Nueva Derecha vs. Vieja Derecha
Capítulo 24: La Psicología de la Apostasía
Greg Johnson
2.940 palabras
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En julio de 2013, se anunció que Derek Black, el hijo del fundador de Stormfront, Don Black, había renunciado al Nacionalismo Blanco. Esto plantea una incógnita de la mayor importancia acerca de cómo la gente construye o abandona sus creencias. Hay dos tipos básicos de creencias: aquéllas que se toman como verdaderas en base a la realidad y la razón, en contraposición a aquéllas que se toman como verdaderas en base a la opinión de otras personas.
Si basas tus creencias en la realidad y la razón, entonces las cambiarás a medida que salgan a la luz nuevos hechos o se presenten argumentos mejores. Por ejemplo, yo fui un liberal clásico, pero el liberalismo clásico no concede ninguna importancia a las diferencias raciales y culturales, y, cuando me di cuenta de que éstas eran más importantes que la libertad individual y la economía capitalista, rechacé el liberalismo clásico como algo subversivo contra los valores superiores.
Por qué soy Nacionalista Blanco
Soy Nacionalista Blanco porque creo que la supervivencia de mi raza está amenazada por el actual sistema político y económico, el cual premia los valores capitalistas, liberales, multiculturales y multirraciales. Comprendo que estos valores “ciegos a la Raza” o “racialmente neutros” son incompatibles con la preservación y el florecimiento de mi raza. La Raza es real. El conflicto racial es real. Las otras razas no van a canjear la competición racial por el universalismo racialmente indiferente. Y cualquier raza que no tome partido en favor de sí misma en un conflicto racial carece de futuro.
Estoy interesado en preservar mi raza simplemente porque es la mía, porque es mi familia extendida. También deseo preservar mi raza porque creo que es la que más se aproxima a los ideales morales y estéticos que aprecio, ideales que pueden ser racialmente específicos, pero que parecen ser universales porque también son apreciados por otras razas, en la medida en que eso es posible. Por último, quiero preservar mi raza porque creo que la biología tiene un enorme impacto en la cultura, por lo que muchos de mis valores culturales, políticos y científicos más preciados no podrían haber surgido si no fuera por los Blancos, y no serán apreciados ni preservados sin los Blancos.
Puesto que la supervivencia de mi raza está amenazada por el actual sistema político y económico, creo que necesitamos un nuevo sistema que ponga a la Raza en el centro de las prioridades políticas (no la libertad individual, el capitalismo o la tolerancia y el pluralismo, que son valores genuinos, pero menores que la preservación de la raza que los crea y los sostiene). Creo que cada una de las distintas razas debería tener uno o varios Estados propios, donde pueda vivir de acuerdo con su propia Identidad y valores y buscar su propio destino, libre de las interferencias de otras razas y pueblos. Finalmente, creo que el principal enemigo de la idea de nacionalismo para cada Nación es la comunidad Judía organizada, la cual promueve valores racialmente destructivos para las sociedades de los demás como herramienta de guerra étnica.
El Caso de Derek Black
Tengo entendido que Derek Black, más o menos, creía lo mismo que yo. Y como yo me esfuerzo en basar mis opiniones en la realidad y la razón, sentí una curiosidad natural por saber por qué Derek Black había abandonado el Nacionalismo Blanco. ¿Tenía argumentos nuevos a los que yo no podía responder? ¿Había descubierto hechos desconocidos hasta entonces sobre la Raza, la Cuestión Judía y el presente sistema político? Con estas preguntas en mente, me dispuse a leer las noticias, pero fue decepcionante.
Al parecer, Derek Black ha rechazado el Nacionalismo Blanco no por nuevas verdades, sino por viejas mentiras: pura palabrería izquierdista que cierra los ojos ante la biología y desigualdad biológica y explica el diferente rendimiento de los grupos humanos en términos de injusticia social, lo que en EE.UU. significa injusticia Blanca, que los Blancos pueden expiar mediante la acción afirmativa, la inmigración no-Blanca y todas las demás formas de desposesión y autodesprecio Blanco.
Mucha gente ha especulado sobre los motivos de Derek Black para abandonar el Nacionalismo Blanco a cambio de esta clase de papilla. ¿Fue la presión de sus compañeros? ¿Rebelión contra sus padres? ¿Amor? ¿Perversión? ¿Extorsión? ¿Locura? ¿Se cansó de la alienación y quiso conectarse a Matrix?
