Sumisión de Michel Houellebecq

Submission [1]3,647 words

English original here [2]

Michel Houellebecq
Submission: A Novel [3]
Trans. Lorin Stein
London: Heinemann, 2015

Michel Houellebecq es uno de los novelistas más finos, de los actualmente vivos. Su novela más reciente, Sumisión, está ahora en inglés. Confirma mi ampliamente sostenida sospecha de que Houellebecq es un hombre de Derecha, ya sea que lo admita o no – con nosotros, o incluso consigo mismo.

Houellebecq hace tiempo que es uno de los críticos más salvajes de la decadencia e hipocresía liberal. Pero Sumisión revela que él es también un estudiante de la literatura de Derecha, mostrando un conocimiento amplio y familiar con demografía, eugenesia, Tradicionalismo, nacionalismo europeo, distribucionismo, diferencias sexuales y raciales biológicas, identitarianismo (que él llama “indígenas europeos” en el libro), y las críticas al islam.

Sumisión (una traducción de “Islam”) cuenta la historia de una toma del poder musulmana en francia en 2022. El Frente Nacional y un ficcional Partido de la Hermandad Musulmana llegan a la última instancia de una elección nacional francesa. El día de la elección, están cuello a cuello. Urnas son robadas, invalidando las mesas. Otra votación se programa para el siguiente domingo, pero mientras tanto, los partidos conservadores y socialistas se unen a los muslumanes en un “Frente Republicano” para mantener a Marine Le Pen fuera del poder. Una vez instalados, la Hermandad Musulmana instituye políticas de gran amplitud en lo que conscierne a la economía, la educación y la política internacional, reformas designadas a transformar la hegemonía musulmana en algo permanente. Bélgica es el próximo en caer, pero toda Europa está condenada debido a la integración política y económica del mundo islámico en la Unión Europea.

El escenario de Houellebecq es altamente improbable, al menos en el marco de tiempo que él especifíca. Pero la falta de realismo no previene a la ciencia ficción de ser un espejo instructivo para la sociedad moderna, y lo mismo es verdad para Sumisión, que trata menos sobre el Islam que de la debilidad de la francia moderna – y de sus supuestos defensores de la derecha radical- que hace posible la toma islámica. Aunque millones leerán este libro, creo que su público favorito son los intelectuales y activistas de la derecha nacionalista. Houellebecq quiere que tengamos éxito. Quiere que salvemos a la civilización occidental. Pero no cree que estemos a la altura, así que ofrece algunos sabios consejos.

El Fin de la Democracia

La primera lesión de Sumisión es de índole político. La izquierda y la centro-derecha están comprometidas en disolver francia y Europa en una “humanidad” global. Se oponen más al nacionalismo francés que al islám, incluso cuandoel islám representa el repudio de sus valores liberales y repúblicanos. Odian el Frente Nacional, y la nación que representa, más de lo que se aman a sí mismos y a sus valores. Por lo tanto, a razón de odio suicida, ellos estarían dispuestos a poner a francia bajo un régimen islámico.

¿Pero no habría la izqiuerda y centro derecha de despertar eventualmente y resistir a medida que los musulmanes comenzaran a implementar su programa? Houellebecq piensa que no. La izquierda sería incapaz de protestar porque el islam es “otro” sagrado, no blanco, no europeo, y la derecha sería incapaz de protestar porque son burgueses cobardes que siguen el liderazgo de la izquierda. El hecho de que ambos grupos le teman a la violencia islámica tampoco ayuda. (Nadie de ellos le teme a la violencia de derecha, sin embargo).

Pero si la democracia liberal es un engaño sórdido y pusilanime, dispuesta a llevar a la nación y a sí misma a su destrucciíon, ¿entonces por qué el Frente Nacional parece estar comprometido con la legitimidad democrática? Poner un partido islámico al poder no es políticamente convencial, situación en la cual el poder circula entre diferentes ramas de la misma elite. Es el surgimiento de una nueva élite con una agenda radicalmente revolucionaria. El islám busca el cambio irreversible, en consecuencia castiga la apostasía con la muerte. No es sólo un sabor de democracia liberal la que puede ser instalada por una minoría y luego revertida a capricho en la próxima elección.

Si así es como termina la democracia, entonces ¿por qué la derecha no está dispuesta a acabar con la democracia para salvar la nación? Houellebecq pone un escenario en el cual la única salvación de francia sería un golpe militar por una derecha revolucionaria, seguida de una limpieza étnica masiva y una épuration de las clases dirigentes, incluyendo “los soixante-huitards, esos cuerpos progrecistas momificados –excintos a lo largo del mundo- quienes lograron colgarse de las citadels de los medios de comunicación, aún maldiciendo los males de los tiempos y la atmosfera tóxica del país” (p. 126).

