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Print November 4, 2015 2 comments

Los delirios de los Nacionalistas Blancos sobre Rusia

Émile Durand
Karte Eurasiens von 1771. Ein Großteil des heutigen Rußlands wird Groß-Tatarstan genannt.

Mapa de Eurasia de 1771. Mucho de la Rusia de hoy es llamada Gran Tartaria.

4,397 words 

English original here

La crisis en Ucrania se está desarrollando a gran velocidad, y los círculos Nacionalistas Blancos en Occidente están siguiendo los eventos de cerca. Mucho ha sido dicho sobre la profunda separación histórica y cultural entre la parte occidental orientada hacia Europa y la parte oriental de Ucrania, la cual tiene fuertes lazos con Rusia. Con los movimientos militares rusos en Crimea, algunos han incluso profetizado los comienzos de la Tercera Guerra Mundial.

La mayoría de los Nacionalistas Blancos en Occidente hoy en día fomentan fuertes esperanzas en Rusia, particularmente en Putin, quien ha llegado a un crescendo con la actual crisis Ucraniana. Sin embargo, quiero argumentar que estas esperanzas son graves delirios. No porque Putin esté también controlado por los judíos, como es dicho por algunos Nacionalistas Blancos; él puede que lo esté o no, pero eso no es diferencia alguna para nosotros. Y alternativamente, incluso si la Rusia de Putin no estuviera controlada tan fuertemente como Occidente (lo cual es efectiva mentira – ver más abajo), incluso si Rusia recibe la furia total de los medios controlados por los judíos, esto aún no hace a la Rusia de Putin nuestro amigo o aliado natural.

Sin embargo, concedo que en este momento Rusia es un mal menor para la raza blanca en comparación con el Occidente dominado por los judíos. Pero también tenemos que entender que Rusia es un mal, es un sistema esencialmente anti-blanco. Entonces, a lo sumo, puede ser sólo un aliado temporalmente.

Los Nacionalistas Blancos buscan el poder para permitirle a nuestra raza cometer su destino. Para ganar poder, sin embargo, nuestro movimiento necesita tener un fuerte arraigo a la realidad. También necesitamos un profundo conocimiento de sus enemigos y (potenciales) aliados. Por lo tanto, es de la máxima importancia que los Nacionalistas Blancos tengan un claro entendimiento de quienes son los rusos. Este entendimiento será especialmente crucial si los Nacionalistas Blancos buscan una alianza con Rusia en el futuro contra el enemigo común.

De alguna forma, reflexionando sobre los rusos, los Nacionalistas Blancos, quienes en todas las otras instancias son manifiestamente sobrios y realistas respecto a la raza y la etnicidad, repentinamente pierden todo sentido común. Cuando uno habla de la identidad francesa o alemana, se entiende que los franceses y alemanes son blancos, son pueblos europeos, más allá de la reciente inmigración no blanca. Entonces los nacionalismos franceses y alemanes no son necesariamente opuestos a los intereses raciales blancos más amplios, aunque a menudo lo han sido. Llamemos a las identidades francesas, alemanas y similares étnicas, porque ellos denotan un grupo étnico nuclear.

La identidad brasilera, sin embargo, no tiene tales connotaciones raciales no ambiguas. Brasil tiene muchos europeos, pero también tiene blancos, indoamericanos, y muchos individuos de dos o más razas. Entonces el nacionalismo brasilero es, por su naturaleza, inconsistente con los intereses raciales blancos. La identidad estadounidense solía connotar blancura, incluso cuando estado unidos tenía minorías no-blancas. Pero la identidad estadounidense ha sido transformada en un compromiso con la idea de libertad e igualdad para todos. Es entonces el nacionalismo estadounidense, por su naturaleza, opuesto a los intereses raciales blancos. Llamemos a las identidades estadounidense, brasilera y análogas, identidades trans-raciales, debido a que ambas trascienden y transforman a las razas.