No estoy tan interesado en los motivos particulares de Derek Black, o en el caso de Derek Black en general, como por lo que puede posibilitar que cualquiera abandone la verdad por cualquier razón. Dos factores me parecen relevantes; el primero tiene que ver con la base de las creencias, el segundo con la fuerza de carácter.
Verdad Objetiva vs. Opinión General
Normalmente, las personas que basan sus creencias en la razón y en la realidad sólo las cambiarán si se les ofrecen mejores razones y argumentos. Las personas que basan sus creencias en las opiniones de los demás suelen mantener las creencias de la gente que les rodea; sobre todo, de las personas más importantes de su entorno. Cuando uno crece, sus creencias son moldeadas principalmente por sus padres y otras figuras de autoridad. A medida que uno madura, sus creencias son moldeadas principalmente por sus compañeros. Puede ser que Derek Black hubiese adoptado el Nacionalismo Blanco simplemente porque era la cosmovisión de su padre, a quien deseaba complacer. Cuando se fue a la Universidad, encontró compañeros políticamente correctos y nuevas figuras de autoridad, y puede que cambiara sus opiniones para adaptarse a ellos.
Si éste es el caso, entonces podemos decir que es posible abandonar el Nacionalismo Blanco en favor de lo Políticamente Correcto ―la verdad en favor de la falsedad― si uno nunca pensó realmente que el Nacionalismo Blanco fuera verdad en primer lugar, si uno nunca comprendió realmente que la verdad significa correspondencia con la realidad, no estar simplemente de acuerdo con otra gente. No creo que sea posible rechazar la verdad por la mentira si uno realmente cree que las verdades están basadas en realidades objetivas y las mentiras no. Pero, si uno se limita a adoptar creencias para complacer a otras personas, entonces la verdad y la mentira no tienen ningún significado objetivo; no son más que diferentes formas de expresar aprobación y desaprobación. De ese modo, es posible adoptar y descartar creencias radicalmente distintas a voluntad, en función del público y de los objetivos del momento.
Por supuesto, hay dos tipos de apostasía: una en la que se cambia realmente de creencias, y otra en la que simplemente se renuncia a ellas verbalmente bajo coacción sin cambiar de convicciones internas. La primera puede explicarse enteramente en términos de un convencionalismo profundamente arraigado, pero la segunda no. Entran en juego factores morales.
Además, nadie se despreocupa por completo de la verdad objetiva. Ésta importa cuando haces balance en tu chequera, o si te acusan falsamente de un delito. Pero, cuando se trata de opiniones morales y políticas que hay que profesar para ser considerado guay o ilustrado o simplemente normal, su conexión con el mundo real es nebulosa, como mínimo. Por un lado, las peores consecuencias del multiculturalismo aparecen muy lejanas en el futuro. Y, ya que, en el presente, la mayoría de los progres se encuentran en burbujas aisladas de la realidad y llenas de prosperidad y seguridad ―campus universitarios, ciudades universitarias, complejos turísticos, enclaves urbanos y suburbanos acaudalados―, se encuentran blindados frente a los costes de la diversidad, e incluso posicionados para lucrarse con ella, financieramente y en términos de estatus, al postrarse ante los ídolos Negros de la culpa Blanca. De esa forma, para la mayoría de la gente, las opiniones políticamente correctas se encuentran enteramente divorciadas de la realidad objetiva en cuanto a sus fundamentos y consecuencias. En vez de eso, funcionan como vales baratos de estatus, formas fáciles de buscar aprobación social.
Cuanto más cerca estés de la realidad y cuanto más responsable seas de las consecuencias objetivas de tus actos y creencias, mayor será la importancia de la verdad objetiva a la hora de determinar tu sistema de creencias. Cuanto más lejos se está de la realidad y cuanto menos responsable se es de las consecuencias objetivas de las acciones y creencias propias, mayor es la importancia de la aprobación social en la elección de las opiniones de uno.
La Cuestión del Carácter
La fuerza del carácter entra en juego de la siguiente manera. Todos los seres humanos valoran en cierta medida la verdad y la buena opinión de sus semejantes. Pero, a menudo, estos valores entran en conflicto. La fuerza de carácter es necesaria para aferrarse al bien mayor. Las verdades del Nacionalismo Blanco son, por supuesto, más importantes que la aprobación de una sociedad decadente basada en la mentira y empecinada en la destrucción. Esto no significa que seas un cobarde si decides no hablar del Nacionalismo Blanco donde no es socialmente apropiado (la cena del Día de Acción de Gracias) o donde es improbable que produzca un efecto positivo (con tu jefe, tu congresista o tu dentista Judío). Pero si uno se ve forzado a elegir públicamente entre el Nacionalismo Blanco y lo Políticamente Correcto, el hombre de carácter escogerá la verdad antes que la mentira.