No hace falta decir que los musulmanes están dispuestos a matar y morir para alcanzar sus objetivos, pero la derecha, aparentemente, no está dispuesta. En Sumisión, de la misma forma que en El Campo de los Santos de Jean Raspail, incluso los franceses más marciales y patrioticos están tan podridos con el humanitarismo y la cobardía que ellos permiten que su país sea destruido en lugar de usar la fuerza para preservarlo. Me niego a creer que la derecha francesa es así de decadente y que Marine Le Pen o su sucesor permitiría que una gran nación con una tradición venerable de revoluciones, golpes, y dictaduras sea destruida a razón de un fair-play cornudo-conservador.

¿Por qué no están entrando al ejército y a la polícia los jovenes de la derecha? ¿Por qué no están abriendo empresas de seguridad privada? Nada de esto se les habia ocurrido a los líderes del Frente Nacional y a los identitarios, ahora sí. Así que, quizás Houellebecq algún día será recordado como el Rousseau de la próxima (y final) Revolución Francesa.

Legitimidad Post-Democrática

La siguiente lección de Sumisión es sobre la legitimación de una sociedad post-democrática. Y no cometan error alguno: incluso aunque las formas de elección sean mantenidas, la Hermandad Musulmana nunca permitiría ser destituida del poder mediante los votos. Específicamente, ¿cómo podría la Hermandad Musulmana neutralizar a sus más comprometidos enemigos de la exterma derecha, los tradicionalistas católicos, los identitarios, y el Frente Nacional? De forma simple: al instituir las reformas que ellos siempre quisieron.

La Hermandad Musulmana no está apurada en imponer la Sharia. Los franceses puede que no peelen por su nación y su libertad, pero pelearán por el alcohol y los cigarrillos. Cristianos y judíos no serán perseguidos. Los musulmanes se dan cuenta que el futuro pertenece a la población que tiene más hijos y pasa sus valores a ellos. La población francesa nativa se está encogiendo. En unas pocas generaciones, se encontrarán virtualmente extintas, y aquellos que se mantengan serán incapaces de resistir la Sharia. Así que todo lo que tiene que hacer la Hermandad Musulmana es esperar.

Mientras tanto, se encuentran satisfechos de reformar el sistema educativo, uno de los bastiones de la izquierda. Los musulmanes tienen la opción de una educación islámica completa. La co-educación es abolida. Los docentes femeninos jubilados. La escuela es obligatoria hasta los doce años. El entrenamiento vocacional y las becas son promovidas. La educación superior es privatizada. Las universidades públicas son islamizadas con enormes entradas de petrodolares. Las facultades no-musulmanes y de sólo mujeres reciben retiros tempranos y pensiones completas.

En el reino económico, la Hermandad Musulmana elimina el desempleo al darle incentivos a las mujeres para dejar el lugar de trabajo y regresar a la vida familiar. Los pequeños negocios familiares son promovidos al adoptar políticas de distribución católicas. El gasto en beneficios sociales se ve cortado dramáticamente, forzando a la gente a trabajar en buenos tiempos y depender de sus familias y comunidades religiosas en tiempos malos.

En el reino social, la familia patriarcal es reestablecida como la norma. Las mujeres se encuentran estimuladas a elegir a la familia por sobre la carrera. El pudor sexual en vestimenta, comportamiento, publicidad, y cultura popular es rápidamente adaptado. Ah, y los hombres musulmanes tienen permitido tener cuatro mujeres.

El crimen, que es mayoritariamente crimen realizado por musulmanes, decae plenamente, quizás porque sienten que Francia es ahora su país y no necesitan más destruirlo.

Ahora, querido lector, preguntate: ¿No te regocijarias en Schadenfreude al ver a los feministas, la academia izquierdista, y los parásitos sociales tener lo que se merecen? ¿No disfrutarías tales reformas pro-familia? Y ese es el problema.

A la larga, bajo el dominio islámico, francia desaparecería, y la única fuerza que puede prevenirlo es la extrema derecha. Pero la extrema derecha, como todo otro grupo, tiene una mayoría de gente con poca visión y una minoría con amplia visión. Los de poca visión sólo pueden ser movilizados en base al descontento presente. Drena las fuentes del descontento, y los participantes de la extrema derecha serán complacidos. Y sin seguidores, la dirigencia se encontraría sin poder.

