Nueva Derecha vs. Vieja Derecha, Capítulo 11: Lidiando con el Holocausto

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You can buy Greg Johnson’s New Right vs. Old Right here [2]

5.634 palabras

English original here [3], Polish translation here [4]

Capítulo 1 aquí [5], Capítulo 10 aquí [6], Capítulo 12 aquí [7]

INTRODUCCIÓN

Los Nacionalistas Blancos necesitamos abordar el Holocausto, como también necesitamos abordar la Cuestión Judía en general.

Es inútil enfocarse únicamente en la defensa de los Blancos e ignorar a los Judíos, sencillamente porque los Judíos no nos devolverán el favor. Puede que no elijas a los Judíos como enemigos, pero ellos te elegirán a ti. Tal vez te gustaría ver a los Judíos como Blancos, pero los Judíos se ven a sí mismos como un pueblo distinto. Así pues, ellos ven cualquier otro nacionalismo que no sea el suyo como una amenaza.

Es inútil que los Nacionalistas Blancos ignoren el Holocausto, porque el Holocausto es una de las principales herramientas con las que el Judío trata de estigmatizar el orgullo étnico y la autoafirmación de los Blancos. En cuanto una persona Blanca exprese el más mínimo atisbo de nacionalismo o conciencia racial, se le preguntará: “¿Y el Holocausto? No estarás defendiendo el genocidio, ¿verdad?”

El Holocausto es específicamente un arma de intimidación moral. Se presenta sistemáticamente como lo peor que ha ocurrido nunca, la mayor maldad del mundo. Cualquiera que defienda eso, o cualquier cosa relacionada, es por tanto malvado por asociación. Se evoca el Holocausto para arrojar a los Blancos altivos al pozo moral más profundo del mundo, del que tendrán que rescatarse ellos mismos antes de poder decir otra palabra. Y más vale que esa palabra sea una disculpa. Tomando prestada una frase de Jonathan Bowden, el Holocausto es una “nube” moral sobre la cabeza de los Blancos.

Entonces, ¿cómo pueden los Nacionalistas Blancos disipar esa nube? Necesitamos una respuesta a la cuestión del Holocausto. Como adepto de la Nueva Derecha, la respuesta corta es simplemente ésta: la Nueva Derecha defiende un etnonacionalismo para todos los pueblos. Creemos que esta idea puede convertirse en hegemónica a través de la transformación de la cultura y las conciencias. Creemos que puede lograrse mediante particiones territoriales y transferencias pacíficas de población. Así pues, mantenemos los valores, los objetivos y el marco intelectual de la Vieja Derecha. En lo que diferimos es en que nosotros rechazamos la política de partidos, el totalitarismo, el imperialismo y el genocidio de la Vieja Derecha.

La idea del etnonacionalismo es verdadera y buena, independientemente de los crímenes, errores y desgracias ―reales e imaginarios― de la Vieja Derecha. De ese modo, no sentimos ninguna necesidad de “negar”, minimizar o revisar el Holocausto, de la misma manera que la Nueva Izquierda no ha sentido necesidad de vincular sus proyectos a un “revisionismo del Gulag”.

¿QUÉ ES EL HOLOCAUSTO?

Entiendo por Holocausto la afirmación de que hasta seis millones de Judíos europeos fueron ejecutados durante la Segunda Guerra Mundial por el Tercer Reich y sus aliados, como parte de una política de genocidio sistemático e intencionado, es decir, el exterminio de todo un pueblo o grupo.

¿QUÉ ES EL REVISIONISMO?

La Historia es lo que realmente ocurrió. La historiografía es el registro y la interpretación de la Historia creados por seres humanos finitos y falibles. A medida que descubrimos nuevos hechos históricos, y las mentiras, los errores y los prejuicios de los historiadores pasados, debemos revisar en consecuencia la historiografía. El revisionismo histórico es simplemente el proceso de crítica a las narrativas históricas para ajustarlas a los hechos históricos.

El revisionismo histórico es, en principio, una tarea infinita, ya que cada historiador interpreta datos limitados dentro de unos marcos particulares. Pero los datos siempre pueden cambiar, y las interpretaciones siempre pueden ser cuestionadas. El revisionismo es, por lo tanto, un elemento permanente y necesario en la búsqueda de la verdad histórica.

¿QUÉ ES EL REVISIONISMO del HOLOCAUSTO?

El revisionismo del Holocausto cuestiona principalmente los hechos de la narrativa del Holocausto, enfocándose generalmente en el total de muertos y las técnicas de exterminio. El revisionismo del Holocausto es un campo de investigación histórica completamente legítimo, simplemente porque toda narrativa histórica está sujeta a revisión.

