Un Preludio a Ser y Tiempo
¿Qué es la Fenomenología?

3,181 words

English original here [1]

Edmund Husserl, 1859–1938 [2]

Edmund Husserl, 1859–1938

Nota del autor:

Hace mucho, mucho tiempo, cuando aún estaba cursando, tuve la tonta idea de enseñar Heidegger en clases de educación adulta. En realidad me fue bastante bien. Generalmente preparaba un resumen bastante detallado, lo seguía una página, y luego empezaba a hablar por fuera de él. Esta es la transcripción de un alumno sobre mi exposición sobre Ser y Tiempo. Ha sido sólo levemente editada. Agregué citas y eliminé algunas repeticiones. Si aparece una cinta de audio, la pondré en línea.

En Ser y Tiempo Heidegger transforma la pregunta central de la metafísica –la llamada pregunta ontológica “¿Qué es el ser?”- aplicando el método fenomenológico de investigación desarrollado por Edmund Husserl. Entonces, para poder entender el proyecto de Ser y Tiempo, debemos responder dos preguntas. “¿Qué es la fenomenología?” Y luego “¿qué es la ontología?”

Edmund Husserl y el Movimiento Fenomenológico

La palabra “fenomenología” apareció por primera vez en 1764 en el trabajo Neues Organon, por un tal Johann Heinrich Lambert, un filósofo alemán de la escuela Wolffiana y contemporáneo de Kant. Después la palabra aparecería en la filosofía alemana por aquí y por allá. Hay una sección sobre la fenomenología en los Fundamentos Metafísicos de la Ciencia Natural de Kant y Fenomenología del Espíritu la obra máxima de Hegel.

Pero cuando alguien se refiere al “movimiento fenomenológico” de la filosofía, se están refiriendo al movimiento fundado por Husserl. Husserl nació en 1859 en Moravia, una parte del imperio austro-húngaro que ahora es parte de la república checa. Entrenado como matemático en Viena, Husserl se interesó en la filosofía a través del trabajo de Franz Bretano –el mismo cuyo libro  Sobre la múltiple significación del ente en Aristóteles puso a Heidegger en el camino filosófico.

El primer libro de Husserl, la Filosofía de la Aritmética, es un intento de establecer el concepto del número en las actividades del conocedor humano. Su segundo libro, Investigaciones Lógicas en tres masivos volúmenes, fueron publicados en 1900 y 1901. Este texto fue inmensamente influyente –en Heidegger y en la filosofía alemana- y a través de ellos Husserl aseguró su primer lugar universitario en Göttingen en 1901.

Otros trabajos de Husserl son los tres volúmenes de Ideas, Lógica Formal y Lógica Trascendental, Meditaciones Cartesianas, La fenomenología de la conciencia del tiempo interno, y La Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental.

En 1916, Husserl se mudó a la Universidad de Freiburg, donde Heidegger se volvió su asistente. Se retiró en 1929 y vivió una tranquila vida hasta su muerte en 1938 a los 87 años.

Fue una aparente vida sin eventos. Husserl era un tipo decente pero poco carismático de hombre. Nació judío, se convirtió al protestantismo y fue un político conservador. Sin embargo debajo su tranquila apariencia exterior fue un intelectual vital y creativo enfocado con extraordinaria intensidad en lo que Husserl consideraba una tarea infinita de reflexión filosófica.

Al momento de su muerte dejó unas 45 mil páginas de notas, comprendiendo no sólo sus clases y manuscritos, sino también miles y miles de páginas de reflexiones filosóficas privadas en las cuales Husserl constantemente trabajaba y reformulaba sus ideas. Estos escritos son probablemente la mejor documentación que tenemos de la vida de un riguroso especulador filosófico llevada adelante por décadas con el sentido más alto de misión, simplemente como un fin en sí mismo. Los escritos de Husserl son densos y difíciles, rigurosos y austeros. Sus ejemplos son tomados de la vida del erudito. Su tintero, por ejemplo, es prominentemente mencionado como un elemento de intensa reflexión. Husserl era, en definitiva, un intelectual consumado. Pero su intelecto lanzó una revolución filosófica.

La Revolución Fenomenológica

El slogan guía de la fenomenología es “A las cosas en sí mismas”. Husserl llamó este slogan “el principio de los principios”. Para Husserl, las cosas en sí mismas no son, sin embargo, la “cosa en sí” Kantiana que yace detrás del reino de la experiencia. El principio de Husserl significa que la única autoridad de la filosofía fenomenológica es la experiencia directa e inmediata o la intuición. La fenomenología toma lo que es dado, simplemente como es dado, y trata de describirlo cuidadosamente en sus propios términos.