Por supuesto, mucha gente tiene buenas razones para querer evitar tomar esta decisión. Necesitan la aprobación de sus familiares, amigos, colegas, jefes y clientes para llevar una vida agradable. Algunos de ellos quieren participar en el Sistema, obtener tanta riqueza e influencia como sea posible y utilizarlas para promover nuestra causa. Ellos son los agentes secretos. Por eso mantienen sus opiniones en secreto. Y los demás debemos respetarlo. Si el Sistema pudiera destruir social y económicamente a cada Nacionalista Blanco, sería más fuerte, y nuestro movimiento sería más débil.
Ya he argumentado que, para que el Nacionalismo Blanco crezca como movimiento, tenemos que seguir dos reglas básicas:
- Cada uno puede elegir su nivel de implicación con el Nacionalismo Blanco y su grado de explicitud al defenderlo.
- Todos los demás tienen que respetar su decisión, aunque, por supuesto, manteniendo que la posición más admirable es la del Nacionalista Blanco totalmente explícito y orgulloso.
En concreto, todos tienen que respetar el anonimato de sus compañeros Nacionalistas Blancos. Cualquiera que “delate” a compañeros Nacionalistas Blancos para exponerlos a los perjuicios del Sistema debe sufrir la muerte social del rechazo. Del mismo modo, cualquier Nacionalista Blanco que, a través de medidas de seguridad laxas, permita que información personal de Nacionalistas Blancos caiga en manos de hackers “antifa”, o de chiflados del movimiento con antecedentes de “sacar a la luz” a la gente, también debe sufrir la muerte social.
A cambio de estas cortesías por parte de los Nacionalistas Blancos explícitos, he pedido a los Nacionalistas Blancos implícitos que correspondan de la siguiente forma.
- Que dejen de quejarse de las personas excéntricas y marginales que están dispuestas a ser Nacionalistas Blancos explícitos. Es más fácil ser valiente cuando se tiene menos que perder. El valor y los principios también suelen ir de la mano de personalidades espinosas o excéntricas.
- Que dejen de repetir historias de terror y escenarios catastrofistas que van en contra de que los Nacionalistas Blancos sean o sigan siendo explícitos.
¿Y si somos expuestos?
Otro consejo para los Nacionalistas Blancos que desean permanecer en el anonimato o en silencio: si resultas expuesto ―ya sea por ti mismo, por un grupo como el SPLC, o por un traidor en nuestras filas― no te disculpes ni te rindas ni te rebajes para obtener la absolución de nuestros enemigos. No te ayuda ni a ti ni a la causa.
No te centres en cómo el hecho de que te descubran como Nacionalista Blanco vaya a arruinar tu credibilidad. En su lugar, intenta limitar los posibles daños. Trata de mantener tu credibilidad y estatura moral sin disculparte ni dar marcha atrás. Después, piensa cómo podrías prestar algo de tu dignidad y credibilidad a nuestras ideas.
No cuentes los “amigos” que estás perdiendo. Se habrían ido de todos modos. Rendirse y arrastrarse no les hará volver. Eso simplemente asqueará y desanimará a la gente del movimiento que, de otra forma, simpatizaría contigo en ese trance. Así pues, cuenta los amigos que vas a ganar si no te echas atrás.
No dejes que los chiflados de internet te engañen. La comunidad Nacionalista Blanca está repleta de gente altamente inteligente, lograda, moralmente recta y neurológicamente sana. Muchas de las mejores personas que he conocido son Nacionalistas Blancos. Deberías enorgullecerte de contar con ellos como amigos y avergonzarte de deshonrarlos con tu apostasía. Además, fuera del movimiento, aún hay gente que admira el carácter moral, incluso en personas con las que no concuerdan.
Es fácil entender e incluso perdonar a Galileo por acatar de boquilla los dogmas de la Iglesia cuando se vio amenazado con la tortura y la muerte. Pero los Nacionalistas Blancos de hoy no están siendo amenazados con nada peor que la desaprobación social y la discriminación laboral. Es más, en parte, la Iglesia tenía el poder de obligar a Galileo a apostatar debido a la larga letanía de mártires cristianos que eligieron otra cosa: prefirieron la muerte antes que la apostasía o incluso la mera adhesión verbal a ideas que consideraban falsas. En igualdad de condiciones, el bando que esté dispuesto a luchar más duro y sacrificar más cosas ―incluso la vida misma― saldrá victorioso.
