Nueva Derecha vs. Vieja Derecha
Capítulo 28: Competición por Estatus, Judíos y Convencionalización Racialista
Greg Johnson
English original here
Capítulo 1 aquí, Capítulo 27 aquí, Capítulo 29 aquí
Este artículo fue escrito en diciembre de 2009 en respuesta a un ataque contra Patrick Buchanan por Alex Linder, de Vanguard News Network. Lo reedito aquí, esencialmente inalterado, porque hay algunos puntos que vale la pena considerar.
Linder cree que los escritores que ocupan posiciones intermedias entre el paleoconservadurismo y el Nacionalismo Blanco declarado, o que definen el Nacionalismo Blanco de una manera que no excluye explícitamente a los Judíos, deben ser objeto de ataques especialmente “despiadados”. El objetivo de estos ataques sería “polarizar” el campo político, forzando a la gente a elegir entre el conservadurismo y el Nacionalismo Blanco explícito y anti-Judío.
Entre los objetivos de Linder figuran escritores como Patrick Buchanan, Samuel Francis, Jared Taylor, Peter Brimelow, Richard Spencer y ahora Matt Parrot. Linder incluso acusó a Kevin MacDonald de ser un conservador “implícito”, lo cual no ha ayudado en nada a la credibilidad de Linder.
Un elemento básico de los ataques “despiadados” de Linder es afirmar ―basándose en meras especulaciones, por supuesto― que Buchanan y compañía son cobardes, oportunistas, traidores y demás. Linder, por supuesto, simplemente pretende conocer los verdaderos motivos de estas personas. Yo no conozco mejor que Linder lo que pasa dentro de la cabeza de esta gente, pero, en la siguiente respuesta, ofrezco una explicación del pensamiento estratégico que podría explicar su comportamiento.
Matt Parrot ha ofrecido la mejor crítica a la estrategia polarizadora de Linder. La polarización sólo es aconsejable si uno está en posición de beneficiarse efectivamente de haber forzado una elección. Se necesita tener realmente una alternativa que ofrecer: un vehículo político alternativo, no simplemente una versión online de Arkham Asylum. Obligados a elegir entre el conservadurismo mainstream y el foro de VNN, muchos Nacionalistas Blancos preferirían abandonar todo. Mi propia crítica a la “polarización” es muy simple. Si queremos crear canales de influencia y tirar de la totalidad del espectro político y la cultura dominantes hacia nuestro lado, necesitamos activistas pro-Blancos que ocupen todos los matices del abanico político y apelen a todos los grupos y subgrupos Blancos, así como encontrar formas de establecer redes productivas entre ellos.
En mi artículo “Nacionalismo Blanco y Nacionalismo Judío” (capítulo 13), y en el correspondiente hilo de comentarios online, expongo claramente mis razones para pensar que cualquier alianza con los Judíos es una locura.[1]
Yo colgué este texto como respuesta al artículo de Alex sobre Buchanan en VNN, pero nunca apareció, así que lo publicaré aquí.
Siempre disfruto cuando Alex escribe un ensayo. No tengo tiempo de escudriñar el foro de discusión en busca de sus pequeñas joyas. Dicho esto, estoy totalmente en desacuerdo con su actitud en este aspecto.
Pat Buchanan no nos salvará. Ni Ron Paul. Ni ningún político. Tampoco nos salvará la politiquería racialmente realista. No veo salvación para nuestra raza más que por medio de la creación de un nuevo sistema político, ya sea reemplazando el sistema estadounidense en su conjunto o mediante la secesión.
Pero el Buchanan escritor y comentarista tiene sus virtudes y beneficios.
Linder construye su argumentación sobre estrategia en términos de elaborar un mensaje que apele a la gente ordinaria de pocas luces. No estoy seguro de que ése sea el público correcto. Históricamente hablando, las masas mediocres no cuentan mucho, porque son fácilmente controladas por las élites con acceso al poder político y al poder de moldear las actitudes a través de la educación, la religión y la prensa. ¿Cómo cambiaría la estrategia de Linder si los Nacionalistas Blancos se centraran en cambiar la opinión de las élites Blancas?