La identidad Rusa es más análoga a la identidad trans-racial de EE.UU. y Brasil que a la identidad étnica francesa o alemana. Hay muchos rusos que son enteramente europeos. Pero también hay muchos rusos que son de ascendencia mongoloide o cercano oriental, y muchos mestizos. Pero incluso los rusos más blancos, a la medida que se piensan a sí mismos como rusos, están comprometidos a una identidad trans-racial, una identidad cuyo ‘substrato’ racial incluye no sólo elementos europeos, sino también mongoloides y cercano orientales, como también una mezcla de los tres.

Un ruso no es, por lo tanto, cualquier tipo de europeo. Esto es, con buena razón, por lo cual los rusos siempre han sentido que su identidad, intereses y destino son distintos de esos de Europa. Los Nacionalistas Blancos Europeos necesitan reconocer esto también.

Los Nacionalistas blancos también son muy conscientes de que un índice de desarrollo de país, su BPI per cápita, el nivel promedio de ingreso, su nivel de corrupción, etc. están en directa correlación con el nivel promedio de muchas características heredadas dentro de su población. En términos de corrupción y muchos otros parámetros Rusia está mucho más cerca de Brasil que de cualquier otro país europeo. En algunas áreas, Rusia no está ni siquiera dentro de los rangos de Asia o América Latina sino que compite con la áfrica sub-sahariana.

Es más, echarle la culpa del retraso ruso al comunismo sería como echarle la culpa a la esclavitud por el retraso de áfrica. Primero, Rusia ha siempre sido retrasado en comparación a Occidente, y segundo la mayoría de los ex Bloques del Este y los países de la URSS en Europa han logrado crear sociedades prosperas y funcionales rápidamente después de haberse liberado del yugo ruso. Ucrania y Bielorrusia han sido excepciones, principalmente debido al hecho de que después de haber ganado su independencia nunca pudieron adecuadamente deshacerse de la influencia rusa.

Si la identidad, intereses, y destino de Rusia no son europeos, el hecho de que Putin haya pasado algunas leyes tradicionales y que la sociedad rusa se esté supuestamente moviendo hacia una dirección más tradicional no ayuda de ninguna forma a los nacionalistas blancos europeos.

Si fuéramos a regocijarnos por el tradicionalismo ruso y verlos como aliados simplemente por eso, ¿entonces por qué no vemos a los musulmanes como aliados y tenemos esperanza para el occidente en base a su tradicionalismo también? Después de todo, son mucho más hardcore que los rusos.

El tradicionalismo sirve al bienestar y promueve la supervivencia de las diferencias étnicas de cada grupo, pero porque diferentes grupos étnicos eligen similares métodos y valores para promover su propia supervivencia no los hace automáticamente aliados.

Por lo tanto el más fuerte tradicionalismo ruso, patriotismo y orgullo en su ascendencia, no avanza los intereses nacionalistas blancos mucho más que el orgullo racial y patriotismo de indios, chinos, medio-orientales, latinoamericanos, o africanos. Efectivamente, los puede volver enemigos más formidables de nuestros intereses.

El gran ducado de Moscú como el antecedente del Estado ruso

Racial y culturalmente, el antecedente de Rusia fue el Gran Ducado de Moscú (1263-1547) el cual posteriormente se volvió la Rusia Zarista bajo Iván IV (El Terrible), y no los Rus de Kiev como ha sido afirmado por historiadores rusos desde el tiempo de Catarina la Grande (quién, dicho sea de paso, no era Rusa).

Ya para finales del siglo XV, el Gran Ducado de Moscú estaba poblado principalmente por mongoles-tártaros cristianizados quienes en el curso de los dos siglos previos habían gradualmente adoptado el cristianismo ortodoxo y tomado nombres eslavos. La población indígena eslava se había vuelto una minoría en un tiempo relativamente corto debido a las largas afluencias de estos nómades asiáticos cristianizados, y debido a los matrimonios mixtos entre mongoles cristianizados e indígenas eslavos.

La expansión durante el Gran Ducado de Moscú más hacia el este, hacia las tierras de los pueblos Ugrios (Mordvinos, Udmurtos), incrementaron el componente asiático de las poblaciones aún más. Posteriormente, bajo Iván El Terrible, los Kanatos de Kazan y Astrakhan fueron conquistados e incorporados. La gran mayoría de los búlgaros del Volga poblando esos estados (cuyos descendientes del siglo XIX en adelante fueron falsamente llamados “tártaros”, no confundir con los tártaros nómades mencionados previamente), fueron forzados a adoptar el cristianismo y nombres eslavos. Y, finalmente, a comienzos de la conquista de Siberia en el siglo XVII, hubo una cristianización y rusificación gradual de la mayoría de las poblaciones turcas de esas tierras.

