La Invasión migratoria, parte 2:
La Capitulación Suicida de Europa

isis-trojan-horse [1]2,876 words

English version here [2]

La Irrupción inmigratoria: la ola de “refugiados” se añade, como un maremoto, a la inundación en curso desde hace varias décadas. Mientras la mayoría de los pueblos autóctonos de Europa la rechaza, la Izquierda y la Derecha, en Francia y en otras partes de Europa, al igual que la mayor parte de las instituciones mediáticas y religiosas, así como la no elegida Comisión Europea, acostumbrada a los excesos del poder permanente, están dictatorialmente obligando a las poblaciones a “dar la bienvenida” a cientos de miles de nuevos inmigrantes. Sin ningún referéndum. Ése no es un “deber moral”, ya que es tanto una perversión de la moralidad como un suicidio, pero es a la vez un ejemplo de desprecio de la democracia y el divorcio irreparable entre los pueblos y las pseudoelites. El preludio a una explosión.

El Peligroso Juego de la Pobre Alemania

Éste es un juego estúpido, irracional y destructivo. Los primeros “refugiados” de la nueva ola invasiva (13.000) llegaron a Alemania el 6 de septiembre, saludados por banderas que decían “Bienvenidos a Alemania” y miles de personas que los aplaudían sonrientes. Miles más son esperados en septiembre. 150.000 lugares de alojamiento de emergencia han sido abiertos. Se han visto lamentables escenas de ingenuo humanitarismo en las cuales una parte de un pueblo se alegra de su propia invasión y desaparición, finalmente destruido por esta migración de masas. Esta clase de imagen, muy mediatizada, es un fuerte incentivo a nuevos flujos de “refugiados”. Alemania, con su índice de natalidad ultra-bajo y considerables flujos de inmigración, puede experimentar un cambio en su población, poblada al final de siglo por una mayoría de musulmanes que ni siquiera hablan alemán. Este “nuevo país”, ahora del Medio Oriente más que germánico, a la imagen de sus vecinos felizmente invadidos, ya no conocerá la prosperidad o la paz sino, al final, el desorden y la decadencia. Esta estupidez política alemana es abismal. Un auto-olvido.

Para hacerse perdonar y hacer olvidar el Nacionalsocialismo (que continúa obsesionando y culpabilizando a la psique colectiva) y para dar al mundo la imagen de una Alemania ejemplar, con su corazón en la mano, el Gobierno alemán quiere estar abierto a toda inmigración. Thilo Sarrazin provocó un escándalo al escribir Germany Abolishes Itself, el bestseller contra la inmigración y la islamización publicado en 2010. El 40% de los alemanes está opuesto a recibir nuevos inmigrantes, pero ellos son una minoría.

Uno tiene la impresión de que el alma alemana, profunda e incapaz de equilibrio, va de un exceso al otro sin preocuparse por el justo medio (el concepto aristotélico de mesotes), por un romanticismo desprovisto de razón: desde la implacable brutalidad racista a un anti-racismo aún más delirante. Dos estupideces paralelas: éste es el extremismo alemán. Este romanticismo, interesante en arte (una vez, pero no hoy…) es estúpido en política. Alemania y la política: la incompatibilidad absoluta, como Nietzsche lo había visto.

Como una catarsis (“purificación”), para hacerse perdonar los catastróficos excesos pasados (desde 1870 a 1945), los dirigentes alemanes y una parte de su pueblo militan ahora para imponer a Europa una apertura total de fronteras a la inundación inmigratoria, bajo el pretexto de la “moralidad”.

Pascal Bruckner señaló esta hipocresía: “Encontramos en los alemanes los argumentos habituales de los defensores de la inmigración: un tono humanitario, un poco llorón, reforzado con un cálculo económico en menor medida. Los patrones alemanes lo dicen explícitamente: necesitamos mano de obra. Para ellos, tal influjo es una gran oportunidad. Una colusión entre la ultra-Izquierda que no quieren fronteras y el gran empresariado” (Le Figaro, 4 de septiembre de 2015). Las élites alemanas son egoístas a corto plazo, pero suicidas a largo plazo.

Preguntas sobre la Política Alemana

Alemania y la Comisión de Bruselas —por medio de Jean-Claude Juncker, una criatura de la señora Merkel— autoritariamente fijaron cuotas de acogida de “refugiados” a los países europeos, lo que constituye una violación de la soberanía, una violación que, además, no está prevista en los tratados: Hungría, Polonia, España, Gran Bretaña y la República Checa están tratando de resistir. ¿Hasta cuándo? La Francia de Hollande ha cedido.