Más allá de eso, el revisionismo sobre las atrocidades de guerra es necesario porque las guerras siempre generan propaganda, y gran parte de la propaganda de guerra no es verdad. En el caso del Holocausto, por ejemplo, las viejas historias sobre jabón humano y lámparas con piel humana han sido ya reconocidas como falsas incluso por los historiadores convencionales, incluidos los historiadores Judíos. Y hay tantas memorias sobre el Holocausto que han sido desenmascaradas como falsas que ya constituyen todo un nuevo género literario.

El revisionismo del Holocausto no es lo mismo que el revisionismo sobre el Tercer Reich o las causas, el desarrollo y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Tampoco constituye revisionismo histórico del Holocausto comparar el Holocausto con otros genocidios o analizar su significado global.

Por ejemplo, Some Thoughts on Hitler and Other Essays,[1] [8] de Irmin Vinson, trata el rol del Holocausto en la estigmatización y supresión de la conciencia racial Blanca en la actualidad. Pero no es una explicación revisionista sobre los eventos fácticos del Holocausto.

EL REVISIONISMO DEL HOLOCAUSTO NO ES NECESARIO PARA UN NACIONALISMO BLANCO

Para que quede claro: creo que el revisionismo del Holocausto es un campo legítimo de investigación histórica, porque todas las formas de revisionismo histórico son legítimas, dada la naturaleza necesariamente parcial, finita y, por lo tanto, revisable de la historiografía. Creo que todas las leyes que penalizan el revisionismo del Holocausto deberían ser desechadas cómo oscurantismo anti-intelectual y cuasi religioso. Creo que todos los revisionistas deben ser puestos en libertad. He conocido a muchos destacados revisionistas y, salvo un par de excepciones, creo que son personas honestas y honorables. Les deseo lo mejor.

No estoy diciendo que deberíamos evitar el revisionismo del Holocausto porque vaya a atraer mala prensa. No me preocupo por tales cosas, ya que siempre tendremos mala prensa ―hasta que nosotros controlemos la prensa―.

Simplemente deseo argumentar que el revisionismo del Holocausto no es un componente necesario para nuestro proyecto intelectual. No lo necesitamos. Que no es lo mismo que decir que sea un obstáculo, o que no pueda ser de ayuda en ciertas circunstancias, aunque argumentaré que frecuentemente es una distracción.

Personalmente, desde que me involucré en la escena Nacionalista Blanca, nunca me ha interesado realmente el revisionismo del Holocausto, simplemente porque mi preocupación principal es el genocidio que se está cometiendo contra nuestro propio pueblo hoy en día, no los crímenes reales o imaginarios cometidos por nuestro pueblo en el pasado. Y me da la impresión de que el Holocausto tiene poco que ver con las causas profundas de nuestro aprieto racial, y menos aún con las soluciones.

Hay un débil sentido en el cual el revisionismo del Holocausto no está necesariamente conectado con el Nacionalismo Blanco, a saber, tienen objetivos muy diferentes, lo que hace de ellos empresas muy diferentes. El objetivo propio del revisionismo del Holocausto es la verdad histórica. El objetivo del Nacionalismo Blanco es la creación de Estados Blancos. Aunque las filas de los revisionistas y Nacionalistas Blancos se solapen, no existe necesariamente una conexión entre esos dos objetivos. Lo cual no quiere decir que necesariamente entren en conflicto.

Por ejemplo, hay muchos revisionistas del Holocausto que no son Nacionalistas Blancos, como Bradley Smith, Robert Faurisson y Roger Garaudy. Y hay Nacionalistas Blancos que no son revisionistas del Holocausto. De hecho, hay algunos que esperan que los revisionistas estén equivocados.

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You can buy Irmin Vinson’s Some Thoughts on Hitler & Other Essays here [10].

Otros, como yo, simplemente sostienen que el revisionismo, ya esté acertado o equivocado, simplemente no es necesario para el proyecto Nacionalista Blanco. La versión oficial del Holocausto podría ser totalmente cierta, y aún seguiría sin implicar que haya algo malo en el Nacionalismo Blanco y en el objetivo de acabar con el poder Judío sobre nuestro destino y separar físicamente a Blancos y Judíos.

Por supuesto, para los nacionalistas alemanes y austriacos, particularmente aquéllos que quieren rehabilitar el Nacional Socialismo clásico, pareciera haber una conexión inextricable entre el revisionismo del Holocausto y sus objetivos políticos prácticos. Pero diré que, incluso en este caso, el revisionismo del Holocausto no sería necesario para que el nacionalismo alemán o austríaco reaparezca de entre las llamas.

