo si promueve los intereses de una clase o facción, o incluso de los extranjeros, a costa de otras partes del cuerpo político. Pero, como populista, creo que los intereses del conjunto están mejor servidos por un sistema político elitista, siempre que la élite sea responsable ante el resto de la sociedad. El problema de la política siempre se reduce a cómo encontrar líderes que sean mejores que el hombre común. Además, creo que cualquier movimiento que pretenda crear un sistema populista Nacionalista Blanco tiene que ser lo más elitista posible. Finalmente, creo que, para crear un movimiento de este tipo, necesitamos enfocarnos primero en crear la clase dirigente antes de llegar a las masas.
También creo que el Nacionalismo Blanco necesita ser populista en el sentido más común de la palabra, porque, en términos de la sociedad actual, las élites sociales Blancas son desproporcionadamente responsables de nuestro declive y las masas Blancas son desproporcionadamente víctimas de ello. Así pues, para ganar poder, los Nacionalistas Blancos no debemos limitarnos a representar los intereses de todos los Blancos, sino que también debemos estar dispuestos a dirigir los resentimientos justos y genuinos de las masas contra las élites existentes, a las que no se les permitirá conservar la riqueza y el poder que han acumulado desmantelando los EE.UU. de raza Blanca. Aunque mis gustos musicales y artísticos son por lo general elitistas, y mi cociente SWPL es de dominio público,[1] todas mis simpatías políticas están con las clases medias y trabajadoras, que son las que más han sufrido la desposesión Blanca. Pero no me hallarán muerto en un Taco Bell.
Por “élites”, en el sentido estricto de la palabra, me refiero a gente de inteligencia, gusto y virtud superiores a la media. No me refiero a las clases sociales altas ―o a los tramos superiores de renta, en el caso de EE.UU. y otras sociedades coloniales anglosajonas que no tienen verdaderas clases sociales―. Por “masas”, en el sentido estricto de la palabra, me refiero a gente de inteligencia, gusto y virtud inferiores a la media. No me refiero a las clases bajas ni a la gente de ingresos medios o bajos.
Existe, por supuesto, una correlación de los ingresos con el CI, así como con ciertas virtudes y gustos. Pero, dado el peligroso estado de las sociedades Blancas del mundo, podemos afirmar con seguridad que éstos no son los tipos de inteligencia y los aspectos de carácter que los Nacionalistas Blancos deberían valorar especialmente.
Las excelencias del hombre burgués han llevado a nuestra raza al borde de la perdición. Nuestra salvación sólo procederá de recuperar las virtudes de sabios, guerreros y bardos que tenían nuestros antepasados premodernos. Y esos rasgos pueden encontrarse en todos los segmentos de la sociedad actual.
Así pues, el populismo prematuro no significa reclutar una nueva élite entre lo mejor de nuestra gente, independientemente de las distinciones sociales contemporáneas.
El populismo prematuro significa reclutar simplemente gente que se encuentra en o por debajo del promedio en inteligencia, virtud y gusto antes de que nos hayamos constituido como una élite con la autoridad y la capacidad para liderarla. Movilizar a las masas también puede ser prematuro si la situación histórica imposibilita un avance político real.
Al centrarme en el ensayo de Pierce sobre los cabezas rapadas, no es mi intención dar la impresión de que mi crítica se limita a Pierce o a los skinheads, puesto que el problema que describo es mucho más amplio. Además, no estoy criticando ni a Pierce ni a los skinheads en general. He hablado de mis opiniones sobre Pierce, tanto positivas como negativas, en otros lugares, y he reeditado muchos de sus artículos. También me apresuro a añadir que algunas de las mejores personas que conozco han venido del movimiento skinhead, lo que confirma mi convicción de que se puede encontrar gente de calidad en todos los segmentos de la sociedad actual.
William Pierce era, por convicción, un elitista. Pero era un elitista con prisa. Por eso se sentía tentado una y otra vez por lo que él llamaba, en sus momentos de reflexión menos apresurada, la “bufonería” del populismo. En su ensayo de 1995 sobre los cabezas rapadas, Pierce muestra una comprensión realista de los problemas de la subcultura skinhead. Pero, cuando sopesa la cuestión de si sería mejor dedicar el escaso tiempo y dinero de que se dispone a influir en los universitarios o los skinheads, Pierce, doctor en Física y antiguo profesor universitario, muestra una marcada preferencia por los skinheads. Pierce reconoce que es más probable que los universitarios tengan más poder e influencia dentro del sistema actual. Pero a Pierce le impresionaba más el hecho de que los skinheads fueran más racialmente conscientes, masculinos y agresivos que el universitario medio. (Es difícil decir cuántos cabezas rapadas hay en el mundo, pero es muy posible que haya más chicos universitarios duros y atléticos que skinheads, aun cuando los hombres auténticamente duros puedan ser una minoría entre los universitarios.)
Siguiendo esta lógica, en 1999, Pierce compró Resistance Records, un sello musical de cabezas rapadas. Pierce consideraba esa música bastante inaguantable, pero le dio acceso a la escena skinhead mundial y le reportó bastante dinero. Aunque la National Alliance siguió publicando material destinado a público de alto y medio nivel, el contacto con los skinheads alienó a algunos miembros de la National Alliance y, después de la muerte de Pierce, el elemento skinhead (y otros tipos duros asociados) se hicieron con el control de la National Alliance, llevándola prácticamente a la ruina. Pierce, por supuesto, intentó reclutar a la mejor gente del movimiento skinhead, pero al final la National Alliance se hundió.