Sigmar Gabriel, vice-canciller y ministro de Economía, no titubeó en publicar esta enormidad, al hablar de los “refugiados”, el 8 de septiembre: “Ciertamente podemos manejar una cifra del orden de medio millón cada año”, un cálculo puramente económico en un país con una baja tasa de desempleo, en declinación demográfica y por lo tanto con un déficit creciente de población activa. La economía alemana, por lo tanto, necesita una mano de obra importada barata. Esta combinación de buenos sentimientos cristianos y cálculo financiero, junto con una política voluntarista de asimilación a la cultura alemana, surge de una actitud estúpida, provechosa a corto plazo, pero suicida e impracticable a mediano plazo. Por tres motivos: 1) Con el interminable caos militar del Medio Oriente y África (todo relacionado con el islam), las masas de “refugiados” no dejarán de crecer, incrementando violentamente todas las “cuotas”. 2) La política alemana de asimilación de poblaciones crecientemente extranjeras, musulmanes en un 80% y prolíficas, fracasará inevitablemente y conducirá a la importación de caos, y a la des-germanización del país. 3) En vez de revivir sus índices de natalidad (como Rusia lo está intentando) o de rechazar toda inmigración y apostar a la robotización (como lo intenta Japón, que está provisto de una conciencia étnica y nacional), Alemania, alucinada, eligió la peor solución, la cual, paradójicamente, arruinará con el tiempo la prosperidad económica y creará el caos étnico. Una vez más, y por diferentes razones, desde fines del siglo XIX, la política alemana es dañina para Europa, al igual, si no más, que la política estadounidense. ¿Y Francia?

Ingenuidades y Abandonos Franceses

Y Francia, que renuncia a su soberanía, olvidando todos los principios “Gaullistas” que son evocados con una hipocresía ridícula, se pone en línea, sobre todo con el gobierno socialista, bajo las órdenes de Bruselas, Berlín y Washington. François Hollande, la veleta, quien en mayo de 2015 apoyó admitir sólo refugiados genuinos, rechazando cuotas obligatorias para cada país europeo, ha cedido recientemente a las prescripciones de la Canciller Merkel y aceptó esas cuotas. Por consiguiente, 24.000 “refugiados” asignados a Francia (de 160.000 a ser distribuidos) llegarán en septiembre, además de los 6.800 autorizados para llegar en Julio, a un país con cinco millones de cesantes en cifras reales y una deuda pública igual al 100% del PBI. Según Yves Thréard (Le Figaro, 8 de septiembre de 2015), se trata de una “escalada”: “Los refugiados, ¿cuántos serán ellos mañana? Sin duda millones, que están huyendo del terror islamista. El futuro mostrará que esta demostración de generosidad resultará ser un error irreversible. ¿Cuántos supuestos migrantes económicos seguirán metiéndose por la brecha?; ¿cómo repatriar a aquellos que no son elegibles para el derecho a asilo?”. En efecto, 350.000 “refugiados” ya han entrado a Europa a partir de enero, ¡una cifra que se triplicará en Diciembre! Y 4 millones esperan en campamentos de desplazados en el Medio Oriente.

Y estos nuevos inmigrantes son todos musulmanes, mientras que el 62% de los franceses cree que hay ya demasiados musulmanes en Francia y que el islam representa un peligro. Según el Tribunal de Cuentas, sólo el 1% de los buscadores de asilo rechazados abandona el territorio. Tener éxito para entrar significa quedarse.

El Partido Socialista, cuya ideología fabrica tanto la cesantía de masas como la inmigración masiva, propuso para la “Red de Ciudades Solidarias” que cada municipalidad reciba una cuota de “migrantes refugiados” (y por lo tanto clandestinos) a costa de los contribuyentes. El partido de Centro-Derecha Republicano (el ex Unión para un Movimiento Popular) tiene exactamente la misma posición ideológica: la iniciativa “Doy la Bienvenida” lanzada por el alcalde de LR de Saint-Étienne procura obligar incluso a las pequeñas municipalidades a recibir su cuota de “refugiados” inmigrantes ilegales. El ministro del Interior, el señor Cazeneuve, está de acuerdo y coordinará esta iniciativa inmigracionista de Derecha-Izquierda. Aceptará y organizará la invasión en nombre de la caridad.

Las propuestas de Alain Denis, presidente de los alcaldes rurales del Maine-et-Loire, llenas de sentido común popular, horrorizaron a la oligarquía político-mediática parisina: “Debemos ser consecuentes: si hoy 10.000 refugiados son recibidos, mañana llegarán 100.000, ¡y un millón pasado mañana! La medida de emergencia consiste en luchar contra los locos, las guerras y el recalentamiento global, ¡de modo que la gente pueda quedarse donde está! Nuestras políticas sólo desplazan los problemas. Cuando hemos pavimentado sobre Francia para crear subdivisiones, y no hay más terrenos agrícolas, ¿cómo nos alimentaremos? Y cuando el caos se haya instalado en nuestro país, ¿quién recibirá a los franceses?”.