El único estado eslavo oriental no afectado por las invasiones mongolas y por lo tanto posible de mantener su composición blanca nórdico-eslava fue la República de Nóvgorod. Sus costumbres, su cultura, y la mentalidad de sus habitantes diferían de aquellos de Moscovia. Como los realistas raciales deberían darse cuenta, estas diferencias se relacionan con las diferentes composiciones raciales de estos dos estados. La más notable diferencia es en el sistema de gobierno: aunque el despotismo asiático reinaba en Moscovia, Nóvgorod era gobernado por una asamblea popular, el “Veche”, el cual era similar a la “cosa” nórdica o la asamblea cantonal suiza.

Sin embargo, como resultado de las dos guerras en 1471 y 1477-78 Nóvgorod fue conquistada y destruida por Moscovia. La ciudad fue devastada, y la mayoría de sus habitantes fueron masacrados de las formas más crueles (es decir asiática). La Gran Nóvgorod que fue perdonada por la invasión de los mongoles nómades sufrió su destrucción a manos de los eslavos y los mongoles-tártaros cristianizados. Con la completa victoria de Moscovia sobre Nóvgorod, el destino del futuro estado ruso fue determinado.

La gente de Moscovia se identificaba simplemente como ortodoxos (Pravoslavnye), y el término “ruso” fue efectivamente completamente desconocido para ellos. Comenzando con Iván III, gran duques y luego los zares se vieron a sí mismos como los herederos del imperio bizantino (por eso el término ‘tercer roma’ acuñado por ellos), y los campeones del cristianismo ortodoxo. Nunca fueron guiados por algún tipo de identidad étnica o racial o idea alguna de Estado étnico. La Iglesia Ortodoxa, como todas las iglesias cristianas, aceptaba conversos de todas las razas y bendecía a los matrimonios interraciales y a sus hijos.

Desde el principio la identidad rusa no fue el de un pueblo europeo blanco, sino de una población blanca, asiática mestiza que profesaba el cristianismo ortodoxo y gobernaba desde Moscú.

Interesantemente, sin embargo, en esa época había gente que hacía mucho tiempo se llamaban a sí mismos ‘ruskie’ y, de mayor importancia, se identificaban como tales en Europa occidental. Eran descendientes de los Rus de Kiev. En esa época, ellos eran sometidos al Gran Ducado de Lituania, donde formaron por lejos el mayor grupo lingüístico y demográfico.  Sus descendientes étnicos y lingüísticos son los actuales bielorrusos y ucranianos.  Los historiadores posteriores los comenzaron a llamar Rutenios. El ucraniano y el bielorruso contemporáneo se desarrollaron del lenguaje rutenio. Por lo tanto, son los ucranianos y bielorrusos quienes son los honrados herederos (tanto racial como culturalmente) de los Rus de Kiev.

Hubo diferencias dramáticas entre rutenios y moscovitas. La servidumbre eslava hacia los gobernantes, una característica típicamente oriental, fue característica en los Moscovitas, mientras que en Rutenia, la Ley de Magdeburgo, completamente desconocida para los Moscovitas, operaba en pueblos, y los rutenios eran conscientes de sus derechos y de libertad en espíritu como su contraparte de Europa occidental. Por lo tanto, desde el mismo principio, los habitantes de Rutenia eran conscientes que los ruso-moscovitas eran un pueblo diferente. Incluso hoy la palabra “Moscovita” (Moskal) es usado en ucrania como término derogatorio para referirse a los rusos.

Así la oposición de los ucranianos hacia los rusos tiene fuertes raíces históricas. El reciente conflicto en Ucrania, como también la Revolución Naranja en 2004, ha sido primariamente no en términos de geopolítica, como muchos nacionalistas blancos piensan, sino una confrontación más profunda –como la lucha de eslavos europeos contra un poder extranjero, no-europeo.

