Blancura, Borrosa

Bashar and Asma al-Assad [1]2,114 words

Traducción por A. Garrido.

Enlace original en [2] 

Nota del autor:

Representados en las fotografías seleccionadas al azar, en esta página hay blancos (personas cuyos ancestros se originaron presumiblemente dentro de los límites continentales de Europa [3]), no-blancos (personas cuyos ancestros se originaron fuera de Europa), e híbridos parte-blancos – pero no judíos.

Es evidente que la estandarización del atuendo (una señal cultural) hace a un lado uno de los principales accesorios identificatorios que inconcientemente empleamos para reconocer raza o etnicidad. Igualmente, en las imágenes fijas el discurso se convierte en una señal inaccesible. Creo que todos los individuos aquí mostrados hablan (o hablaron) inglés – algunos con, pero otros definitivamente sin acento.

La negación racial es la ideología oficial del Estado y la sociedad. Este dogma mantiene que las razas son “construcciones sociales” y que las razas biológicas no existen.

Aquí no desperdiciaré tiempo en esto. Los negadores raciales también así llamados “antirracistas” están de hecho obsesionados con la raza y, en particular, nutren un profundo odio hacia los blancos. Ellos no creen realmente que las razas no existan en un sentido biológico. Nadie lo cree. Esta afirmación es esencialmente una pantalla ideológica, una línea política, útil para promover el odio anti-blanco, discriminación, y genocidio.

Hasta hace poco, los blancos se contaban entre las principales razas de la humanidad. Actualmente están siendo dirigidos hacia la extinción. Mientras este proceso se desarrolla, la línea entre blanco y no-blanco se desvanece rapidamente.

Importancia del Sustrato Físico de la Raza

HamiltonB [4]El sustrato puramente físico de la raza puede ser identificado de manera antropológica, forense, y genética.

Aquí un ejemplo que debería explicar bien este punto.

Hace varios años la policía de Louisiana estuvo buscando un asesino serial. Debido a incorrectos informes de los testigos o perjuicios (e.g., perfilamiento racial), o ambos, estuvieron interrogando sólo a sospechosos blancos. Durante el curso inicial de la investigación la policía cuestionó la integridad de muchos hombres inocentes, causando gran mortificación y vergüenza en el proceso.

Finalmente las autoridades recurrieron a un laboratorio de pruebas de Florida, que ahora ya no existe, cuyo trabajo podría especificar con un alto grado de precisión la raza de un individuo basándose en una sola muestra de ADN. La policía presentó dicha muestra, y la compañía les informó que el asesino era casi de seguro un Negro, con una pequeña cantidad de ascendencia Amerindia.

Basado sobre esta nueva información, las autoridades cambiaron sus técnicas de búsquedas y aprehendieron al sujeto. Usando un método diferente, ADN de huellas digitales (coincidiendo dos muestras separadas de ADN, una de la escena del crimen y la otra del sospechoso bajo custodia), el asesino fue positivamente identificado. Como fue previsto, era un Negro con un poco de mezcla Amerindia.

Claramente, hay una base física para la raza.

La importancia del sustrato físico desde una perspectiva racialista ha sido diestramente resumida por Jared Taylor [5]. Hasta la década de 1960, él señaló:

Los estadounidenses blancos creían que la raza fue un aspecto fundamental de la identidad individual y grupal. Creían que pueblos de diferentes razas diferían en temperamento, habilidad, y el tipo de sociedades que ellas construyen. [Énfasis añadido]. Ellos querían que Estados Unidos fuese poblada por Europeos, y pensaron que sólo personas de estirpe Europea podría mantener la civilización que ellos valoraban. Así consideraron la inmigración de no-blancos una amenaza para los blancos y su civilización. Fue normal considerar la presencia de no-blancos como una carga, y argumentar que si ellos no podían ser sacados del país, debían ser separados social y políticamente de los blancos. Los blancos se oponían fuertemente al mestizaje, que ellos llamaron “amalgamación”.

En otras palabras, diferentes razas (o “poblaciones”) dan lugar a diferentes rasgos conductuales, psicológicos, estéticos y normativos. Estos rasgos, a su vez, producen diferentes culturas y civilizaciones. La mezcla indiscriminada (mestizaje) erradicará la raza, junto con los atributos culturales y físicos únicos en ella.

Blanco por Inercia

HamiltonC [6]Los blancos hoy existen debido a la inercia histórica. Son producto de las reglas de exclusión y barreras a la mezcla racial concientemente desarrolladas por sus predecesores en el pasado.