La fenomenología está absolutamente opuesta a cualquier forma de reduccionismo. El reduccionismo es la visión que un tipo de cosa no es “más que” otro tipo de cosa.

El método reduccionista es tomar dos reinos de experiencia – materia y vida- y declarar que no hay una diferencia definitiva entre ellos. La vida “no es más que” materia, lo que significa que el hecho de que los seres vivos parezcan ser diferentes de la materia inerte es sólo una ilusión, sólo una “mera” apariencia.

La fenomenología rechaza de principio el intento de afirmar que lo que aparenta ser diferente realmente no lo es; rechaza el intento de elevar algunos reinos de la experiencia a la verdadera realidad y degradar otros reinos a la mera apariencia. La fenomenología toma las apariencias seriamente; las toma al pie de la letra y simplemente describe como ellas son dadas. Si las cosas vivas parecen diferentes a la materia inerte, entonces es suficiente para la fenomenología. El fenomenologista entonces trata de articular la forma precisa en la cual la vida parece ser diferente, y lo deja allí.

Entonces, el método fenomenológico es el intento de cuidadosamente describir y catalogar las diferentes formas en las cuales las cosas aparecen. La fenomenología describe como las cosas aparecen o como se muestran a nosotros. Pero esto es ambiguo. Cuando hablamos sobre como algo aparece, podemos referirnos al contenido de su apariencia o la forma de su apariencia.

Si, por ejemplo, describimos como una copa aparece, podemos describir su forma, su tamaño, y su color.  Esta es una descripción del contenido de su apariencia. O, podemos describir como una copa aparece al darse cuenta del hecho de que es un objeto tridimensional, y porque es un objeto tridimensional, siempre podemos ver sólo un lado de él al mismo tiempo.

Un objeto tridimensional no está presente todo al mismo tiempo; todos sus lados y aspectos no son dados al mismo tiempo. Más bien, algunos de sus lados y aspectos –aquellos que vemos de frente- son dados directamente, mientras que otros lados y aspectos, que no se dirigen a nosotros, no son directamente dados; más bien, los aprendemos como aspectos ausentes que podría hacerse presentes simplemente al dar vuelta la copa, haciendo lo ausente presente-pero al costo de hacer lo presente ausente.

Esta clase de descripción de cómo aparece la copa trata de la forma de su apariencia, y no su contenido particular. La descripción abstrae cualquier consideración de las cualidades particulares de la copa y la trata simplemente como un objeto tridimensional, luego busca como describir como es dado a nosotros. Y la descripción de la forma de la apariencia de la copa se aplica también a todos los otros objetos tridimensionales.

Todos los objetos tridimensionales tienen básicamente la misma forma de apariencia, una forma de apariencia que difiere de las formas de apariencia de los estados psíquicos y los objetos culturales y matemáticos. Las cosas vivas se nos aparecen como teniendo propósitos y valores y sus movimientos se nos muestran como acciones a la luz de estos conceptos; los materiales muertos no.

La fenomenología deja la descripción de los contenidos de los diferentes reinos de apariencia a las ciencias especializadas y las sub disciplinas. Las ciencias especializadas y las disciplinas dividen el mundo entero entre ellas, y cada ella se ocupa de sobremanera de describir y explicar los contenidos de su ámbito particular.

Debido a que el mundo entero se encuentra dividido entre estas varias disciplinas, parecería que no hay más fenómenos en ser estudiados por la fenomenología. Sin embargo, debido a que estas disciplinas especializadas están enfocadas en describir los contenidos de lo que aparece en sus ámbitos específicos, pasan por alto las formas de su apariencia. Las ciencias especiales están tan preocupadas con lo que aparece que no le dan espacio al pensamiento de como aparece. Están tan preocupados con mirar a lo que aparece que ellos miran a través de como aparecen y por lo tanto pasan de largo cómo aparecen.  Cada ciencia especializada tiene, por lo tanto, un punto ciego en particular que es necesario por el hecho de que uno no puede ocuparse de la forma de las apariencias y del contenido de las apariencias al mismo tiempo. La atención de uno no puede dividirse en dos lugares al mismo tiempo.

La tarea de Husserl de la fenomenología infinita era para describir y catalogar todas las diferentes estructuras de apariencia. Para tener un sentido de que tan vasto era este proyecto y que tan picayune se podría volver, uno de los estudiantes de Husserl en Göttingen estuvo un semestre entero trabajando una cuidadosa descripción fenomenológica de una casilla de correo. El trabajo propio de Husserl, sin embargo, era considerablemente más importante en temas de lógica, matemática, teoría del conocimiento, filosofía de la naturaleza y los valores, y la filosofía del tiempo.