La Europeización y la Des-Europeización de Rusia

Hubo, sin embargo, una infusión considerable de cultura y sangre europeo en Rusia a principios del siglo XVIII cuando Peter I (el Grande) proclamó el Imperio Ruso y orientó al Estado hacia el Occidente. Muchos europeos (la mayoría alemanes, pero también franceses, italianos y suecos) ingenieros, artistas, inventores y oficiales militares estatales fueron invitados a Rusia para desarrollar la infraestructura, para modernizar el ejército y el aparato del estado, para educar a la población local, y para introducir el arte occidental.

Este proceso se aceleró cuando un gran número de asentamientos alemanes fueron invitados por Catarina II (la Grande), también ella alemana, a cultivar grandes latifundios de territorio ruso. Los nuevos alemanes se asentaron especialmente alrededor del Río Volga, y sus descendientes fueron conocidos posteriormente como los alemanes del Volga.  Fue mayoritariamente gracias a los esfuerzos y contribuciones de los rusos alemanes que Rusia se europeizó y asumió su posición entre los poderes europeos principales.

Efectivamente, sólo a principios del siglo XVIII que los términos “Rusia” (Rossiya) y “Ruso” (Russkiy) llegaron a ser de uso esparcido, y los historiadores del imperio ruso activamente promovían la idea de que los rusos eran los herederos legítimos de los Rus de Kiev en orden de ideológicamente justificar sus conquistas del pasado y del futuro bajo el nombre de “reunir las antiguas tierras de los Rus”.

La “Europeización”, sin embargo, ocurrió sólo en la superficie, en su esencia Rusia se mantuvo una sociedad distintivamente no-europea, en la cual una élite europea minoritaria gobernaba sobre poblaciones mestizas, asiáticas, eslavas y cercano orientales. Sin embargo, este proceso de “europeización” fue drásticamente revertido, tanto cultural como –más importantemente- racialmente, con la revolución bolchevique.

Es una mala concepción común en relación a la imposición del comunismo en Rusia, pensarla como un mero cambio político. Primero y antes que nada, la revolución bolchevique fue una revolución de las masas cultural y/o racialmente no europeas contra la élite europea. En pocas palabras, este evento crítico en la historia tiene que ser principalmente comprendido no en términos socio-políticos, sino raciales. Los ideales del comunismo sirvieron sólo como fachada, como una herramienta por la cual las odiosas masas no europeas expresaban su profundo y antiguo odio y resentimiento contra sus amos europeos y todo lo que era europeo. Esto fue claramente observado y elocuentemente señalado por Oswald Spengler.

Más importantemente, el comunismo cambió drástica e irreversiblemente la composición racial de la población rusa. El régimen comunista tuvo en objetivo de destrucción mayoritariamente a élites políticas e intelectuales, quienes eran principalmente descendientes de las poblaciones eslavas indígenas y los posteriores inmigrantes europeos. Millones fueron asesinados, y los más suertudos escaparon a Europa, para nunca regresar. Y debido a que la deseuropeización de Rusia fue primero y principalmente racial, sería altamente engañoso concluir que Rusia regresó al mundo europeo después de la caída del comunismo.

La ‘nueva’ Rusia de Putin

Efectivamente, la mayoría de la población Rusia actualmente adora el pasado soviético. La ideología oficial de la Rusia de Putin descansa sobre su glorificación. Y, como es esperado, la Rusia de Putin toma inspiración del pasado Soviético en lugar del Imperio Ruso, el cual puede ser concebido como el único (cuasi) período europeo de la historia rusa. Putin una vez incluso llamó al colapso de la Unión Soviética “la mayor catástrofe del siglo XX”. No la creación, de la Unión Soviética, sino más bien su colapso es la gran catástrofe para Putin y sus seguidores, quienes son la mayoría de los Rusos.