Las élites Blancas de EE.UU. no son tontas. Si lo simplón es lo promedio, las élites están por encima de lo simplón. Parte de ellas son diabólicamente inteligentes. Sin embargo, las élites Blancas de EE.UU. se caracterizan por un alto grado de individualismo, conformismo (ambos van de la mano, en realidad), materialismo e inseguridad sobre su estatus. Cuanto más ricas, más inseguras se sienten, porque tienen más que perder.
Pueden perder estatus, por supuesto, porque en EE.UU. el estatus depende más de los logros que del nacimiento. En sociedades más tradicionales, el estatus se adquiere por nacimiento, ya sea uno aristócrata o barrendero. Aquí, el estatus “se gana”.
Ahora, en ambos tipos de sociedad, son los demás los que te “otorgan” el estatus. Si nadie tratara a un aristócrata como aristócrata, entonces no tendría tal estatus. Pero, por alguna razón, en un país como Inglaterra, un aristócrata como sir Oswald Mosley puede adoptar posturas políticas muy radicales, e incluso ir a prisión por ello, pero aún quedaría suficiente gente reconociéndolo como aristócrata como para que su estatus social se viera destruido. En EE.UU., somos mucho más individualistas. Concedemos o negamos estatus en función de lo que cada persona hace o dice, no de quiénes han sido sus padres.
A primera vista, parece un sistema estupendo. Hay, sin duda, menos barreras para la movilidad ascendente. En Estados Unidos, el dinero lo compra todo.
Por desgracia, el dinero tampoco garantiza nada. Así pues, las personas que luchan duro por una movilidad social ascendente también se ven acosadas por la movilidad descendente. Saben que el mismo individualismo que les permitió ascender también les puede hacer caer. Pues si sus socios comerciales, contactos sociales y otras personas les dan la espalda, pueden verse arruinados fácilmente, y que esto ocurra o no es simplemente una cuestión de elección individual, basada en algo no más estable que los cálculos del propio interés.
Tocqueville observó hace tiempo que el individualismo estadounidense va de la mano de un alto grado de conformismo social. ¿A qué se debe esto? He aquí mi teoría: los seres humanos son animales sociales, con una necesidad de aprobación y reconocimiento social. En sociedades individualistas, sin embargo, la extensión de la aprobación y el reconocimiento social es muy condicional y se reevalúa constantemente. Por lo tanto, en sociedades altamente individualistas, hay que estar más atento a estar calibrado y ajustado a la opinión pública. Así pues, un alto grado de individualismo y movilidad social promueve un alto grado de conformismo social, porque la gente también valora la aprobación social y la estabilidad social. (A los ambiciosos les encanta la movilidad ascendente, pero, una vez alcanzan su puesto, quieren aferrarse a él.)
Ésta es la razón por la que la movilidad social en las sociedades individualistas está más al alcance de las personas que combinan inteligencia y ambición con un tipo de personalidad superficial, extravertida y conformista. Chicos de fraternidad con MBA.
Además, cuanto más ambicioso se es, más se necesita la aprobación y el reconocimiento social, porque es necesario asegurarse la cooperación de más gente para hacer cosas más grandes. Así, a medida que uno se acerca a los pináculos del dinero y poder de las élites Blancas, uno encuentra individuos que tienen niveles cada vez más altos de ambición, agresividad, inteligencia aguda, astucia, extroversión, conformismo social y una inseguridad patética e infantil.
Ninguna sociedad sana debería estar gobernada por gente así. Estábamos mucho mejor cuando controlábamos nuestro propio “reino simbólico” ―el reino de las ideas, los ideales, los honores y las opiniones que rigen la concesión y denegación del estatus social―.