Presencia y Ausencia en la fenomenología de Husserl

Ahora, aunque la preocupación de Husserl estaba en descubrir diferentes formas en las cuales las cosas se nos hacen presentes a nosotros, y luego dejar todas esas diferencias solas, él se dio cuenta de un número de patrones que atraviesan las diferentes maneras en las cuales las cosas se nos hacen presentes. La más importante de ellas es lo que llamare, siguiendo a Robert Sokolowski, el juego de presencia y ausencia.

Husserl afirma que todos los objetos de la conciencia son dados a través de un juego de presencia y ausencia. La conciencia, o la experiencia como tal, pueden ser vistas como este juego. ¿Qué significa que los seres son presentes y a través de la presencia y ausentes? ¿Qué hay con la ausencia?

Es natural el entender a la conciencia en términos de presencia. Tu percatación de esta charla parece estar constituida de varias presencias: nuestra presencia en la misma sala, la audible presencia de mi voz, y demás. Pero la presencia no es lo esencial a la conciencia. El agua puede estar presente en un vaso, pero ni el vaso ni el agua es consciente del otro. Las maravillas de la conciencia es la habilidad de establecer y mantener relaciones cognitivas con objetos ausentes. Si tiramos el agua del vaso, la relación entre ambos desaparece. Pero cuando esta charla termina, aún puedes hablar de ella, pensar en ella, hablar bien de ella, reírte de ella, etc. incluso en su ausencia. El milagro de la conciencia es nuestra habilidad de hablar detrás de la espalda de otro.

Nos es posible ser conscientes de objetos ausentes a través de las facultades de la memoria y la imaginación, Retenemos experiencias en la memoria. A la luz de ellas, podemos anticipar experiencias posibles o imposibles a través de la imaginación. Ambos de estos poderes son facilitados por, aunque no reducibles, el lenguaje.

La afirmación que los seres se vuelven presentes a través de la presencia y la ausencia pueden, por lo tanto, ser entendidos como la afirmación de que la conciencia es propiamente entendida como un juego entre ambas, por un lado, la presencia sensual de los objetos a nuestro alrededor, y por el otro, las facultades de la memoria, imaginación, y el discurso que nos permite lidiar con los seres en su ausencia. Por lo tanto la cognición, para Husserl, siempre tiene un elemento de re-cognición, por ejemplo, la experiencia de objetos presentes como es intencionado en su ausencia a través del lenguaje, la memoria y la imaginación.

Como la fenomenología quizás salve al mundo

En este punto, uno se puede preguntar las razones por las cuales la fenomenología fue vista como un movimiento filosófico tan estremecedor. Hans-Georg Gadamer lo cuenta una divertida historia en sus memorias Formación Filosófica:

Aún recuerdo como encontré el término –fenomenología- por primera vez en 1919. Era en el seminario de introducción a la historia del arte de Richard Hamman, donde una especie de club se formó para el intercambio de visiones. Helmut von der Steinen dirigió esta memorable conversación en la cual el número de propuestas para la renovación del mundo fue exactamente igual al número de participantes. Incluso había un marxista… una persona esperaba el cambio en Alemania por –el poeta- Stefan Goerge, otro esperaba lo mismo de Rabindrath Tagore, y un tercero conjuró la gigante figura de Max Weber, y un cuarto recomendó la teoría de la ley comunal de Otto Von Gierke… finalmente, alguien declaró con decisiva convicción que la única cosa que nos podría salvar era la fenomenología. Acepté esto devotamente y completamente sin ninguna evidencia para respaldarlo.[1]

La fenomenología era remarcablemente popular por varias razones, todo en razón del hecho que se afirma como un correctivo al reduccionismo científico penetrante de la época. El reduccionismo científico tiene dos dimensiones.

Primero, está la posición conocida como realismo científico, la cual afirma que la forma en la cual la gente ordinaria ve al mundo es falsa, y la de la ciencia verdadera. Por ejemplo, experimentamos una mesa como un objeto sólido, mientras que el físico sabe que la mesa es “realmente” nada más que una nube de átomos y partículas subatómicas. Es más espacio vaío que materia extendida, y nuestra percepción de la mesa sólida es simplemente una teoría ingenua y equivocada.