Más importante, cada año los rusos celebran su día de la “victoria” en la segunda guerra mundial (la cual llaman “la gran guerra patriótica”), sin tener en cuenta los hechos de que esta “victoria” fue el peor evento en la historia de la raza blanca. Estas celebraciones son acompañadas de desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú. Este culto a la victoria es el pilar principal en el cual descansa la identidad nacional de la “nueva” Rusia de Putin. Ellos veneran a sus “veteranos de la gran guerra patriótica” quienes fueron violadores de millones de mujeres blancas, asesinos de millones de hombres y niños blancos. Básicamente esta veneración a las hordas bárbaras, y su orgullo que sienten en la invasión barbárica de Europa, delinean su identidad étnica. Esto sólo conclusivamente demuestra que la identidad y el nacionalismo de Rusia están en conflicto con la identidad étnica blanca.

Incluso el más mínimo intento de llevar luz sobre los crímenes del ejército rojo y revisar la narrativa oficial de la segunda guerra mundial despierta la histeria que caracteriza a los liberales occidentales. En cada oportunidad, los medios rusos demonizan a Estonia, Letonia, o Ucrania cuando conmemoran a sus héroes que pelearon junto Alemania contra el ejército rojo defendiendo sus tierras, o cuando remueven los monumentos de los soldados del ejército rojo instalados en sus ciudades por el gobierno soviético.  Por ejemplo, en 2007, cuando las autoridades  de Estonia removieron el monumento del ejército rojo del centro de Tallin, los medios oficiales rusos se volvieron histéricos, y “juventudes” de organizaciones pro-Putin rodearon la embajada de Estonia en Moscú y amenazaron al embajador.

Hay muchos rusos viviendo en Estonia y Letonia (alrededor del 30%). Sus ancestros fueron puestos ahí por Stalin en un intento deliberado de cambiar los niveles demográficos de esos dos pequeños estados bálticos. Su perfil social, su comportamiento y actitudes hacia estos rusos se acerca ciertamente a aquellos de los inmigrantes tercermundistas no blancos en los países occidentales.

Un simple y claro ejemplo que ilustra este punto. La remoción del monumento del ejército rojo en el centro de Tallin coincidió con las elecciones presidenciales en Francia, las cuales tuvieron de resultado la victoria de Nicolás Sarkozy. Es bien conocido, que después de las elecciones las poblaciones negras/árabes se levantaron. Alrededor del mismo tiempo, los rusos se alzaron en Tallin, y ellos hicieron lo que pudieron para ganarse el nombre “árabes de estonia”, en Tallin, como en París, autos ardiendo y vandalismo ocurrió ampliamente. Pero eso no paró a los medios rusos de etiquetar al gobierno Estonio y su policía como malvados “fascistas”.

Además, muchos nacionalistas blancos occidentales se van a sorprender al escuchar que los habitantes rusos de Crimea han sido recientemente solidarios con Rusia al flamear las banderas de la URSS y la bandera Ucraniana del Partido Comunista. También ellos han demonizado y vilificado a líderes de los grupos de resistencia ucranianos que pelearon al lado de los alemanes contra las hordas invasoras soviéticas, por ejemplo, Stepan Bandera y Roman Shukhevich.

La Rusia de Putin es tan anti-blanca como el Occidente Liberal

Es también un delirio ampliamente esparcido entre los nacionalistas blancos occidentales que Rusia está libre de la influencia judía y que es un antídoto al Nuevo Orden Mundial liderado por los judíos. Primero, en cada oportunidad, Putin le rinde homenaje a la narrativa oficial del “holocausto” promulgada por los judíos. En muchas ocasiones él dijo que el holocausto era la mayor atrocidad ocurrida en la historia, y que el ejército rojo puso fin a este horror. Debido a que el culto a la victoria en la SGM y la glorificación del pasado soviético son los pilares principales de la identidad nacional en la Rusia moderna, esto implica que la identidad y el patriotismo ruso no están simplemente en oposición a los intereses judíos, sino al contrario, están en línea directa con ellos.

Segundo, el antisemitismo es muy débil en la Rusia de Putin, y los judíos se sienten muy cómodos y bienvenidos. La vida judía florece a un nivel comparable tan sólo a los primeros comienzos post revolución bolchevique. Un cantante melódico popular ruso judío, Iosif Kobzon, dijo no hace mucho que “los judíos están actualmente experimentando un Renacimiento en Rusia”. Además, antes de las elecciones presidenciales en 2012, el presidente del Consejo de Judíos Rusos proclamó su total apoyo a Putin y expresó su confianza en que todos los judíos de Rusia votarán por él. Incluso dijo que él no sabía de un solo judío en Rusia que estaría contra Putin.