La extrema derecha es también una coalición de gente con varios reclamos. Sólo una minoría son verdaderos nacionalistas raciales que se dan cuenta que para ser Francés, uno tiene que ser blanco. Y un negro puede ser ciudadano francés, hablar francés, comer comida francesa, y ser Católico. Así que la ciudadanía, el lenguaje, la cultura y la religión no son esenciales a ser Francés. Pero la raza si.

Muchos de los derechistas, sin embargo, no ven esto. Son un amplio espectro de anti-modernistas y reaccionarios; tradicionalistas con una “T” minúscula o mayúscula; anti-feministas, masculinistas, y “Hombres tomando sus propios caminos”; o devotos de religiones muertas o muriéndose y de dinastías depuestas. Pretenciones tan vagas y anacrónicas nunca serán satisfechas plenamente. Nunca habrá otro Rey Clovis, que recristianizará Francia. Muchas de estas personas se encontrarían bastante felices de vivir bajo un régimen islámico modernado, el cual es patriarcal, jerarquico, tradicional, y apela a valores trascendentes.

Después de todo, tenemos una amplia evidencia de derechistas impotentes dispuestos a aceptar aproximaciones vagas a sus valores y sumergirse en sus reservas, siempre y cuando las aproximaciones se encuentren mejor organizadas y más activas que la Derecha, lo cual no es difícil. Así, en EEUU, he visto a fehacientes Nacional Socialistas convertidos en fervientes entusiastas de Ron Paul, Vladimir Putin, Alexander Dugin, Catolicismo, Cristianismo Ortodoxo, Tradicionalismo – cualquier cosa, realmente, siempre y cuando parezca una oposición grande y bien organizada al establishment existente. Sabes muy bien que harían tales debiluchos confrontados con un régimen islámico real. Después de todo, oponerse al islám sería “anti-tradicional”.

Hay muchas enseñanzas para los Nacionalistas Blancos aquí. Primero, nunca dejen que un régimen islámico tome el poder. En su lugar, prevengan eso –y ganen el poder para ustedes mismos- por cualquier medio necesario. Segundo, debemos trabajar sin descanso para enfocar a nuestra gente en la grandiosa importancia de la rza y no caer en aproximaciones o medidas a medias. Tercero, una vez que tengamos el poder, no deberíamos estar en apuros. Todo lo que necesitamos es aferrarnos al poder – lo que significa posponer las reformas más radicales para fechas posteriores- y estar contentos de poder emplear procesos sociales que a la larga liderarán la organización de la sosciedad que queremos. Enfocarnos en la educación y en la familia. Ser genitles con los trabajadores y pequeños emprendedores. Promover el crecimiento de la población blanca, y apoyar a los no-blancos a emigrar [4]. Entregar prosperidad, seguridad, y paz a nuestros votantes. Y luego esperar.

La cuestión Judía

Ahora te estarás preguntando dónde entran los judíos en esto. Como señala Guillaume Durocher [5], Houellebecq apunta a la importancia del poder judío, pero en su narrativa, los judíos no toman acción alguna. Simplemente se retiran a Jerusalén cuando la Hermandad Musulmana toma el poder. En Francia al día de hoy, sin embargo, los judíos son una fuerza política formidable, y los musulmanes son mucho más débiles de lo que sus números señalan. Efectivamente, los judíos han jugado un rol dominante en la inmigración y poderío islámico, y estigmatizando a la resistencia francesa. Quizás Houellebecq piensa que el Islám será otro golem que se pondrá contra sus maestros judíos. Quizás el desea enfocarse en la susceptibilidad de los franceses a la dominación islámica. O quizás él piensa que los judíos pueden ser persuadidos a cambiar de lado, lo que me impresiona como extremadamente ingenuo [6].

Rendición y Colaboración 

La siguiente enseñanza de Sumisión es en relación a la rendición y colaboración psicológica. El personaje principal de Sumisión es François, un hombre de 44 años, profesor de literatura francesa del Siglo XIX, viviendo en París. (Es un especialista en Joris-Karl Huysmans). François es hijo único (por supuesto), el hijo de dos baby-boomers egoístas (divorciados, por supuestos), del tipo que Houellebecq tan perfectamente describe en sus otros libros. No ha tenido contacto con sus padres en años, y él se entera de sus muertes sólo después del hecho.

François está obsesionado con el sexo (por supuesto, debido a que es una novela de Houellebecq). Él nunca se ha casado (por supuesto). En su lugar, ha tenido una serie de relaciones pasajeras con estudiantes jóvenes, quienes siempre parecen ser las que rompen la relación (por supuesto), quizás para demostrar que tan fuertes son.