La experimentados con color, mientras que desde la perspectiva del físico no tiene colores en sí misma y los colores que percibimos son una interacción de nuestros órganos sensitivos y la luz reflejada en la mesa –y la perspectiva del físico es “verdadera” y la nuestra “falsa”. La mesa no tiene color en sí mismo; sólo tiene “propiedades reflectantes” y nuestra experiencia de lo contrario es simplemente ingenua.

Los seres humanos experimentan el tiempo y el espacio como elásticos, dependiendo de sus propósitos y actividades y su tamaño físico y su perspectiva. El viaje a casa es siempre más corto que el viaje hacia fuera de ella, incluso cuando el reloj y el velocímetro registran el mismo tiempo y distancia. Las escaleras son más largas al final del día que al principio –pero se vuelve muy corta cuando uno termina de trabajar- incluso teniendo en cuenta que el número de escalones no cambia. Desde el punto de vista humano, los edificios alternan cualitativamente mientras crecen de tamaño, es así que tantos pies cuadrados de espacio cerrado alteran cuando son apilados con diez mil de otras unidades idénticas.

El realísimo científico devalúa este tipo de experiencias como simples ilusiones porque no se aparecen en objetivas escalas de medida. No nos deberíamos sentir diferentes si los mismos espacios de convivencia son en la calle, en una casa o en un pequeño apartamento, o en la parte superior de un rascacielos con miles de otras unidades idénticas.

El resultado del realismo científico es la devaluación de una forma específicamente humana de experimentar el espacio y el tiempo, sólidos, colores, texturas y su reemplazo por los llamados “objetivos” puntos de vista que definen su objetividad precisamente en la medida que puede abstraerse de la forma humana de experimentar el mundo.  Un mundo manejado por el realísimo científico es un mundo en el cual los seres humanos construyen artefactos –y especialmente edificios y ciudades- que no llevan ya ninguna relación con la forma humana de experimentar el mundo. Es un mundo en el cual los seres humanos se sienten pequeños y alienados por sus propias creaciones.

La fenomenología de Husserl rechaza el realismo científico y trata la forma humana de experimentar el mundo como poseedora de su propia dignidad e integridad, la cual debe ser tomada en cuenta. En su último trabajo, La Crisis de las Ciencias Europeas y la Fenomenología Trascendental, Husserl incluso argumenta que el mundo de la experiencia humana viva – la cual Husserl llama “vida-mundo” –tiene primacía por sobre el mundo tal cual es modelado por la ciencia, y aquella ciencia debe en definitiva atar su abstracción de regreso a la vida-mundo si están dispuestos a tener significado. Una clara implicación de esta postura es que la tecnología también debe atarse a sí misma de regreso al mundo de la experiencia viva si también debe ser significativa.

Un segundo elemento del reduccionismo científico es la existencia humana como un fenómeno no-humano o sub-humano.  Este tipo de reduccionismo tiene muchas formas. El comportamiento y la experiencia humana han sido reducidas a meras manifestaciones de causas ocultas; psicológicas, tecnológicas, económicas, políticas, sociales, culturales, biológicas y raciales.

En casa caso, estas formas de reduccionismo niegan nuestra experiencia de realidad de las características específicamente humanas como la racionalidad, la libertad, la creatividad y la responsabilidad –nuestra habilidad de descubrir cómo funciona el mundo, de traer nuevas cosas al mismo, y tomar responsabilidad por ellas.  La fenomenología corta este tipo de reduccionismo desde la raíz simplemente al deslegitimizar la negación de la verdad de nuestras experiencias de libertad y responsabilidad, racionalidad y creatividad.

Al socavar el realismo científico y el reduccionismo, la fenomenología debilita alguna de las más militantes y destructivas ideologías de nuestro tiempo, como el Marxismo y el culto al Titanismo tecnológico y el progreso ilimitado –todos los cuales dependen de formas de reduccionismo y realísimo científico.

Otra razón por la cual la fenomenología es importante es por su carácter específicamente filosófico.  El reduccionismo no es sólo una grampa de mala ciencia y mala ideología. También es una característica de mala metafísica. Por ejemplo:

Todas estas posiciones usan la misma técnica reduccionista de tomar un reino de la experiencia, tratándolo como privilegiado, y tratan todas las otras como meras proyecciones ilusorias o versiones decadentes del reino privilegiado.  Entonces la fenomenología tiene implicaciones radicales para la crítica y el remodelamiento de la metafísica, lo cual nos lleva a Heidegger.

Nota

[1]  Hans-Georg Gadamer, Philosophical Apprenticeships, trans. Robert R. Sullivan (Cambridge: The MIT Press, 1985), 14–15. (Traducción nuestra)