Nada les impide a los nacionalistas alemanes o austríacos decir: “Si la lección del Holocausto es que el genocidio es malo y la mejor defensa contra el genocidio es tener un Estado propio, creemos que esta lección también es aplicable a nosotros. Dejaremos de existir como pueblo si no tenemos control sobre nuestras propias fronteras y destino. Es hora de un nuevo nacionalismo. Simplemente nos negamos a ligar nuestro destino a lo que ocurriese en la Segunda Guerra Mundial. Ya está superado. Hemos salido adelante. Los Judíos ya no son objeto de ningún genocidio activo y continuado, pero nosotros sí.”

Así pues, si el objetivo de uno es la verdad histórica sobre el Holocausto, rehabilitar el Nacional Socialismo y el Tercer Reich o limpiar al pueblo alemán de libelos de sangre, entonces el revisionismo del Holocausto tiene perfecto sentido. Ninguna otra cosa servirá realmente. Pero si el objetivo de uno es el Nacionalismo Blanco, el revisionismo del Holocausto no es necesario.

EL HOLOCAUSTO Y EL PODER JUDÍO

Quienes sostienen que el revisionismo del Holocausto es un componente necesario del Nacionalismo Blanco suelen afirmar que el Holocausto es el fundamento del régimen genocida anti-Blanco posterior a la Segunda Guerra Mundial.

El Holocausto es realmente la principal fuente de culpa Blanca, la principal herramienta para estigmatizar la conciencia étnica y nacional Blanca.

¿Cuáles son las “lecciones” del Holocausto? El Holocausto se utiliza, simultáneamente, para justificar el racismo, el nacionalismo y la autoafirmación de los Judíos, y para estigmatizar el racismo, el nacionalismo y la autoafirmación de los Blancos.

Por lo tanto, razonan algunos Nacionalistas Blancos, si se pudieran refutar las principales afirmaciones sobre el Holocausto (si se puede reducir el número de muertos, si las cámaras de gas pueden quedar expuestas como un mito, etcétera), entonces todo el tinglado de la culpa y la extorsión anti-Blanca se desmoronaría.

Pero, ¿es eso cierto?

Los revisionistas han estado socavando las afirmaciones del Holocausto desde 1945. Las cabezas encogidas, el jabón humano y las pantallas de lámparas de piel humana han sido silenciosamente retirados. Las cámaras de gas homicidas han migrado de Alemania y Austria a Polonia. Se ha revisado a la baja el número de muertos en los distintos lugares. Se han desenmascarado muchas memorias y testimonios falsos. Y todos estos hallazgos han sido aceptados por los historiadores convencionales.

Sin embargo, ¿ha disminuido esto el poder cultural del Holocausto sobre los Blancos? Quizás ha ralentizado un poco al monstruo, pero, por lo que veo, aún sigue apisonándonos. Es más, en términos generales, no veo efecto alguno en la hegemonía política y cultural Judía, que es más fuerte que nunca.

Por supuesto, si los revisionistas pudieran anotar un gran golpe ―si, por ejemplo, tienen razón sobre las cámaras de gas en Auschwitz―, no hay duda de que la clase dirigente Judía sufriría una vergüenza considerable y una gran pérdida de credibilidad y prestigio a ojos de los Blancos. Eso ciertamente no podría hacer daño al Nacionalismo Blanco. Pero, ¿constituiría realmente un golpe decisivo contra el poder Judío?

Creo que no, por las siguientes razones.

Primero, como ha señalado Mark Weber, el poder cultural y político del Holocausto no es el fundamento del poder Judío; es una expresión del poder Judío preexistente.[2] [11]

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los Judíos ya tenían una enorme cantidad de poder en los Estados Unidos: poder suficiente para llevarnos a dos guerras, por ejemplo. El poder Judío se sostenía sobre una sobrerrepresentación en la banca, los negocios, el derecho, la política, el mundo académico y los medios de noticias y entretenimiento.

Si el Holocausto perdiera de repente toda su potencia como herramienta de intimidación moral, los Judíos tienen el talento, el dinero, el poder y la mala voluntad para endilgarnos uno nuevo. Los Blancos nunca seremos libres hasta que identifiquemos y derrotemos las verdaderas fuentes del poder Judío. Y, desde ese punto de vista, enfocarse demasiado en el Holocausto es superficial y puede funcionar como una distracción. El Holocausto es como el capote rojo de un torero. Los toros hemos de dejar de cargar contra el capote y empezar a enfocarnos en el hombre que lo usa.

Segundo, el total de muertes del Holocausto nunca será rebajado a cero. En una guerra en la que murieron innumerables personas inocentes de todos los países, seguramente también murieron innumerables Judíos inocentes, y en última instancia eso es todo lo que el Holocausto necesita para sobrevivir. Podrían suprimirse las cámaras de gas, la intención genocida y todo lo demás, pero la pobrecita Ana Frank y muchos otros como ella seguirían estando muertos.