Desgraciadamente, ese reino ha sido capturado ahora por una élite extranjera y hostil, los Judíos, que han amañado un nuevo sistema de estatus que premia a los Blancos que traicionan a los suyos y promueven y ejercen comportamientos racialmente destructivos. El segmento de la sociedad más controlado por esta élite hostil es la industria del entretenimiento, la cual está a la vanguardia del comportamiento Blanco racialmente destructivo. Los Blancos de Hollywood obtienen su estatus a través del antinatalismo, el feminismo, la homosexualidad, el mestizaje, la adopción de niños no-Blancos y demás. Donde va Hollywood, va Estados Unidos, si los Judíos que están dirigiendo nuestra destrucción y extinción se salen con la suya.
La cuestión estratégica del Nacionalismo Blanco, por lo tanto, es: ¿cómo pueden los Nacionalistas Blancos cambiar la opinión de la élite cuando nuestros plutócratas tienden a ser superficiales, extrovertidos e inseguros sobre su estatus, el cual resulta estar determinado por nuestros antípodas, los Judíos?
El problema se agrava cuando los propios Nacionalistas Blancos aspiran a alcanzar o mantener el estatus de élite. Aparte de los beneficios personales de tal estatus para los Nacionalistas Blancos, ese estatus también es beneficioso para el movimiento, dado que los miembros de la élite tienen mayor acceso a la élite.
Creo que éste es el contexto en el que hay que entender la estrategia de personas como Samuel Francis, Patrick Buchanan y Jared Taylor. Si yo quisiera 1) promover el Nacionalismo Blanco entre élites inseguras y preocupadas por su estatus, y 2) mantener mi propio estatus y, por tanto, acceso a esas élites, no sería tan estricto con la Cuestión Judía, ya que los Judíos controlan ahora el sistema de estatus de nuestra sociedad, y si se sintieran suficientemente amenazados por gente como Francis, Buchanan y otros, los derribarían y destruirían cualquier acceso que pudieran tener a su público preferido.
Si yo fuera Francis, Buchanan et alii, imagino que jugaría este peligroso juego con los Judíos. Dado que trabajan para derribar y marginar a cualquiera que sea abiertamente insumiso a los Judíos, uno tendría que mostrar cierta transigencia con ellos, específicamente cooperando con cualquier Judío marginal que se asocie con el Nacionalismo Blanco, por ejemplo, Michael Hart, Michael Levin, Marcus Epstein, Paul Gottfried, etc. Estos Judíos obviamente piensan que están ganando algo al cooperar con los Nacionalistas Blancos, aunque sólo sea la oportunidad de espiar nuestras reuniones.
Y también tenemos que dar algo de crédito a dichos Nacionalistas Blancos, puesto que podrían pensar que están utilizando a estos Judíos para impulsar el Nacionalismo Blanco. Quizá sean necios o ingenuos al pensar esto, pero es probablemente lo que piensan.
Si Buchanan y compañía estuvieran simplemente trabajando como fachadas para los Judíos, con el fin de confundir y sabotear al Nacionalismo Blanco, entonces ¿por qué tendrían afiliación pública alguna con los Judíos? ¿No arruinaría eso su tapadera? ¿No dificultaría eso su tarea?
El mero hecho de que personas como Buchanan, Francis y Taylor interactúen de forma colegiada con ciertos Judíos marginales no constituye una prueba de que trabajen para “los Judíos”, es decir, la comunidad Judía organizada. No es una deducción lógica a partir de las premisas. De hecho, tendría más sentido que no se relacionaran con Judíos en absoluto.
Es ciertamente razonable y prudente desconfiar del juicio de los Nacionalistas Blancos que piensan que pueden manipular la opinión Judía para promover nuestra causa. Es ciertamente razonable ser cauteloso al tratar con esa gente. Pero la sospecha no es una prueba, y utilizar a esas personas con cautela no significa que no se las pueda utilizar en absoluto.