Sólo el Frente Nacional representa las opiniones de la mayoría de los franceses. En la Universidad de Verano del FN, en Marsella, el 6 de septiembre, Marine Le Pen se atrevió a declarar lo obvio: “La inmigración no es una oportunidad, es una carga”, sin llegar tan lejos como a decir que es una catástrofe. “Nuestro país no tiene ni los medios, ni el deseo ni la energía para ser más generoso con la miseria del mundo”. Ella denunció correctamente la “pesada responsabilidad de Alemania”, que está comprometida a recibir a 800.000 inmigrantes, lo cual será un enorme factor de atracción para futuras olas invasivas. (Parecería también que Marine Le Pen, bajo la presión de la urgencia de la crisis migratoria y para aliviar su serio conflicto con su padre, ha retornado a los fundamentos del FN).

Nicolás Sarkozy, el falso tipo rudo, el político calculador, comentó en términos demagógicos y superficiales las proposiciones de Marine Le Pen, su “inhumanidad” y su “carencia de compasión”: “¡Yo estuve avergonzado de la señora Le Pen, de esa brutalidad! ¡Qué ausencia de todo sentimiento! ¡Realmente no deseamos ser parte de la familia Le Pen! Nosotros somos seres humanos, tenemos raíces cristianas. ¿Quién no ha quedado impresionado por estas imágenes?”.

Finalizando el Humanitarismo y el Chantaje Emocional

¿Qué imágenes? Una razón más de por qué ya no somos capaces de la política es la iconofilia o el culto de imágenes mediáticas emocionales. Esas imágenes prostituidas son las de una manipulación mediática global, de márquetin y comercial en su naturaleza, que muestran a un niño kurdo sirio ahogado en una playa de Turquía. El perverso mensaje subliminal es: ¡nosotros somos los culpables! Una repugnante maniobra de culpa emocional de las opiniones de los europeos ha sido emprendida desde hace dos años, ha escalado en grande como resultado de fotografías, reportajes —ad nauseam— de ahogados en el Mediterráneo o de “refugiados” encontrados muertos en camiones o en otros lugares. Todo eso multiplicado por las redes sociales de Internet. Este chantaje moral tiene por efecto disuadir a los europeos de defenderse contra la invasión; se trata de una verdadera manipulación mental, un suave lavado de cerebro.

En nombre de una mal comprendida caridad cristiana, la Iglesia Católica predica y nos llama a dar la bienvenida a todos los migrantes, exactamente como el pseudoecologista pero realmente trotskista Partido de los Verdes (EELV, Europe Écologie-Les Verts). El Papa Francisco, en la línea de su discurso generador de culpa sobre Lampedusa, exige que abramos todas las fronteras. Y él exige que cada parroquia en Europa acomode a los “refugiados” (sin dar la prioridad a los cristianos del Este), a cada uno, sin distinción. Locura pura, en la tradición de una “caridad cristiana” franciscana y jesuita que pierde la razón y olvida los fundamentos tomistas y aristotélicos del sentido común. Ellos ignoraron o nunca oyeron la advertencia solemne hecha a los europeos por parte de los obispos de Siria e Iraq cuyos seguidores son perseguidos: Lo que nos está ocurriendo, dicen ellos, les ocurrirá a ustedes si siguen, por una caridad mal entendida, permitiendo establecerse a cientos de miles de inmigrantes, en su mayoría musulmanes, en vuestras patrias. Este sentido común no es oído por los dementes.

Por supuesto, las élites “inmigracionistas” rechazan recibir a los “refugiados” en sus casas: es la “gente” en los pueblos y pequeñas ciudades quienes debe cumplir ese deber. Los republicanos tratan de combinar la recepción de “refugiados genuinos” con el rechazo de inmigrantes ilegales que tienen razones económicas. Eso no es creíble: cuando ellos estaban en el poder, ellos permitieron, tal como la Izquierda, los flujos migratorios. Palabras, palabras.

Victor Orbán, el Primer Ministro de Hungría, ha choqueado a la oligarquía político-mediática europea al erigir una muralla de alambre de púas entre su país y Servia y al declarar: “Hoy hablamos de cientos de miles, el próximo año hablaremos de millones y, de un solo golpe, nos encontraremos en minoría en nuestro propio continente”.

El anti-democrático Laurent Fabius (ministro francés de Asuntos Exteriores) denunció la actitud “escandalosa” de Hungría, que intenta defenderse. Australia e Israel hacen lo mismo, con mucha más fuerza, pero el gran moralista Fabius no los condena. ¿Por diplomacia? La República Checa, Eslovaquia y Polonia están alineadas con Hungría para oponerse a la invasión inmigratoria. El Primer Ministro eslovaco (en la izquierda), Robert Fico, ha escandalizado a las vírgenes asustadas de la Unión Europea al declarar, en total acuerdo con la opinión pública: “No quiero ver a mi país despertarse una mañana con 100.000 personas venidas del mundo árabe”.