Es más, contrario a las esperanzas de muchos nacionalistas blancos, Ni la oposición de Putin a la intervención militar de los EEUU en Siria ni su legislación contra algunas corrientes activamente promovidas por los judíos en occidente (por ejemplo, la homosexualidad) es suficiente para calificarlo como nuestro aliado o como anti judío. Por un lado, la actitud internacional de la judería contra la crisis de Siria no es monolítica. Mientras los neoconservadores promueven la intervención militar, la Izquierda, también dirigida por los judíos, se opone fuertemente. Entonces, uno no puede decir que el fallo de la campaña contra el régimen de Assad sea un fracaso de un asunto específicamente judío.

En relación a la legislación anti-homosexual de Putin, Uganda ha también recientemente pasado una ley contra la homosexualidad. Negros y musulmanes han sido ponzoñosamente homofóbicos desde siempre. ¿Pero es suficiente para que sean nuestros aliados?

Finalmente lo más importante, los verdaderos nacionalistas blancos rusos, quienes son una minoría tanto en Rusia como en Occidente, son etiquetados como ‘nazis’ y perseguidos de forma mucho más dura que en el occidente liberal.

La Revolución Ucraniana desde el punto de vista Nacionalista Blanco

Muchos nacionalistas blancos occidentales lamentan que las organizaciones nacionalistas ucranianas reciben soporte de y tal vez tratan de ganar favor de los judíos. Otros reprochan a los ucranianos por su insignificante separatismo nacionalista, el cual es supuestamente incompatible con la pelea común contra la peligrosa situación de los blancos a nivel mundial. Sin embargo, Ucrania está actualmente en una situación histórica la cual las naciones occidentales pasaron hace tiempo – la adquisición de una identidad nacional. Este paso es una precondición para que los ucranianos adquieran un sentido más amplio de identidad blanca en el futuro.

Por lo tanto, cualquier nacionalista blanco consistente y honesto debería apoyar la actual revolución ucraniana. Si ucrania tiene cualquier posibilidad de unirse a la gran familia europea blanca, este es el momento. Los ucranianos blancos están rompiendo con  el yugo Ruso (no-europea) y uniéndose a sus hermanos blancos en occidente.

Es dado por hecho que los judíos interferirán en ello y trataran de sacar provecho de cada agitación, y ellos cubren sus apuestas al jugar en ambos lados. Putin también tiene amigos y consejeros judíos. Así que la involucración judía en asuntos ucranianos no es una evidencia en sí misma de que los judíos están dirigiendo el show, no más que la evidencia de la involucración judía en los asuntos rusos es evidencia de que controlan a Putin.

Es más, los nacionalistas blancos occidentales no deberían desestimar a los ucranianos (y por extensión a los otros europeos orientales), y no deberían sobrestimar el lavado de cerebro del poder de la Unión Europea dirigida por los judíos. Tener relaciones más cercanas con Occidente e incluso unirse con la Unión Europea no significa automáticamente que Ucrania será inundada con hordas de no-blancos u homosexuales marchando en las calles de cada gran ciudad.

Muchos países de Europa oriental, incluyendo las post soviéticas repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania, se unieron a la UE en 2004. Sin embargo, estos países se mantuvieron predominantemente blancos. Hasta ahora, ellos han sido perdonados del cambio demográfico experimentados por los países occidentales a través de la masiva inmigración no blanca. Los europeos del este son lo suficientemente tradicionalista para no permitir que sus países sean inundados por no-blancos.

Para agregar, los inmigrantes no-blancos encuentran a los países relativamente pobres de Europa oriental como destinos poco atractivos. Ellos buscan dinero fácil, asistencia social, tratamiento preferencial, una oportunidad de comportarse insolentemente con impunidad, etc. Si sienten que la comunidad blanca local no les proveerán estas oportunidades, simplemente evitaran estos lugares.