Tercero, la lástima por víctimas Judías inocentes que nuestra gente siente no se verá alterada, aunque esté convencida de que muchos de los supervivientes del Holocausto y las potencias Aliadas explotaron sus muertes con fines políticos y financieros y las adornaron con escandalosas difamaciones contra el pueblo alemán. Las víctimas no dijeron mentiras sobre el Holocausto (jabón, lámparas de piel, etcétera). Los supervivientes sí. Los gobiernos Aliados sí. Los dirigentes Judíos también. Pero los muertos no cuentan cuentos.

Cuarto, si se demostrara que muchas de las afirmaciones clave del Holocausto son falsas, los supervivientes del Holocausto podrían seguir presentándose como víctimas, toda vez que fueron los poderes Aliados los que fabricaron atrocidades alemanas para justificar retroactivamente sus propios crímenes de guerra. Los Judíos a los que se engañó para pensar que toda su familia había sido exterminada podrían haber perdido la oportunidad de encontrar a sus seres queridos porque los creían muertos.

En realidad, esto sería una ganancia política para los Judíos, porque los Judíos han trabajado muy duro para que todos los Blancos sintamos una culpa espuria por el Holocausto, incluso los ciudadanos de las potencias Aliadas que habrían terminado con el Holocausto. Sin embargo, si los Aliados fabricaron elementos clave de la narrativa del Holocausto, entonces serían realmente culpables de un gran crimen contra los Judíos, lo que abriría nuevas y vastas perspectivas de indemnizaciones.

Quinto, el Holocausto puede que sea el elemento de culpa anti-Blanca más efectiva y útil para los Judíos ―ya que simultáneamente apoya su nacionalismo y socava el nuestro―, pero ciertamente no es el único. Hay demasiados Blancos que se humillan e inmolan alegremente por crímenes históricos como la esclavitud de los Negros, la conquista y la desposesión de los pueblos indígenas de todo el mundo, e incluso el exterminio de incontables especies animales. Algunos Blancos parecen casi ansiosos por creer que nuestros ancestros exterminaron a los neandertales, para poder sentirse culpables de eso también. Por supuesto, estaría bien poder clarificar la Historia en todos estos asuntos, pero el verdadero problema es moral.

LAS CAUSAS MORALES DEL DECLIVE BLANCO

La fuente última del poder del Holocausto sobre nosotros es la inclinación que tiene nuestro pueblo hacia la culpa colectiva y la autodegradación. No habría cantidad suficiente de propaganda Judía que pudiese vendernos las “lecciones” del Holocausto si no estuviéramos ya dispuestos a comprarla. El verdadero problema del Holocausto es psicológico y moral, y el revisionismo histórico simplemente no lo aborda. Es un problema que sólo puede resolverse por medios psicológicos y morales. A menos que lidiemos con la verdadera raíz del problema, los Blancos estarán tan dispuestos a rebajarse y arruinarse a sí mismos por 600.000 Judíos muertos como por seis millones.

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You can buy Greg Johnson’s The White Nationalist Manifesto here [13]

El hecho de que el problema último esté dentro de nosotros no exime de culpa, sin embargo, a la comunidad Judía por explotarlo al servicio de fines perversos.

Para que quede claro, no estoy objetando a sentir simpatía por las víctimas de la injusticia. Tampoco me opongo a sentir vergüenza por el mal comportamiento propio o ajeno, especialmente de aquéllos que actúan en nuestro nombre. Son signos de salud moral.

A lo que me opongo es a la culpa colectiva y a la penitencia colectiva: la idea de que los Blancos de hoy son colectivamente culpables de lo que los Blancos han hecho en el pasado y deben expiar colectivamente esos crímenes. Creo que hay bienes y males colectivos. Estoy a favor del orgullo y la vergüenza colectivos. Pero no creo en la culpabilidad colectiva. Los individuos son sólo culpables de las cosas que ellos hacen, incluso cuando actúan en grupo. Es perfectamente razonable el sentir lástima y vergüenza por la extinción del dodo o el alca gigante. Pero yo no soy culpable de las acciones realizadas por otros mucho antes de que yo naciera.

Una de las más desagradables, pero menos dañinas, manifestaciones de culpa y penitencia colectivas es pedir perdón colectivamente por males pasados. Al rey de España, por ejemplo, le pidieron que se disculpase por la Reconquista, es decir, la reversión de la conquista mora de España. Un pueblo sano hubiera respondido a tal insolencia con una carcajada (y habría arrojado a un pozo a quienquiera que lo hubiera sugerido). Después de todo, ¿dónde está la disculpa de los moros por la Conquista?