En última instancia, el Nacionalismo Blanco no triunfará hasta que podamos motivar a la gente a preferir la muerte al deshonor (hasta que podamos motivar a la gente a martirizarse por nuestra supervivencia racial). Las personas dispuestas a sufrir el deshonor para preservar su estatus económico y la buena opinión de completos extraños son esclavos naturales. El Sistema puede controlarlos fácilmente. Pero no puede controlar a gente que prefiere morir antes que someterse. Les teme, porque un hombre que ha conquistado el miedo a la muerte ha conquistado todos los miedos menores, y puede a su vez inspirar a otros a hacerlo.
Así pues, los Nacionalistas Blancos deben rendir los más altos honores a los Nacionalistas Blancos explícitos que demuestran estar dispuestos a darlo todo por la causa viviendo una vida de guerrero y muriendo en una muerte de mártir.
También merecen altos honores los Nacionalistas Blancos explícitos que luchan por nuestra causa, aunque no lleguen a tener la ocasión de enfrentarse a la elección definitiva del martirio.
Nacionalistas Blancos como Charles Krafft, que se mantienen firmes cuando el Sistema los margina y los condena a la aniquilación económica y social, también merecen altos honores.
Los Nacionalistas Blancos explícitos necesitan, a su vez, respetar a aquéllos que eligen permanecer como agentes secretos dentro del Sistema, particularmente a aquéllos que apoyan activamente a los Nacionalistas Blancos explícitos.
Educa bien a tus Hijos
En la apostasía de Derek Black ― y el caso algo similar de Lynx y Lamb Gaede, de Prussian Blue―, hay un importante factor atenuante. Se les dieron roles públicos dentro del Nacionalismo Blanco desde niños. No pudieron determinar su propio nivel de explicitud e implicación. Sus padres también desempeñaron un papel importante. Por lo tanto, era perfectamente natural que, cuando crecieran, decidiesen por sí mismos hasta qué punto querían implicarse, y revisasen sus asuntos vitales en consecuencia. Uno puede discrepar de la forma en que lo hicieron, especialmente en el caso de Derek Black. Pero, en principio, creo que tienen derecho a optar por abandonar el movimiento y a llevar una vida más privada, en la medida de lo posible.
Creo que no es ético que los padres involucren a sus hijos públicamente en el Nacionalismo Blanco, igual que no es ético involucrarlos en la actuación, el modelaje o los concursos de belleza. Estas escenas son psicológicamente estresantes incluso para los adultos más fuertes. Para los niños, cuyo carácter y gustos aún se están desarrollando, pueden ser psicológicamente demoledoras. Todo esto recuerda a otra decisión cicatrizante que los padres imponen a los niños: la circuncisión infantil. En ambos casos, una parte del niño ―ya sea su inocencia, su privacidad, su infancia― es arrancada y desechada por sus padres para consagrarla a sus ídolos.
Sin embargo, no suscribo la opinión común de que sea una pérdida de tiempo tratar de transmitir los valores propios a los hijos porque lo único que se consiga es que se “rebelen”. Los estudios empíricos confirman que la influencia más poderosa en los valores y la cosmovisión de los niños es la de los padres. ¿Por qué, entonces, circula tanto la mentira de que es inútil enseñar valores a los hijos? La respuesta es simple: para que así los niños sean entregados a las escuelas y a la cultura popular como hojas en blanco, para regocijo de los perpetradores del lavado de cerebro políticamente correcto, que nunca han sido disuadidos por el argumento de que tal cosa sea inútil y sólo conduzca a la rebelión.
El Nacionalista Blanco modelo es una persona cuyas convicciones están fundadas en la razón y la realidad y que tiene la fuerza de carácter para defender la verdad y trabajar por la salvación de nuestra raza a pesar de las presiones sociales y económicas, las amenazas de tortura y encarcelamiento, e incluso la muerte de mártir o de guerrero. Éste es un ideal heroico, por el que podemos medirnos y que podemos esforzarnos por emular. El gran problema de nuestro movimiento es encontrar o formar hombres que antepongan la verdad a la opinión y la muerte al deshonor, hombres que sean lo suficientemente duros para hacer añicos el Sistema, no débiles que se arrastren por el fango ante sus ídolos para proteger sus calificaciones crediticias.
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