El declive de la National Alliance es un ejemplo de manual de populismo prematuro. El error básico de Pierce fue tratar de imaginar un movimiento político Nacionalista Blanco viable en la sociedad actual. Si uno se pregunta quién es probable que hoy salga a luchar de verdad por una sociedad Blanca, la respuesta es que, obviamente, no es la gente de ingresos altos o medios. Las personas que tienen la conciencia racial, la dureza y la crueldad para luchar por una sociedad Blanca proceden predominantemente de las clases trabajadoras y subempleadas. Son las personas más afectadas por la desposesión Blanca. Son las personas que tienen menos que perder y más que ganar de intentar una revolución Blanca. Pero el problema es que, en las circunstancias actuales, los Nacionalistas Blancos no estamos en condiciones de organizar y liderar creíblemente a estas personas, e, incluso si lo estuviéramos, no estamos en condiciones de destruir el sistema actual.
El populismo prematuro es malo porque:
1. Socava nuestra capacidad de crear y sostener organizaciones Nacionalistas Blancas vanguardistas de élite viables.
2. Anima a la gente buena, sensata y honesta a malgastar su tiempo, dinero y esfuerzos en un activismo político prematuro cuando podrían y deberían dedicarse a sus familias y a sus carreras.
3. Fomenta la tolerancia hacia desaliñados, rameras y chalados que destruyen todo lo que tocan y nos impiden atraer a gente superior (incluidos los mejores excéntricos de alto rendimiento). Si realmente creemos en nuestro mensaje, tenemos que creer que atraerá a la gente sensata y normal. Así pues, tenemos que dejar de mimar a cada perro callejero humano que se nos presenta a la puerta porque estamos desesperados por oír de gente nueva que parezca comprender. Tenemos que dejar de contar los locos que tenemos delante y pensar, en cambio, en las legiones de gente superior que ellos repelen.
4. Fomenta lo que yo denomino jock-sniffing: la fetichización de las armas, los músculos y la hombría ―incluida una de las mayores plagas autoinfligidas de nuestra raza, el alcoholismo― en una etapa de la Historia en la que nuestro movimiento necesita centrarse más en desarrollar la capacidad intelectual, la competencia tecnológica, las habilidades comunicativas (especialmente la escritura y la oratoria), la destreza mediática, la competencia organizativa y el buen gusto, especialmente en cuestiones de diseño y publicidad.
Que no se me malinterprete: todo hombre Blanco debería estar en forma y ser capaz de defenderse. Y sí, el feminismo sigue estando mal. Y no, nadie debería intentar ser un cobarde. Pero el jock-sniffing es una locura mortal. ¿Cuántos esfuerzos nuestros han sido destruidos por peleas de bares, fanfarronadas e indiscreciones? ¿Cuántos de los nuestros están muertos o en prisión por culpa de la testosterona, el alcohol o las armas, en combinaciones varias? ¿Cuántos de los nuestros se dejan embaucar por hombres rudos, pulcros y uniformados que son, objetivamente, enemigos nuestros? ¿Cuántas de nuestras organizaciones han sido destruidas por promover hombres rudos y chicos de oro a posiciones por encima de sus capacidades?
Sostengo el ideal de Jonathan Bowden de matones cultos, pero siempre deberíamos errar hacia el lado de la cultura, mientras que Pierce y un número demasiado alto de personas yerran hacia el lado del matonismo.
El resultado neto del populismo prematuro, de codearse con locos y del jock-sniffing es el fracaso, el agotamiento y un trago amargo para todos los involucrados.
Y ¿cuál es la prisa? Sí, ya sé que nuestra población está envejeciendo y disminuyendo. Sé que los no-Blancos nos están desbordando demográficamente. Pero dentro de 20, 30 o 40 años ―después de la muerte de muchos de los que leen estas líneas― aún habrá cientos de millones de Blancos, incluyendo millones de hombres Blancos duros, furiosos y masculinos. De hecho, habrá más de ellos, porque, aunque nuestra población en números absolutos y relativos será menor y más envejecida, la desposesión Blanca se habrá abierto camino hasta las personas de ingresos más altos. El Sistema está fabricando ejércitos de Blancos duros, furiosos y desposeídos por nosotros. No van a desaparecer pronto.
Así que tenemos tiempo para enfocarnos en otras cosas. Es demasiado temprano para la política, así que tomémonos el tiempo de sentar unas bases metapolíticas sólidas para hacer política con éxito cuando se den las condiciones adecuadas. La metapolítica se reduce a dos cosas: propagar ideas y construir comunidad.
Las preguntas metapolíticas básicas son las siguientes. ¿Quiénes somos? ¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es posible? Necesitamos responder estas preguntas por nosotros mismos y por nuestra gente si queremos dirigirla con éxito. Y tenemos que perfeccionar nuestro mensaje y las habilidades y los medios necesarios para difundirlo entre todos los segmentos sociales Blancos.
Construir comunidad significa, ante todo, la creación de una nueva casta dirigente, una inteligencia rectora, para nuestra raza. Esta casta mostrará primero el camino a la República Blanca. Luego dirigirá la República Blanca. La Historia la hacen las élites. Las sociedades populistas raciales serán gobernadas por élites. Los movimientos populistas raciales efectivos serán dirigidos por élites. Así que convirtámonos en esa élite.
No hay necesidad de un populismo prematuro. El pueblo aún seguirá ahí cuando seamos dignos de liderarlo y la acción política pueda en efecto marcar la diferencia. Así pues, los Nacionalistas Blancos tienen tiempo de hacer las cosas bien. Y, si no hay tiempo para hacerlo bien, entonces, en cualquier caso, repetir una vez más una estrategia fallida tampoco nos salvará.
Nota
[1] Greg Johnson, “Smells Like . . . White Guilt: Christian Lander’s Whiter Shades of Pale”, en Confessions of a Reluctant Hater (San Francisco: Counter-Currents, 2010).
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