La vida intelectual de François es tan vacía como su vida personal. El autor de una brillante tesis, ha publicado un libro, ha sido promovido a profesor de planta permanente, y ahora pierde su tiempo con política académica de muy baja calidad.

Aunque estudiante de literatura francesa, François sabe muy poco sobre Francia. Él parece plenamente cortado de cualquier sentido de identidad nacional. Abandonado a sus propios medios, él no come nada más que comida Oriental, Medio Oriental, o India, generalmente congelada o pedido a domicilio. (Dejen que eso decante un minuto. ¿Cómo puede cualquier francés que se respete a sí mismo comer Shwarma?). Vive en el Chinatown de Paris. Él envidia la identidad tribal de su judía pronto a ser ex novia, con remordimiento remarca que, “No hay un Israel para mí” (Si, ¿pero ¿quién lo hizo posible?)

François fuma en cadena y es un alcohólico masivo, aunque estas características poco lo distinguen de cualquier otro hombre europeo de la actualidad.

Desesperadamente infeliz, François trata de seguir el camino de Huysmans hacia el catolicismo, esperando que le provea de un sentido plenamente abarcador para su vida. Pero no lo logra. En un altar, él tuvo una experiencia casi mística, pero lo interpreta como hipoglicemia. En otro intento, en un monasterio, él huye después de tres días de depravación, frio, disciplina y socialización forzada, regresando a su soledad, cinismo, y cigarrillos. El cristianismo demanda compromiso sincero, el cual François no puede dar, y le ofrece muy pocos conforts terrenales, los cuales no puede abandonar.

Naturalmente la terrible auto-absorción de François va acompañada de pasividad política. Él apenas toma noción de la política hasta que su país es arrancado de sus manos, y luego él no hace absolutamente por recuperarlo. Cuando él escucha la posibilidad de una guerra civil, se pregunta si el conflicto puede ser pospuesto hasta después de su muerte. La misma idea de pelear o morir por Francia nunca ha cruzado su cabeza. Pero los hombres a los que nada les importa más que el confort y la seguridad, no importa cuán astutos y civilizados puedan ser, no son partido contra los hombres que estén dispuestos a matar o morir por valores superiores, no importa cuán estúpidos y primitivos puedan ser.

Después de la toma islámica, François es forzado a retirase con pensión completa. Pero él es lentamente tambaleado por Robert Rediger, un belga convertido al islam que queda a cargo del sistema educativo. Primero, por instigación de Rediger, François es invitado a editar una edición de Huysmans para la prestigiosa editorial francesa Pléiade. Luego Rediger lo invita a una recepción, dónde se encuentran. En la recepción, Redinger invite a François a su casa para conversar, dónde Rediger le revela que está reclutando académicos distinguidos del viejo sistema para la nueva Universidad Islámica de Paris-Sorbonne. Todo lo que François necesita hacer es convertirse al islam, cosa que hace.

¿Por qué François se convierte al islam en lugar de al catolicismo? Una razón es que el cristianismo es una religión femenina que inspira el desprecio, y el islam es una religión masculina que inspira admiración. Pero la principal razón parece ser los beneficios periféricos. El cristianismo le ofreció embelecarse y auto-negación. El islam le ofreció auto-afirmación y avance material: un trabajo en Sorbonne, un gran salario, una casa en la parte famosa de parís, y por sobre todas las cosas, una cura para su frustración sexual y soledad. Rediger le ofrece tres esposas, para empezar: jóvenes, atractivas y en edad de casarse, sumisas y musulmanas para compartir su cama y tener sus hijos.

¿Por qué Houellebecq centra su narrativa en un académico? Porque esta novela es un experimento del pensamiento. La academia es la fortaleza de la izquierda, la cual es la fuerza metapolítica más poderosa de nuestra sociedad, y si el islam puede romper su resistencia, puede romper todo lo demás. Houellebecq se da cuenta que los hombres académicos son llorones, tontos, y babosas sexualmente frustradas: el hombre beta oprimido por mujeres fuertes tanto en su vida profesional como personal. Él cree que recibirían a un régimen que fuerza la modestia en la ropa y en la publicidad, para así no estar constantemente atormentados con pensamientos sexuales; un régimen que restaure el dominio masculino en el lugar de trabajo y en la cama; un régimen que suprime el feminismo y que promueve la sumisión femenina. Estar casado con cuatro mujeres occidentales modernas suena como el infierno en la tierra, pero el islam hace que la poligamia sea bastante funcional. Houellebecq apoya algo que hace mucho he sospechado: las religiones fundamentalistas apelan a los hombres beta como formas de controlar a las mujeres. (“Jesús quiere que me hagas un sándwich, querida”)