Los blancos siguen aquí debido a hombres que anteriormente fueron sujetos a prejuicios y activamente discriminados, que, por ejemplo, expulsaron periódicamente a las poblaciones Judías (o más bien, parte de ellas) del suelo Europeo entre 1290 y 1945 y a Moros y Moriscos de España y Portugal, establecieron las Zonas de Asentamiento en 1791, repatriaron los negros a Liberia (1820-47), crearon la Ley de Traslado Forzozo de los Indios (EE.UU, 1830), establecieron las reservaciones de indios (en Canada, Reservas Indias), formularon los estándares de Cantidad de Sangre, pararon la inmigración China a los Estados Unidos (1882) y Canada (1923), escribieron las leyes Jim Crow (segregación) y anti-mestizaje de Estados Unidos, las leyes de Nuremberg de Alemania, el acta de Apartheid y prohibición de Matrimonios Mixtos de Sudáfrica, el acta de Inmigración de 1924 (efectiva entre 1924-1965), y repatrió a los Mexicanos (1930-1935; Operación espaldamojada, 1954).

Pero ahora, prácticamente todas esas barreras naturales a la panmixia interracial han sido sistemáticamente erradicadas para los blancos. Al mismo tiempo, la conciencia  racial, en conjunto con el racismo anti-blanco y discriminación, es promovido por todos los otros grupos.

Así, los blancos son amenazados con la extinción. Incluso si todos los negros, Mestizos, Musulmanes y Asiáticos que ahora viven en los otrora países blancos o han sido importados a ellos se mezclaran con blancos, sus poblaciones núcleo globales seguirían robustas. Las nuestras no.

El Caso Claro

HamiltonD [7]Como Jared Taylor, William Pierce, Wilmot Robertson, y George Lincoln Rockwell, creo que “blanco” es la apropiada identidad para cultivar en esta etapa de la historia.

Y, como los últimos tres, estoy convencido de que los judíos deben ser excluídos de la categoría “blanco” [8]. El asalto genocida sobre nuestra raza es principalmente la consecuencia del fanatismo, racismo, ideología y poder social judíos post SGM.

En muchos casos no tenemos dificultad determinando quién es blanco.

Por ejemplo, a pesar de que los negadores raciales afirman que humanos y chimpancés son 98.9% iguales, y que diferentes razas humanas son 99.9% iguales (el antropólogo Peter Frost llama a esta táctica “la falacia del pequeño porcentaje”), imagine un “surtido al azar de cincuenta humanos y cincuenta chimpancés. Nadie…tendría dificultad alguna en reconstituir los conjuntos originales de cincuenta miembros por simple inspección…”. Igualmente, aplicado a 150 humanos seleccionados un tercio cada uno de Japón, Malawi (África), y Noruega, “de nuevo, por simple inspección, lograríamos el mismo 100 por ciento de precisión en la clasificación”. (Vincent Sarich and Frank Miele, Race: The Reality of Human Differences, 2004, p. 208)

El famoso genetista de poblaciones Sewal Wright hizo la misma observación: “No se requiere un entrenado antropólogo para clasificar a un conjunto de Ingleses, Africanos Occidentales, y Chinos con un 100% de precisión por características, color de piel, y tipo de cabello, a pesar de la alta variabilidad dentro de estos grupos todo individuo puede facilmente ser distinguido de cualquier otro” (Chapter 10, “Racial Differentiation in Mankind” in Evolution and the Genetics of Populations Vol. 4: Variability Within and Among Natural Populations, 1984, p. 439).

Estos ejercicios de clasificación, o experimentos mentales, son implícitamente diseñados, creo Yo, para “aplanar” diferencias culturales, incluyendo señales tales como el lenguaje y atuendo, para enfocarse solamente sobre las diferencias en morfología racial y demostrar antropológicamente el mismo hecho mostrado genéticamente en el caso de Louisiana descrito arriba. Wright es claro en este punto, específicando “características, color de piel, y tipo de cabello”.

Pero en sus ejemplos los autores usan Europeos del norte para representar el núcleo de la población blanca. Por otra parte, implíctamente emplean poblaciones históricas (“Noruega” e “Ingleses”) como su punto de referencia. Pero, si al azar seleccionas a los actuales residentes de aquellos paises, terminarías con representantes de prácticamente cada población no-blanca del planeta, por no mencionar a los híbridos de todo tipo imaginable.

Blancura, Borrosa

HamiltonE [9]Debido a que la idea de “blancura” se originó históricamente dentro un primario marco social blanco-negro, puede darse como resultado confusión terminológica y conceptual. Por ejemplo, ¿no son “blancos” los Judíos? [8] Obviamente no son negros. Lo mismo podría decirse de varias otras razas no-negras.

Agravando el problema está la dificultad de distinguir morfológicamente muchas razas de piel café o casi-blanca de la nuestra, específicamente después de que las obvias señales culturales han sido “aplanadas” o eliminadas por homogeneización cultural, asimilación, o engaño. Dependemos fuertemente de señales culturales (lenguaje, nombres propios, vestimenta, religión, etc.) para diferenciar a los no-Europeos. Una vez que dichos indicadores han sido eliminados, la raza fisiológica presenta más de un dilema.

