Ideal: The Novel & The Play de Ayn Rand

Idealcover [1]2,388 words

English original here [2]

Ayn Rand
Ideal: The Novel and the Play [3]
New York: New American Library, 2015

Ideal es la segunda novela “perdida” de Ayn Rand, cuya publicación póstuma este verano es un evento literario mayor. 

En 1934, después de acabar su primera novela, We the Living, Ayn Rand escribió una novela corta llamada Ideal. Con 32.000 palabras, es 50% más larga que Anthem, la tercera novela de Rand (o novella). Insatisfecha, Rand dejó la novela Ideal de forma relativamente desprolija, luego la reformuló como una obra teatral relativamente arreglada, sin embargo no en suficientes condiciones de ser publicada.

La obra de Ideal fue publicada en 1984, dos años después de la muerte de Rand, en The Early Ayn Rand: A Selection From Her Unpublished Fiction [4], ed. Leonard Peikoff (New York: New American Library, 1984). Y reimpresa en 2005 en Ayn Rand, Three Plays [5], ed. Richard Ralston (New York: New American Library, 2005).

La novela Ideal, sin embargo, fue dejada de lado y olvidada hasta el 2012, cuando un académico de Rand, Richard Ralston, decidió mirarla de cercanía. Ahora ha sido publicado junto a la obra en un hermoso volumen de 246 páginas.

Es fácil ver porque nunca Rand vio la realidad de publicar ya sea el texto como la obra de Ideal, debido a que no es muy buena.

Su reserva principal, probablemente, es que la trama carece de necesidad dramática suficiente. Tanto la novela como la obra consisten de un prólogo, seis escenas, y un epílogo. Las escenas  principales son encuentros entre la heroína, diosa de cine Kay Gonda, y seis de sus fans. Salvo por el último, estas viñetas pueden ser presentadas en cualquier orden meramente al cambiar detalles del tiempo del día. Rand, sin embargo, creía que las buenas tramas tenían mayor necesidad dramática, de forma que dos episodios no puedan cambiar lugar. Por supuesto, la mayoría de las novelas –incluso muchas grandiosas- carecen de tal tipo de tramas apretadas, de forma que Ideal falla como historia sólo por los estándares particulares de Rand. En verdad, la historia es lo suficientemente cautivante para agarrar y mantener el interés de cualquiera.

A mi criterio, los verdaderos fracasos de Ideal son que la historia descansa sobre una premisa absurda y encabeza a un héroe y heroína repulsivamente retorcidos, aunque temo que Rand no vio las cosas de esta forma. Debido a que la historia ha sido publicada por tres décadas, no tengo interés en enumerar el contenido entero.

La heroína de Ideal es Kay Gonda, una celebridad misteriosa como Garbo, quien está hastiada, aburrida, distante, y extremadamente sola. Cuando un ex novio, Granton Sayres (levemente modelado en base a J. Paul Getty) se suicida, Gonda le dice a su agente de prensa que difunda el rumor de que ella es sospechosa de su asesinato. Luego ella toma seis cartas adulantes y maduras de sus fans de Los Ángeles, los busca y visita a cada uno para pedirles su ayuda –y no ayuda con una llanta pinchada, sino ayuda con el asesinato. Ella quiere ver si cualquiera de estas personas que profesa idealizarla efectivamente arriesgaría todo por ella en la vida real.

Esta premisa me parece completamente idiota para una historia. Una actriz gasta su vida entera, dentro y fuera de la pantalla, proyectando imágenes. Los fans consumen estas imágenes y desarrollan igualmente relaciones imaginarias con sus creadores. Algunos de ellos son conmovidos a compartir sus fantasías en cartas. Es todo buena diversión. Pero cuando substraes todo lo engañoso en tu relación con tal tipo de gente, realmente no queda nada. Son simples nulidades. Así que si tu actriz favorita se te acerca en el mundo real y te pide que te vuelvas un cómplice de asesinato, sólo un lunático concedería tal proposición.

Rand, sin embargo, piensa que esto es un repugnante engaño a sus “ideales”. Pero Kay Gonda no es un ideal. Es sólo una imagen. Y cuando la cosa real aparece en tu puerta afirmando ser una asesina, la imagen se ve algo dañada. ¿Quién ha realmente engañado a la imagen de “Kay Gonda”: Kay Gonda o sus fans?

Más allá de eso, ser incapaz de invertir la vida de uno para ayudar a un criminal buscado meramente por sus actuaciones en la pantalla no es ciertamente el equivalente a vender el honor, las obligaciones y los principios morales de uno –los ideales actuales de uno. ¿Qué tipo de persona estaría dispuesta a arriesgar su ruina por una infatuación con la pantalla? ¿Y realmente te gustaría conocerlo? ¿Y si Kay Gonda lo hace, qué dice eso de su psicología?