La poligamia, por supuesto, no es la forma blanca. Pero los derechistas necesitan tomar nota. El feminismo es probablemente la mayor fuente de miseria para el hombre, la mujer, y especialmente los niños hoy en día. El Nacionalismo Blanco está plenamente a favor de la restauración de la integridad biológica de nuestra raza. Eso quiere decir que no es sólo crear espacios aptos para vivir que sean homogéneamente blancos, con capacidades de reproducción y crianza de los nuestros, sino también la restauración de los roles tradicionales (y biológicos) de los sexos: el hombre como protector y proveedor, la mujer como madre y como persona que apoya a otros. Si podemos prometer la restauración de familias homogéneas, amorosas y estables, comunidades altamente confiables, podemos drenar los pantanos en los cuales los izquierdistas se reproducen. Después de todo, ¿Cuántos izquierdistas conoces que se encuentran solos, disfuncionales, y socialmente alienados como producto de familias y comunidades rotas?

Cuidado con los Tradicionalistas

El personaje más interesante en Sumisión es Robert Rediger, primero primer ministro de educación y luego de relaciones exteriores del régimen nuevo. Es un maestro de la persuasión que sabe que los académicos sufren por sobre todas las cosas de frustración sexual y vanidad. Es un maestro de la apologética religiosa, queriendo decir que es un mentiroso excesivamente astuto. Él afirma que el Corán es un gran poema en alabanza a la creación, cuando se encuentra cerca al rap gánster tanto en poesía como en edificación. Él afirma que la poligamia es eugénica, lo cual sería verdad si los musulmanes no se casaran con negras y sus primos directos.

Rediger es un hombre grande y masculino, lo que es inusual en un académico. Pero esto no es sorpresa cuando aprendemos su historia. De joven en Bélgica, Rediger era un ardiente nacionalista de derecha. Pero nunca fue racista o fascista. Sólo un genérico reaccionario anti-modernista que escribió una disertación sobre Nietzsche y René Guénon, los pensadores anti-modernistas con premisas radicalmente incompatibles. Esto, sin embargo, no previene a Rediger de cambiar de una perspectiva a otra cuando le apetece. Nietzsche destruyó el cristianismo, y Guénon le ofreció una entrada al islam, una religión que ve más compatible con sus impulsos vitalistas y masculinos.

Las lecciones aquí son obvias: si la integridad racial no es lo supremo, entonces el Tradicionalismo es un vector de la islamización. La desmitologización del Tradicionalismo ha estado hace mucho en mi agenda, y Houellebecq me ha convencido de acelerarlo. Tal argumento tiene dos dientes. Primero, como argumenté en mi reseña de Moisés El Egipcio de Jan Assmann [7], la tesis Tradicionalista de la unidad trascendental de las religiones es herética de acuerdo a la fe Abrahámica, el judaísmo, el cristianismo y el islam, las cuales rechazan a todas las otras religiones como falsas. Segundo, los Tradicionalistas están muy al tanto de este problema. Así su afirmación de que las religiones Abrahámicas son compatibles con el Tradicionalismo es meramente un intento de engañar a sus adherentes en tolerar un paganismo esotérico. (Argumentar esta tesis requeriría la lectura de Hayy Ibn Yaqzan [8] y de Guénon Initiation and Spiritual Realization [9] y Perspectives on Initiation [10].)

No hay Allah, y Muhammad no era su profeta. Por lo tanto, cualquier poder que el islam posea está fundado en la naturaleza. Si hay una lección fundamental en Sumisión, es que si nuestra civilización cae por fuera de la armonía con la naturaleza y deja de pasar sus genes y valores, será remplazado por una civilización – sin importar lo retrasada y primitiva – que sea capaz de hacerlo. Y el hombre europeo desaparecerá en una marea de gente de la arena con alta capacidad de reproducción y salvaje.

La izquierda y la centro derecha son deferentes con el islam porque son decadentes y desvitalizados. Su sentido es mayor vitalidad, incluyendo su potencial para la violencia. Esta gente quiere ser dominada, porque ningún tirano es peor que el destino del individuo atomizado flotando en el vacío liberal de la modernidad consumista. La democracia liberal y el capitalismo provee cada necesidad humana, excepto creer, pertenecer y obedecer. Si nuestra raza es salvada, entonces los Nacionalistas Blancos necesitan superar e incluso de forma más formidablemente vital –e intimidante- la fuerza del islam. Claramente tenemos mucho trabajo que hacer.