La confusión es enormemente agravada por la extendida, indiscriminada hibridación de blancos con no-blancos.

Aunque sería agradable saber con seguridad si una persona es blanca o no simplemente mirándola o interactuando con ella – y a menudo, por supuesto, uno lo sabe –, estoy seguro de que los blancos no pueden consecuentemente discriminar con precisión sólo sobre esta base, especialmente mientras la situación racial continúa deteriorándose. Caminando por la calle, paseando por una tienda, o mirando películas o televisión, Yo a menudo no puedo distinguir la diferencia.

Los siguientes son extractos de impresiones de Washington, D.C. escritas ya en 1978 por un hombre racialmente conciente, perceptivo y prudente que estaba muy bien informado sobre la raza. Sirven para ilustrar mi punto. Por supuesto, hoy las cosas son mucho peor en todas partes, y la mezcla racial está mucho más avanzada. Sin embargo, incluso entonces el autor estaba claramente perplejo por la procedencia de muchos de los individuos que veía a su alrededor, incluyendo si eran o no Europeos.

Mil rostros en cada cuadra, y quizás treinta de ellos parecidos al mío. El resto feos y extranjeros, morenos y rizados, con narices planas y ojos de barro. Los más feos de todos, los casi-Blancos, estos engendros mestizos del Este, Sur y Norte superan en número al resto. ¡Qué transformación ha operado en pocas décadas! ¿Dónde se han estado criando estas multitudinarias masas, para vomitar sus oscuros millones sobre nuestras calles?

Detrás de la rayada y sucia ventana [de un restorant] hay rostros oscuros: no rostros Negros ni tampoco Blancos, sino que los rostros que hoy en día se ven en cada restaurant, rostros del Mediterráneo, del Lejano Oriente, de Persia, de Dios sabe dónde.

¡Si sólo fuera un simple problema de Negro y Blanco, de mis parientes contra los suyos! Pero la suciedad de la ciudad se extiende sobre todo en ella, arrastra todo a un enredo común, y difumina las distinciones. Algunos Negros aprenden a actuar como blancos; algunos Blancos comienzan a actuar como Negros. Y por todos lados los casi-Blancos, los no-realmente-Negros, ¡los sin raza! Y sin embargo, puedo recordar cuando los mestizos fueron tan rara vez vistos como los Negros, cuando todos los Blancos actuaron como Blancos y eran dueños de las aceras.

Por delante, una vendedora ambulante y sus bandejas con baratijas. ¿Judía? ¿Gitana? En la intersección, un pequeño descapotable con tres jovenes morenos, camisas abiertas hasta el ombligo, pechos peludos, dientes brillantes, estrechos rizos negros, conversación animada. ¿Teheran? ¿Tel Aviv? ¿Naples? (William L. Pierce, “Street Impressions, Washington, D.C.,” 1978).

Incluso dentro del nacionalismo blanco estadounidense, mulatos, Amerindios, y Judíos han sido confundidos por, o aceptados como, blancos. Por lo menos dos Judíos han dirigido tales agrupaciones.

Definición necesaria

HamiltonF [10]Por último, los blancos con un sentido de identidad racial deben establecer criterios claros o especificaciones en cuanto quién es blanco y quién no. Tales criterios requieren una base explícita, racional, y articulada. La sociedad – ley, cultura, incluso la conciencia individual o grupal – ya no proporciona esto. Deben ser creados.

Debido a que carecemos de acceso efectivo a pruebas genéticas del tipo usado (sólo una vez) en Louisiana, estamos obligados a basarnos en evidencia poco concluyente como el fenotipo (¿”Se ve blanca” esa persona?), auto-testimonio (“Yo soy  blanco”), señales culturales, y genealogía autoinformada reciente.

Pequeños grupos, organizaciones, un movimiento, cronológicamente preceden al establecimiento de políticas blancas, ya sea micro-nacionalista, mini-nacionalista, pan-nacionalista o el resultado de reconquista total. [11] La pregunta ¿Quién pertenece? , en un principio aplicable a nivel de grupo pequeño o movimiento, por último se aplica también al Estado concebido.

Debido a que los blancos hace mucho tiempo perdieron su voz colectiva social y política como blancos, y su identidad racial ha sido borrada, la creación de estándares necesarios puede sólo ocurrir voluntariamente a nivel de individuo, familia, organización y movimiento. No hay otro lugar para que esto ocurra. Aún así, los gobiernos y organizaciones racistas están listos para perseguir este tipo de comportamientos en muchos casos (vivienda, empleo, actividad asociativa privada, etc.)

Por el momento, todo depende completamente de los mandatos y trayectoria política del sistema existente: decisiones individuales de emparejamiento, movimientos de población, política estatal, y la ausencia universal de una positiva, explícita, profundamente arraigada identidad racial blanca – todo lo cual, individualmente y en combinación, está profundamente opuesto a la supervivencia colectiva.