Luego está el grupo de cristianos Blancos que desfiló custodiado por Negros llevando cadenas y yugos para pedir perdón por el comercio de esclavos. Por supuesto, los musulmanes, los Judíos y los Negros africanos no vieron necesidad de disculparse por el papel de sus pueblos en el comercio de esclavos.

Es esta mentalidad la que ha permitido a los Judíos transformar el Holocausto en un fetiche moral ante el cual los Blancos se encogen como vampiros frente a la cruz.

Los efectos morales y psicológicos de la culpa colectiva son desmoralización y auto-odio colectivo, lo cual conduce a la pérdida de destino colectivo. Ya no pensamos que el mundo es un lugar mejor gracias a nuestra gente, que tenemos algo bueno que aportar al universo.

Se podría escribir un libro entero sobre las consecuencias de la desmoralización Blanca. Creo que es un factor que influye en todo, desde las bajas tasas de natalidad hasta el mestizaje, pasando por nuestra disposición a exponernos a la molesta música Negra.

Pero la consecuencia más importante de la desmoralización Blanca es nuestra falta de voluntad para tomar partido a favor nuestro en los conflictos étnicos con cualquier otro grupo del planeta. Y, como Michael Polignano ha argumentado convincentemente, negarse a tomar partido por uno mismo en un conflicto étnico es el camino hacia la desposesión y la extinción colectivas.[3] [14] (Ésta es la razón por la cual nuestros enemigos promueven tales actitudes en primer lugar.)

Nuestra moralidad nos ha enfermado, podrido, debilitado y nos ha hecho despreciables, y sólo una revolución moral, lo que Nietzsche llamó la transvaloración de los valores, nos salvará. Éste no es el lugar para desarrollar plenamente la transvaloración. Pero me referiré a su relación con la cuestión del Holocausto.

REVISIONISMO VS. TRANSVALORACIÓN

El revisionismo del Holocausto no sólo no aborda las causas morales del problema, sino que las refuerza sutilmente. Tanto los promotores como los revisionistas del Holocausto comparten una premisa común: si el racismo de los Blancos, su nacionalismo, su autoafirmación, etc., condujeron al Holocausto, a la trata de personas, a Jim Crow, etc., entonces son malos. Los revisionistas no desafían la parte moral de esta premisa, simplemente discuten los hechos.

Pero la respuesta más esencial es negar la premisa moral: no hay nada malo en el racismo, el nacionalismo y la autoafirmación de los Blancos. Nada de eso entra necesariamente en conflicto con los intereses legítimos de otros pueblos, y en los casos en los cuales nuestros intereses entren en conflicto con los de los demás, es perfectamente correcto que tomemos partido por los nuestros. Atacar la dimensión moral del problema es como cortar el tronco de un árbol, mientras que el revisionismo es como recortar las ramas.

¿CUÁNTO DEBERÍA IMPORTAR EL PASADO?

Hay un sentido en el que el pasado simplemente no importa a un pueblo con suficiente vitalidad y destino. Sí, deberíamos honrar nuestra herencia. Sí, deberíamos aprender de la Historia. Pero ningún pueblo sano debería permitir que el pasado se vuelva un peso muerto que le impida buscar un futuro mejor.

Desde el punto de vista de un organismo vital, la memoria debería ser tan selectiva como el proceso digestivo, que separa nutrientes de toxinas y desperdicios, absorbiendo los nutrientes y excretando, es decir, olvidando, el resto tan rápido como sea posible.

Los individuos que tienen una larga memoria para las cosas negativas, como la gente con vientres lentos, enferman al retener desechos que deberían ser excretados. Lo mismo ocurre con pueblos enteros. Los grandes hombres y los grandes pueblos necesitan tener la capacidad de olvidar lo negativo para poder seguir adelante con su vida.

Cuanto más grande es la memoria, más pequeño es el hombre; es decir, cuanto más larga es la memoria para los desaires, más mezquina y enfermiza es el alma. Cuanto más grande es el pasado, más pequeño es el futuro; es decir, cuanto más esté uno atado a su pasado ―especialmente a lo negativo― menos vitalidad tiene, menos capacidad para proyectar un futuro.

Y, para llevar la analogía un paso más lejos, quienes insisten constantemente en los aspectos negativos del pasado están intentando hacerte comer el equivalente psíquico de la mierda. Están tratando de envenenarte. No quieren lo mejor para ti.

Claro que es bueno poner las cosas en su sitio. Pero desde el punto de vista del proyecto existencial y práctico de asegurar la existencia de nuestro pueblo, no es necesario. Porque los meros hechos históricos, sean los que sean, nunca deben disuadirnos.