La primer visita de Gonda a George S. Perkins, quien después de 20 años ha sido promovido a Assistant Manager de la Daffodil Canning Company. George es un pusilánime con aspiraciones vagamente románticas de recorrer los Alpes y mirar los cisnes. Tiene una esposa molesta, una suegra molesta, y tres hijos, que van desde la escuela media a la babosa infancia. En la obra, él tiene dos hijos, pero la esposa anuncia que está embarazada del tercero. George la presiona a tener un aborto, porque quiere gastar sus ingresos extra en una vacación Europea. (Rand aparentemente terminó con un embarazo al menos una vez para seguir su carrera). Rand pone a George como un hombre débil y la vida doméstica como un infierno sórdido. Ella tiene el mayor desprecio por la vida burguesa de domesticidad y crianza.

Luego aparece Kay Gonda, representando la encarnación de todos los anhelos románticos inarticulados y dolorosos de George. Le pide ayuda y le dice de una que él arriesga perder a su esposa, su familia y su carrera por ello. Para Rand y Gonda, por supuesto, estos no tienen valor. Pero significan algo para George, así que decide rechazar la petición. Rand, por supuesto, trata a esto como la traición más oscura a los valores pero, en verdad, George simplemente se da cuenta que su vida y familia tienen mayor valor que su infatuación con una manchada estrella de cine.

En la novela, la persona siguiente que visita Kay es Jeremiah Sliney, un tipo viejo que está al borde de ser hipotecado y desalojado unos días después de su cincuenta aniversario de bodas y no cuenta con ayuda alguna de sus desagradecidos hijos. Cuando Gonda aparece, Sliney y su esposa deciden que prefieren entregarla por algo de dinero de recompensa que pasar sus últimos días sin techo y hambrientos. Rand los toma como profundamente depravados en pasar una oportunidad –con un considerable riesgo en su contra- de ayudar y ser cómplice de una glamurosa asesina antes de ser depositados en un tacho de basura. Obviamente, sus vidas no tienen valor en comparación a la suya, porque no cualquiera puede atraer a millones con gestos lánguidos, ojos tiernos de venado, y posturas estáticas en la pantalla de televisión.

El retrato de la pareja Sliney como ignorantes e imbéciles – ma y pa con una caldera completa con grillos viviendo en algún lado de Los Angeles – es tan torpe que Rand violentamente lo sacó de su texto mecanografiado. En la obra ella los reemplaza con Chuck y Fanny Fink, una pareja de comunistas que están dispuestos a entregar a Kay en orden de contratar a un abogado para Fanny y alguno de sus camaradas que están en problemas legales por la muerte de un rompehuelgas en una protesta violenta. La sátira es en lugares aún torpe, pero en general es una amplia mejoría. En ambas versiones, sin embargo, encuentro dificultoso culpar sus acciones. No están traicionando sus valores, sino simplemente subordinando los valores más bajos (una infatuación con un ídolo manchado) a valores superiores (apegarse al hogar o a la libertad). Pero para Rand, la vida de esta gente debería significar menos para ellos que Kay Gonda.

La siguiente visita de Kay es a Dwight Langley, un atractivo, absorbido pintor al borde del éxito. Acaba de ganar su primer precio y está celebrando. Todos sus dibujos son imágenes de Kay Gonda. Cuando Kay Gonda aparece en su departamento, sin embargo, no la reconoce, luego rehúsa creer que es Kay Gonda, luego con furia la despide. Él no “traiciona” su ideal por otro valor, porque él no puede ver que ella está ahí. Entiendan, él supuestamente es un “Platonista”, quien no cree que las ideas pueden ser reales.

Como sátira, es impactantemente torpe. Primero, si él fuera literalmente un Platonista, tampoco pintaría. Segundo, si realmente él fuera un habilidoso pintor que ha hecho un cercano estudio de la apariencia de Gonda, él la habría reconocido inmediatamente y no hubiera tenido dudas de su identidad.

Después de eso, Key visita el tabernáculo de un evangelista de baja iglesia, Claude Ignatius Hix. El episodio tiene algo de sátira entretenida de la evangelista rival Hermana Essie Twomey, pero el entendimiento de Rand sobre las iglesias bajas protestantes de los EEUU tiene toda la sutileza que esperarías de un judío ruso ateo. Por ejemplo, tanto Hix como Sliney, las estatuas de la Virgen María son significativos puntos de comparación.

El credo de Hix está más desarrollado en la obra. Se asemeja a ninguna teología protestante, que yo sepa tanto como la predicación del estafador Onnie Jay Holy en Wise blood (1952) de Flannery O’Connor que hay un “poco de pimpollos de dulzura” en cada alma humana, es decir, el hombre nace inocente y se corrompe por el mundo –en pocas palabras, la noción Rousseana de la bondad natural del hombre, la cual no tiene nada de Cristiano.