Mentirosos y Estafadores

Por el momento, hay más de 30.000 “refugiados” a los cuales Francia debe dar la bienvenida inmediatamente (alimentar, mantener, pagar, alojar) de aquí a octubre si las cuotas impuestas por Bruselas y Alemania son confirmadas. Además de todos los demás. ¿Francia? ¿Y por qué no los ricos países del Golfo Pérsico que deberían acomodar por lo tanto a sus correligionarios, salvo a los cristianos, obviamente?

Los intelectuales y los inevitables “artistas” o pseudoartistas, una población bien protegida, no se quedan fuera de la falsa generosidad. Como siempre, ya sea en Francia o en EE.UU., el ambiente inmigracionista y burgués izquierdista juega la carta del humanitarismo lacrimógeno por motivos mediáticos y comerciales.

Una cincuentena de “artistas” de la corte, incluyendo a Line Renaud, Daft Punk, Dany Boon, Nicolas Canteloup, etc., han firmado una fraudulenta petición titulada “Una Mano Tendida” para exigir que Europa “asuma hoy el deber del asilo”. Ellos obedecen a la ideología dominante que los mantiene. Ninguno de estos hipócritas y sobrepagados artistas consentiría en recibir en su casa a ningún “refugiado”. Su generosidad es un simulacro que tiene sus límites.

El señor Raffarin, el representante del “ala humanista” de los Republicanos, es favorable a una política de cuotas para los refugiados y cree que “el temor” de la gente (un término despectivo usado por un gran burgués protegido y engordado) en vista del influjo masivo de inmigrantes “proviene de que la política de inmigración no está controlada”. ¿De quién se burla él? Del Primer Ministro, que está a cargo del Estado. ¿Que no la ha controlado? Es el mismo mensaje para los políticos que dan lecciones, Sarkozy y Juppé. Sarkozy, sin embargo, lanzó una proposición delirante y totalmente impracticable: Él propuso crear “centros de retención en África del Norte” (Magreb) para los migrantes clandestinos que provienen de África. Uno está asombrado en este nivel de estupidez e irrealismo. Es Sarkozy el que es en parte la causa del caos debido a su intervención en Libia…

Por el momento, ellos están tranquilos en sus hermosas vecindades, los políticos, los periodistas, los “artistas” favorables a la inmigración de masas a costa de la gente, mientras la inundación no haya llegado a sus casas. Pero tengan paciencia. Ella vendrá. Y luego, con su habitual cobardía, ellos se darán vuelta la chaqueta. Pero será demasiado tarde.

Desechar la Consciencia Culpable

Ni Francia ni Europa tienen ningún “deber de asilo”, aunque le disguste a la oligarquía política y mediática y a los fríos sermones de los prelados católicos. Suficientes lágrimas y falsos lamentos. ¿Por qué millones de refugiados verdaderos y falsos de todo el mundo se derraman por Europa? Ese deber universal de darles acogida, ¿en qué derecho está basado? ¿Porque tenemos que pagar por los “crímenes” del colonialismo? Uno tiene la impresión de que existe la orden de convertir a Europa en la alcantarilla del mundo. La oligarquía culpa al pueblo, y se le hace llorar por medio de la propaganda de los medios de comunicación y se le obliga a brindar una hospitalidad ilimitada que en realidad significa invasión y colonización forzadas.

No tenemos que sentirnos culpables por aquellos que se ahogan en el Mediterráneo a los cuales llevamos asistencia cuando deberíamos rechazarlos. No, no tenemos que dejarnos impresionar por las lágrimas de cocodrilo de los presentadores de televisión y de los políticos. Y los otros países del mundo, ¿qué hacen ellos?

No debemos ser paralizados por la compasión por los demás, sino, como cualquier otra nación en el mundo, preocuparnos por nuestra propia supervivencia. Cada uno en su casa, cada uno responsable. No tenemos que someternos a las órdenes de una Alemania que se contradice a sí misma y que manipula a las instituciones europeas olvidándose de ser verdaderamente “europea” de alma, y que está entregada a un egoísmo suicida para recuperar una buena conciencia y una virginidad moral.

¿Están los indios, los chinos, los japoneses y las monarquías árabes recibiendo a los “refugiados”? Estados Unidos, en cuatro años, ha recibido ¡sólo a 1.500 refugiados sirios! Y, sin embargo, es en gran parte debido a sus desestabilizadoras intervenciones militares en el Medio Oriente, con sus tropas auxiliares británicas, que estamos en esto. Y son los europeos los que tienen que pagar las consecuencias. El tercer y final artículo, publicado próximamente, será llamado “Un remedio importante”.