Alain de Benoist sobre la masacre de Charlie Hebdo

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Nicolas Gauthier: Pasando las legítimas indignaciones sobre la masacre en las oficinas de Charlie Hebdo, ¿qué lección podemos sacar de este evento? ¿Deberíamos verlo,  como algunos en los medios, como una evidencia de una “guerra total” declarada entre el Islam y el Cristianismo, entre Oriente y Occidente? 

Alain de Benoist: La manera abominable en la cual los empleados de Charlie Hebdo fueron masacrados retuerce mi corazón, por supuesto.  Y cuando la emoción lo arrolla todo, es mucho más difícil mantenerse razonable. Sin embargo es lo que más se necesita. Debemos imponer una distancia interior que nos permita analizar el evento y aprender de él. ¿A qué nos estamos enfrentando? Una nueva forma de terrorismo, inaugurada en Francia por Khaled Kelkal y Mohammed Merah. Difiere de oleadas de terrorismo anteriores (como el 11 de septiembre o las bombas en Madrid), que fueron planeadas e implementadas desde el exterior por redes internacionales.

Aquí estamos lidiando con ataques planeados en Francia por individuos radicalizados más o menos independientemente. Ellos fueron gradualmente de la delincuencia al jihadismo, pero son generalmente fracasados en ello. Ellos tienen gran compostura, saben cómo usar las armas, y son completamente indiferentes a las vidas de los otros. Pero sin embargo siguen siendo amateurs, torpes provocadoras, como los hermanos Kouachi que decidieron matar al personal  de una revista “para vengar al profeta”, pero fueron a la dirección equivocada, dejaron pistas por todos lados, no tenían estrategia de salida, y se olvidaron su identificación personal en un auto simplemente abandonaron. Torpes impredecibles, lo que los hace a ellos más peligrosos.

Deberíamos estar alerta al contagio mimético. La misma lógica mimética que encendió la comunión emocional de la gran marcha en apoyo de Charlie Hebdo no fallará en inspirar a potenciales emuladores de Merah, los hermanos Kouachi, o Amedy Coulibaly. Imaginen la historia social que podría ser causada por una repetición en pequeños intervalos de ataques como el que acabamos de atestiguar. En tal clima, todas las formas de manipulación se vuelven posibles. Ya lo hemos visto en el pasado. Esto es llamado “la estrategia de tensión”.

Es obviamente necesario hacerle la guerra a esta gente por todos los medios necesarios. Pero hablar de una “guerra total” no significa mucho. Los jihadistas (o los que dictan fatwas) son tan representativos del Islam como el Ku Klux Klan es del Cristianismo. Es más, no son los jihadistas, sino los Occidentales los primeros que levantaron el espectro del “choque de civilizaciones” después de trabajar para desestabilizar a todo el Medio Oriente y de eliminar todas las cabezas de los estados árabe-islámicos, desde Saddam Hussein a Gaddafi, que había puesto frenos contra el radicalismo islámico. La necesidad de pelear contra las consecuencias inmediatas no debería oscurecer el reflejo de las causas raíces.

Gauthier: Esta no es la primera vez que un diario ha sido atacado violentamente. Recordamos en particular los ataques contra Minute [3] y Le choc du mois [4],  sin víctimas. Sin embargo, ha habido menos empatía mediática durante esos potenciales hechos fatales de violencia. Siempre el mismo doble-estándar.

Benoist: Digamos si, en lugar de atacar a los editores de Charlie Hebdo, los terroristas hubieran decimado valeurs actualles [5], es poco probable que las reacciones hubieran sido las mismas.  La gente no declararía “Je sui Valeurs” como vemos “Je suis Charlie” (del verbo “ser”, supongo, y no del verbo “seguir”). Los políticos gubernamentales ciertamente no habrían hablado de “unidad nacional” (un tema difícil de explicar por excelencia, sin embargo, porque tal “unión” siempre beneficia a aquellos que tienen poder y que se quieren beneficiar de un consenso). A diferencia de sus predecesores Hara Kiri, Charlie Hebdo, el diario liberal-libertario, se ha transformado en uno de los órganos de la ideología dominante. Ellos pueden reconocer a los suyos.

Gauthier: Se nos dice, por unanimidad, que Charlie Hebdo ha hecho de la libertad de expresión su grito de guerra. ¿Pero qué hay de las campañas contra Richard Millet y Ediciones Gallimard, Fabrice Le Quintrect en France Inter,  y Robert Ménard y Eric Zemmour en I>Télé? ¿Puede la libertad de expresión tener límites?

Benoist: Suficiente hipocresía. El 26 de abril de 1999, los líderes de Charlie Hebdo llevaron dibujos al Departamento de Interior conteniendo 173,700 firmas llamando a la prohibición del Frente Nacional. ¡Era un asunto de defender la libertad de expresión! Manuel Valls dijo que “El libro de Zemmour no merece ser leído”, mientras que otro ministro preguntó sin vergüenza que “Los shows televisivos y las columnas de los diarios dejaron de albergar tales afirmaciones”.  Por no hablar del caso Dieudonné.

Dicho eso, seamos justos. Entre aquellos que elogian la libertad de expresión cuando se trató de Zemmour, hay desafortunadamente muy pocos que estén dispuestos voluntariamente a extenderla a sus oponentes. “La libertad es siempre la libertad de aquellos que piensan diferente” (Rosa Luxemburgo),  lo que significa que tenemos que defenderla incluso cuando beneficia a aquellos que despreciamos. Pero eso es precisamente lo que la ideología dominante se niega a hacer, aquí y en los Estados Unidos, donde la Primera Enmienda permite a cualquier decir o escribir lo que quiere, pero donde las perspectivas y posturas no-conformistas son cada vez más marginalizadas de lo que son en Francia.  ¡A si como el derecho a trabajar nunca le dio a nadie un trabajo, el derecho a hablar no garantiza la oportunidad de ser oído!

Fuente: http://www.bvoltaire.fr/alaindebenoist/charlie-hebdo-journal-liberal-libertaire-etait-devenu-lun-des-organes-de-lideologie-dominante,150867 [6]