EL HOLOCAUSTO DESDE EL PUNTO DE VISTA BLANCO

Parte del poder del Holocausto reside en la idea de que es el mayor crimen de la Historia, lo peor que ha pasado jamás. Ésta es una afirmación factual, que puede refutarse fácilmente. Lenin, Stalin y Mao mataron a más de seis millones de personas cada uno. (Hasta cerca de 15 millones de personas murieron en la URSS bajo liderazgo de Lenin, durante la revolución y la guerra civil, antes de que Stalin llegara al poder.)

Ajustar el total de muertes del Holocausto es obviamente relevante para saber el lugar que ocupa en la jerarquía de las atrocidades humanas. ¿Se coloca antes o después de los millones de civiles alemanes asesinados durante y después de la Segunda Guerra Mundial por las potencias Aliadas? ¿Qué relación guarda con los 1,5 a 4 millones de personas que murieron en la hambruna de Bengala de 1943, provocada por los británicos? ¿Cómo se compara con los cerca de 2 millones de armenios, asirios, kurdos y griegos que fueron asesinados por los turcos entre 1915 y 1920, o con los 1,7 millones de camboyanos que fueron asesinados por Pol Pot de 1975 a 1979?

Sin embargo, desde el punto de vista Judío, esas sutilezas son irrelevantes, porque tanto si el número de muertos es de seis millones como si es de 600.000, el Holocausto sigue siendo lo peor que les ha pasado a los Judíos.

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You can buy The Alternative Right, ed. Greg Johnson, here [16]

El problema es que los Judíos han logrado que los demás aceptemos la perspectiva Judía del Holocausto cómo la única perspectiva, la perspectiva de la “humanidad”, que para los Judíos significa sólo los Judíos, pero para los Blancos significa todo el mundo. Los Blancos necesitamos desarrollar una perspectiva propia sobre el Holocausto.

Desde un punto de vista general humano, las cifras del Holocausto también son irrelevantes, porque incluso si 16 millones de Judíos hubiesen muerto en la Segunda Guerra Mundial, ciertamente no es lo peor que le ha pasado a la humanidad. Tal cosa habría sido el comunismo.

Desde un punto de vista Blanco, las cifras del Holocausto son igualmente irrelevantes, porque lo peor que le ha ocurrido a nuestra raza también se ha cobrado mucho más que seis millones de vidas. Tal cosa habría sido la tiranía del poder Judío sobre los Blancos, siempre y dondequiera que ha ocurrido, lo cual incluye el comunismo en la URSS y el Este europeo, la introducción de EE.UU. en la Primera Guerra Mundial, el importante papel que desempeñó en el fomento de la Segunda Guerra Mundial y el papel protagonista en el establecimiento del sistema de la postguerra, en el que las bajas tasas de natalidad Blanca y la inmigración de no-Blancos de alto índice reproductivo amenaza a los pueblos Blancos de todo el mundo con la desposesión política, la aniquilación cultural y, si las tendencias actuales continúan, la extinción biológica.

Pero incluso si el Holocausto fuera lo peor que ha pasado jamás, 1) no es nuestra culpa, y 2) tenemos que preocuparnos de nuestro propio genocidio, lento y continuado. Así que, al final, ¿realmente importan los números a un pueblo con voluntad de futuro?

¿PODRÍA OCURRIR REALMENTE “OTRO HOLOCAUSTO”?

La lección más insistentemente cacareada del Holocausto es que más vale que los Blancos no contemplen nunca más la posibilidad de separarse de los Judíos, no vaya a ser que eso lleve a “otro Holocausto.” Pero esto no tiene sentido.

Primero, si fuera realmente una cuestión de “ellos o nosotros”, cualquier pueblo sano tomaría partido a favor de sí mismo.

Segundo, los Judíos han sido expulsados muchas veces de tierras Blancas, y no todas esas expulsiones resultaron en masacres. De hecho, algunas de ellas probablemente evitaron masacres.

Tercero, los Judíos tienen ahora un lugar a donde ir: un terruño que no les negará refugio.

Cuarto, Israel tiene cientos de armas nucleares que desalentarán eficazmente cualquier futura masacre de Judíos.

Nunca ha sido mejor momento para que los Blancos nos separemos de los Judíos.

REVISIONISMO Y RETÓRICA

Desde un punto de vista práctico y político, el revisionismo del Holocausto es una forma bastante torpe de lidiar con la cuestión del Holocausto.