Los inmigrantes no-blancos también evitan las sociedades relativamente etnocéntricas. Europa Oriental (especialmente Polonia y Ucrania) ya tienen una imagen de terreno “racista” que debe ser evitada. Los mismos incentivos pueden ser observados dentro de Alemania. Los ex territorios del este tienen una reputación de estar poblados por “racistas” y peligroso para los inmigrantes. Como resultado, turcos, negros, árabes, etc. simplemente tienen miedo de ir ahí. Entonces incluso las grandes ciudades como Leipzig y Dresden continúan teniendo poblaciones casi exclusivamente blancas.

Puntos concluyentes

Quiero repetir y enfatizar que reconozco que hay muchos blancos en Rusia, así como también los hay en América Latina y en EEUU. Reconozco a todos los blancos como potenciales aliados al Nacionalismo Blanco. Sin embargo, los Nacionalistas Blancos Rusos tienen que entender que la identidad blanca está en conflicto con el patriotismo y la identidad étnica rusa, como también los mexicanos blancos reconocen que el nacionalismo blanco es incompatible con la identidad y patriotismo mexicano, y los estadounidenses blancos reconocen que el nacionalismo blanco es incompatible con el concepto universalista y multirracial de EEUU que la judería promueve.

Pero aquellos que se piensan como rusos primero y blancos después tienen una identidad, unos intereses, y un destino opuesto al de Europa y al del nacionalismo blanco. Lo mismo es verdad para los estadounidenses blancos que piensan que son primero estadounidenses, por lo tanto adoptan una identidad, intereses y destino opuestos a los del nacionalismo blanco. Ser patriota francés o alemán no significa necesariamente conflicto con los intereses blancos en gran escala, debido a que Francia y Alemania son países integralmente blancos. Pero ser un patriota estadounidense o brasilero o ruso si entra en conflicto. Vladimir Putin es un patriota ruso. Para un Nacionalista Blanco, eso no debería ser un cumplido.

Para ser consistente, los Nacionalistas Blancos deberían apoyar Svodoba y el Sector Derecho y no la Rusia de Putin. Un movimiento cuyo objetivo es el poder tiene que poseer un entendimiento claro y sobrio de amigos, potenciales aliados, y enemigos. Primero y antes que nada, tiene que consolidar a todos sus adherentes antes de considerar una alianza con un poder extranjero contra un enemigo común. Puede ser apropiado que nos aliemos con Rusia en algunas ocasiones. Pero esa alianza no debería conllevar la traición a nuestros hermanos raciales e ideológicos en Europa oriental.

Para concluir, los nacionalistas blancos occidentales necesitan despertarse de sus sueños rusofilicos y despertarse a la realidad. En lugar de adular a Rusia y Putin, deberían estar más preocupados en mantener su credibilidad con sus hermanos y hermanas de Europa oriental. Hay muchos nacionalistas devotos de los países orientales que leen sitios web nacionalistas blancos occidentales, como son ucrania, estonia, y Letonia. Cuando ellos encuentran rusofília histérica, infantil e ingenua, con justicia se shockean.

La identidad rusa es tan trans-racial como la estadounidense, el cristianismo, el islam, el liberalismo, y el marxismo. El imperialismo Ruso, como el imperialismo estadounidense, el cristianismo, el islam, etc., es un gran motor de mestizaje, un motor que ha sido resoplado desde la edad media. Como la primera y segunda Roma, la tercer Roma no es una nación sino una máquina que liquida cada nación que captura, incluyendo a sus propios fundadores.

Así el imperialismo ruso no es una alternativa a la globalización, sino otra forma de la misma. Así Rusia no es el futuro de la raza blanca, sino uno de sus cementerios. Los nacionalistas blancos, deberían, por lo tanto, simpatizar primero y antes que nada con aquellos rusos blancos y toda la gente atenta que desea liberarse de esta máquina y de su amo, Vladimir Putin.