Como persona introvertida, tengo poca paciencia con los extrovertidos, y los miembros de la élite altamente extrovertidos e inseguros de su estatus, como George W. Bush, me parecen especialmente desalmados y despreciables. Francamente, ojalá pudiéramos salvar a nuestra raza sin tener que tratar con gente así. En mis momentos más sombríos, me pregunto si puede ser salvada una raza que se deja dirigir por personas que anteponen cuestiones triviales de estatus personal a la supervivencia colectiva, o incluso si merece ser salvada. Hay algo repugnante en la gente que tiene todo el dinero del mundo y se permite menos libertad para decir lo que piensa que un camionero o un cocinero. Tal como N.B. Forrest preguntó una vez en VNN sobre Mel Gibson: ¿cuánto dinero necesita uno para mostrarles a los Judíos el dedo del medio? Ojalá pudiera avergonzar a esta gente, pero no puedo, porque su sentido de la vergüenza está cautivo en manos de nuestros enemigos. Así que tengo poca paciencia para esfuerzos de soft-sell[2] con estas personas sobre la supervivencia de su propia raza. ¿Qué clase de gente necesita que se le venda suavemente su propia supervivencia?
Dicho esto, Pat Buchanan tiene su utilidad. Recomiendo sus libros a los conservadores mainstream inseguros, temerosos y preocupados por su estatus, para empujarlos en la dirección correcta. Si les gusta Buchanan y se sienten cómodos defendiendo su visión del mundo, entonces quizás se les pueda llevar más lejos, leyendo Essential Writings on Race de Sam Francis, luego American Renaissance y luego quizás a Kevin MacDonald.
Incluso si las peores sospechas de Alex sobre Buchanan fueran ciertas, eso no disminuiría en absoluto el valor de sus libros. Incluso si los Judíos lo utilizan para despistar, aún lo podemos utilizar nosotros para destetar a la gente del republicanismo convencional llevándola en dirección al Nacionalismo Blanco. Pensar que tales intentos están condenados al fracaso es subestimar nuestro propio poder y atribuir a los Judíos algún tipo de fuerza oculta de invencibilidad que simplemente no tienen. Así es como piensan los perdedores.
No creo que Pat Buchanan sea nuestro competidor. No creo que sea nuestro enemigo. E, incluso si lo fuera, somos lo suficientemente fuertes e inteligentes como para utilizarlo para nuestros propios fines.
Una última observación: la deprimente verdad que estoy luchando por aceptar es que nuestra raza debe ser salvada a pesar de sí misma y en contra de su voluntad. Ningún organismo sano necesita que le den una justificación moral para su propia supervivencia. Pero los Blancos sí. Desde un punto de vista biológico, esto es enfermizo y decadente. Pero, como no estamos en condiciones de eliminar sin más esta debilidad, tenemos que lidiar con ella. Ésta es la cuestión de estrategia más importante.
Notas
[1] No albergo esperanza alguna de alianzas entre Blancos racialmente conscientes y Judíos, aunque haya situaciones en las que tengamos intereses comunes. En primer lugar, porque no podemos confiar en ellos. En segundo lugar, porque nos odian más que a nadie, e incluso a veces más de lo que se aman a sí mismos. En tercer lugar, porque carecemos de poder y no tenemos nada que ofrecerles. En cuarto lugar, porque si realmente merecemos sobrevivir, tendremos que conseguirlo por nosotros mismos. Pero, aparte de eso, uno no puede considerar la idea de tener relaciones amistosas con invasores que todavía están dentro de las fronteras propias. Una vez que se vayan a Israel, entonces tal vez podamos hablar.
[2] Concepto de marketing y publicidad. Puede entenderse como venta sutil, es decir, una venta que utiliza un mensaje amigable o casual para acercarse a los sujetos a los que se quiere convencer y convertir en compradores (Nota del Traductor).
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