Imagina que estás protestando por algún mal hecho por los Judíos y te dicen que los Judíos tienen derecho a hacer X debido al Holocausto. ¿Les contestas que el Holocausto es una “mentira” y luego entras a discutir las cifras? ¿O simplemente respondes que “dos males no hacen un bien”?

Imagina que estás repartiendo folletos contra la inmigración y alguien se te acerca y te dice: “lo que estás haciendo es lo mismo que condujo al Holocausto”. ¿Mencionas el Informe Leuchter? ¿O simplemente dices lo siguiente?: “A menos que detengamos la inmigración, el pueblo Blanco no tiene futuro en este país, y eso también es genocidio. Estamos librando batalla contra nuestro propio ‘Holocausto’.”

La primera respuesta es moral. La segunda puede calificarse de política. Por regla general, los argumentos morales y políticos son más convincentes que los históricos o científicos, porque estos últimos requieren conocimientos especializados y largas explicaciones, mientras que los primeros pueden formularse de forma concisa y basarse en intuiciones morales y políticas comunes, y por lo general las intuiciones morales de la gente son más sanas que la bazofia moral tóxica que escupen las iglesias, las escuelas y los mass media.

LA VERDADERA LECCIÓN DEL HOLOCAUSTO

Generalmente, la “lección” del Holocausto se reduce a: el racismo, el nacionalismo y la autoafirmación de los Judíos son buenos; el racismo, el nacionalismo y la autoafirmación de los Blancos son malos. El fallo de esta postura no tiene nada que ver con hechos históricos. Es simplemente un doble rasero moral, que es la esencia de la moralidad tribal Judía. Dicha postura es perfectamente coherente con la moral Judía de “vive y deja morir”, ya que ambos lados del doble rasero benefician a los Judíos.

La respuesta Blanca debería ser, para empezar, señalar el doble rasero. Pero no podemos parar ahí, en una postura de universalismo ingenuo y agraviado. También hay que señalar que los Judíos son muy conscientes de tal doble rasero y están muy satisfechos con él: es esencial para la perspectiva moral Judía. Los Judíos son un pueblo moralmente diferente, y necesitamos reconocerlo.

Pero la respuesta no es adoptar nuestra propia versión de ética Judía ―predicar universalismo para ellos mientras practicamos etnocentrismo para nosotros―, por al menos seis razones:

Primero, los Judíos no son tan estúpidos como los Blancos, y nunca se lo creerían.

Segundo, los Judíos pueden permitirse el lujo de mantener diferentes varas de medir porque ellos tienen el poder de hacer que trabajen en su favor. Los Blancos no tenemos ese tipo de poder, así que no tenemos nada que ganar sacrificando nuestra consistencia.

Tercero, nuestros hermanos Blancos tienen una fuerte predisposición hacia el universalismo, e ignorarla hace nuestra tarea mucho más difícil.

Cuarto, los Blancos tienden a indignarse ante las violaciones de la universalidad y la reciprocidad. ¿Por qué no canalizar toda esa ira hacia nuestros enemigos en vez de compartirla entre nosotros?

Quinto, filosóficamente hablando, el etnocentrismo, el etnonacionalismo y la autoafirmación étnica son principios perfectamente universalizables. Pueden ser admitidos por todos los pueblos. La Nueva Derecha defiende el etnonacionalismo para todos.

Por último, los Judíos han invertido mucho en educación y concienciación sobre el genocidio. ¿Por qué no hacer que eso funcione en nuestro favor, para variar?

Si la lección del Holocausto es que los pueblos necesitan sus propios Estados, orgullo étnico y separación étnica para librarse del genocidio, entonces los Blancos necesitamos exigir que este principio se nos aplique también a nosotros, pues aunque los Judíos nunca han estado más seguros ―con su Etnoestado asentado sobre una montaña de armas nucleares―, los Blancos de todos los países nos vemos enfrentados a tasas de natalidad decrecientes y a poblaciones repletas de invasores no-Blancos, una tendencia incompatible con nuestra supervivencia a largo plazo. Eso también es genocidio, según la definición de Naciones Unidas. El Nacionalismo Blanco consiste en resistirse al genocidio Blanco.

Los seguidores del mantra de Bob Whitaker han hecho una importante contribución al Nacionalismo Blanco al inyectar el meme del genocidio Blanco a lo largo y ancho de la cultura. Es evidente que entienden que tendrán un impacto mayor con un discurso construido sobre la concienciación del genocidio en lugar de tratar de mordisquear sus bordes con el revisionismo del Holocausto. Y uno puede hacer esto con toda seriedad, porque, después de todo, el genocidio es realmente algo malo.

¿POR QUÉ ES CRIMINALIZADO EL REVISIONISMO?