 

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2 comments

  1. Juan V says:
    March 1, 2016 at 6:26 pm

    Qué grande artículo. Muchas gracias! Ya tenía mis sospechas: Sí, se ha desplomado el bolchevismo, pero a nadie se juzgó por crímenes de guerra, ni se expulsó a los judíos, incluso Putin a dicho que se crió en un barrio judío. Cómo es q ahora Rusia era tan diferente a la URSS, y la realidad queda muy bien explicada aquí.

  2. Nick says:
    April 4, 2016 at 10:05 am

    Has dicho muchas verdades pero muchas tonterías a la vez. Hoy en día hay muchos rusos que se manifiestan y dicen cosas como ”Rossiya dlya russkij”, lo que significa ”Rusia para los rusos eslavos”. Hay dos términos diferentes, ”ruski” y ”rossiyanin”. EL primero es un ruso blanco y el segundo es alguien con pasaporte ruso. Todos los ”ruski” son ”rossiyanin” pero no todos los ”rossiyanin” son russki. La noticia de hace poco de una mujer de Uzbekistán que le cortó la cabeza a una niña rusa no salió por las noticias rusas porque los medios de comunicación, en su mayoría controlados por el gobierno, no quieren aumentar todavía más el racismo existente de los blancos rusos a otras nacionalidades tales como chechenos, centro asiáticos, armenios… La semana pasada Putin ya ha dicho que hay que aumentar el control en la frontera con los países de la antigua Unión Soviética, tales como Uzbekistán, Armenia, Tadzhikistán, Azeribaiján… Además, en Rusia, si eres un extranjero de estos países y quieres vivir en Rusia, sólo para obtener derecho a vivir en Rusia has de pasar varios exámenes del idioma ruso y aceptar las tradiciones y creencias rusas y hoy en día ya hay bastantes deportaciones de esos inmigrantes a sus países.
    El conflicto entre Ucrania y Rusia no se debe a temas raciales, es un simple hecho político.

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      Jim Goad

      41

    • The Great Replacement Prize

      Greg Johnson

    • Remembering Julius Evola
      (May 19, 1898–June 11, 1974)

      Greg Johnson

    • Counter-Currents Radio Podcast No. 445
      The Writers’ Bloc with Kathryn S. on Mircea Eliade

      Counter-Currents Radio

      2

    • O Manifesto Nacionalista Branco:
      Parte 1, Introdução

      Greg Johnson

    • Extremities:
      A Film from Long Ago that Anticipated Today’s Woke Hollywood

      Stephen Paul Foster

      10

    • The National Health Service:
      My Part in Its Downfall

      Mark Gullick

      10

    • Male Supremacism in the United States?

      Margot Metroland

      2

    • Counter-Currents Radio Podcast No. 444
      Ask Me Anything with Greg Johnson

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      New Patrons for a New Renaissance

      Robert Wallace

      21

    • Counter-Currents Radio Podcast No. 443
      Interview with Jim Goad

      Counter-Currents Radio

    • Das Manifest des weißen Nationalismus:
      Teil 5, Die Wiederherstellung Unserer Weissen Heimatländer

      Greg Johnson

    • Where Do We Go from Buffalo?

      Jim Goad

      42

    • Rammstein’s Deutschland

      Ondrej Mann

      8

    • If I Lost Hope

      Greg Johnson

      5

    • Das Manifest des weißen Nationalismus:
      Teil 4, Wie Können Wir den Weissen Genozid Beenden?

      Greg Johnson

    • Payton Gendron & the Buffalo Massacre

      Greg Johnson

      66

    • The Counter-Currents 2022 Fundraiser
      Between Now and May 20th, Give a New Monthly Gift and Receive a New Book!

      Cyan Quinn

    • This Weekend’s Livestreams
      Jim Goad on Counter-Currents Radio & Kathryn S. on The Writers’ Bloc

      Greg Johnson

    • Remembering Hinton Rowan Helper

      Spencer J. Quinn

      11

    • Make Art Great Again:
      The Good Optics of Salvador Dalí, Part 3

      James J. O'Meara

    • Babette’s Feast

      Nicholas R. Jeelvy

      2

    • Das Manifest des weißen Nationalismus:
      Teil 3, Weisser Völkermord

      Greg Johnson

    • Hey, Portland Synagogue Vandal — Whatcha Doin’?

      Jim Goad

      26

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