Hix piensa que Gonda es la encarnación de ese ideal en la pantalla, pero cuando aprende que es una asesina, naturalmente concluye que necesita arrepentirse y pagar por su crimen –y la publicidad de ser el hombre que la convence de entregarse no le vendría mal. Nuevamente, Rand quiere que pensemos que está es una de las más obscuras traiciones, pero esto es irracional. Hix en realidad se mantiene leal a sus valores, y él no los traicionará a cambio de ayudar a una actriz en salir impune. Más allá de eso, Hix piensa que la impunidad sería mala para el alma de Gonda, mientras que el arrepentimiento sería bueno. Así que él está en realidad ayudándola, no traicionándola.

Kay luego entonces llama a Dietrich Von Esterhazy. Los Esterhazy, por supuesto, están un paso por debajo de los Habsburgos en la aristocracia Austro-hungara, pero en la obra, Rand afirma que él es de Alemania. Un exiliado, un jugador, un despilfarrador, que esta hastiado y agotado por el mundo como la misma Gonda. En la misma noche que ella llega, él acaba de escribir un cheque sin fondos, su basta fortuna ha sido gastada, y ha tomado la decisión de suicidarse. Debido a que no tenía nada que perder y un ilustre registro de antepasados caballarescos, tenía sentido para él arriesgarlo todo para ayudar a una damisela en apuros. Pero entonces toda esa basura caballeresca se va por la ventana cuando, sobrepasado por la lujuria y el cinismo, el trata de violarla. (En la novela, lo logra). Es la única escena que es psicológicamente posible y que caracteriza una traición genuina a los valores del personaje.

Finalmente, Kay visita a Johnnie Dawes, el “héroe” de la historia, un perdedor deprimido y alienado que decide redimir su existencia al confesar un asesinato que nunca cometió –y luego suicidarse.

Un hombre está muerto porque Kay Gonda pretendió ser una asesina para probar la devoción de sus fans. Cuando Mick Watts, el irlandés católico y borracho que Gonda tenía por secretario de prensa quien se encuentra en completa esclavitud a Gonda (como el marido de Rand Frank O’Connor), violentamente la confronta con la enormidad de lo que ha hecho, Gonda responde tranquilamente, “Eso es la cosa más bondadosa que he hecho”. Puede ser verdad, pero incluso Stalin podría fanfarronear de actos más amables.

Kay Gonda lleva una corona triple de narcisismo, maquiavelismo y sociópatismo. Las otras personas simplemente no son reales para ella. Sus vidas no tienen significado más allá de lo que pueden hacer para ella. Así que darle una razón para morir por ella a Johnnie Dawes – incluso una fraudulenta- es un acto de bondad. Como dije, nuestra heroína es retorcida y repulsiva. Pero Rand tiene una fijación por los sociópatas.

Leyendo la novela y la obra de ideal lado a lado es bastante instructivo. Uno puede ver como la misma historia puede ser dicha en ambos géneros. Aunque la obra es mucho más prolija que la novela, la novela es superior en algunos puntos.

Por ejemplo, el prólogo de la obra tiene seis caracteres fundidos en el fondo del escenario llevando un diálogo incendiario a lo Kate Hepburn. El efecto es agotador y trae a la mente una cárcel llena de perros ladrando. En la novela, un periodista de investigación visita un personaje tras otro, permitiéndole a uno asimilar mejor la historia detrás y dándole a uno el sentimiento de avanzar en lugar de una mezcla frenética.

También encuentro la escena de Esterhazy algo mejor en la novela. Hay algo de química y adorable coqueteo entre él y Gonda. Pero también aprendemos que Esterhazy es un Nietzscheano que cree que la gente es desigual (obviamente verdad), y que la gente superior tiene el derecho de matar a los inferiores, sin hacer preguntas (como fascista, esto me ofende). Pero en cada otra escena, la obra es superior.

Por supuesto, hay algunos puntos dónde la novela y la obra no pueden ser comparados. La novela ofrece descripciones que la obra debe dejar a la imaginación. La novela también da profundidad en las motivaciones (particularmente las de Hix) que sólo pueden ser inferidas en la obra.

La escritura de Rand en Ideal es despareja, mucho más en la novela que en la obra. Me encontré riéndome frente a su alienada sátira de Hollywood y de la burguesa vida norteamericana (“señoritas viejas cuyas caras podrían endulzar la más negra de las tazas de café”) y gimoteando frente a la prosa vaga de las cartas de los fans, lo cual espero que sea sátira pero me temo que no lo es.

Ideal es entretenido pero fallado, producto de la fase temprana de Rand, nietzscheana-misantrópica, antes de que su filosofía o sus habilidades literarias hayan madurado plenamente. Así que realmente, no hay nada ideal de ello. Aunque es fácil de ver porque Rand nunca publicó Ideal, su legión de lectores estarán agradecidos que sus herederos no honoraron sus deseos.