El revisionismo del Holocausto es ilegal en 17 países y subiendo. En Francia, Jean-Marie Le Pen, Roger Garaudy, Jean Plantin y Robert Faurisson han sido encarcelados y/o multados por revisionismo del Holocausto. En Alemania, Ernst Zündel, Germar Rudolf, Sylvia Stolz, Horst Mahler, Dirk Zimmerman y monseñor Richard Williamson han sido encarcelados y/o multados. En los casos de Zündel y Mahler, fueron sentenciados a cinco años. En Suiza, Jürgen Graf, Gerhard Förster y Gaston-Armand Amaudruz han sido encarcelados y/o multados. En Austria, David Irving y Wolfgang Fröhlich han sido encarcelados, el segundo por seis años. Otros se han visto obligados a exiliarse.

Se podría argumentar que nadie prohíbe lo que no teme, por lo que, si el revisionismo del Holocausto está prohibido, debe ser porque es temido por el Poder. Se podría argumentar lo mismo sobre las agresiones criminales, las bombas, los incendios provocados, los despidos, el acoso profesional y el ostracismo social a los que también han sido sometidos los revisionistas del Holocausto.

Pero el hecho de que el revisionismo del Holocausto sea perseguido aún hoy no implica que sea un componente necesario o efectivo para el Nacionalismo Blanco. Además, el miedo no es el único motivo para la persecución. El odio probablemente desempeña un papel más importante. El Holocausto es un tema altamente emocional entre los Judíos, por lo que el revisionismo sería perseguido aun cuando no tuviera conexión alguna con un programa político concreto y no amenazara a ningún poder político. De hecho, los revisionistas del Holocausto que no tienen vínculos con el Nacionalismo Blanco también han sido perseguidos. Por último, si los Nacionalistas Blancos que no se vinculan con el revisionismo del Holocausto se vuelven más efectivos (como creo que ocurrirá), entonces puede que les esperen persecuciones aún peores.

CONCLUSIÓN

En resumen, he argumentado que los Nacionalistas Blancos necesitan lidiar con el problema del Holocausto. He argumentado que la raíz del problema es la disposición de nuestra gente a aceptar una culpa inmerecida y a castigarnos por ello. El problema, en pocas palabras, es psicológico y moral, no histórico. Por tanto, el revisionismo del Holocausto no es la respuesta. No es necesario para el Nacionalismo Blanco. En el mejor de los casos, puede complementar un argumento esencialmente moral a favor del Nacionalismo Blanco. En el peor de los casos, nos distrae de abordar las causas más profundas del poder Judío y la debilidad Blanca.

Quiero finalizar con unas palabras de Jonathan Bowden, quien ha servido de gran inspiración para lo que he escrito aquí. Cuando a un representante del renacimiento Blanco se le pregunta “¿cuál es entonces tu postura sobre la shoah?”, Bowden recomienda simplemente decir: “eso ya ha quedado atrás”.[4] [17] Queriendo decir que lo hemos superado, que seguimos adelante, que el futuro llama, que somos un pueblo que desea volver a tener un futuro y que reconocemos que el Holocausto está siendo utilizado para abortar ese futuro.

A la réplica de: “¿Qué quieres decir con que ‘ya ha quedado atrás’? ¿Estás minimizando su importancia para la humanidad?”; Bowden aconseja responder: “¡Estamos minimizando su importancia para nuestra forma de humanidad!”

Me gustaría poder preguntarle a Bowden qué quiso decir con “nuestra forma de humanidad”. Obviamente, se refiere a los Blancos. Pero, lo supiera o no, creo que se refiriere sólo a un subconjunto de Blancos.

Los Blancos, en su totalidad, son hoy una raza sin futuro. El Nacionalismo Blanco desea salvar a nuestra gente, pero la triste verdad es que no podemos salvarla a toda. Somos muy pocos, la putrefacción es demasiado profunda y la hora es demasiado tardía.

Por consiguiente, en última instancia, no se trata tanto de salvar a nuestro pueblo como de convertirnos en un pueblo nuevo. De ahí que “nuestra forma de humanidad” consista específicamente en Blancos que, mediante una revolución nietzscheana de valores, han superado el poder Judío y la debilidad Blanca en sus raíces mismas, convirtiéndose así en Blancos que, una vez más, tienen futuro.

Notas

[1] [18] Irmin Vinson, Some Thoughts on Hitler and Other Essays, ed. Greg Johnson (San Francisco: Counter-Currents, 2011).

[2] [19] http://www.ihr.org/weber_revisionism_jan09.html [20]

[3] [21] http://www.counter-currents.com/2010/09/taking-our-own-side-2/ [22]

[4] [23] http://www.counter-currents.com/2012/05/revisionism/ [24]