Notas sobre Moisés el Egipcio de Jan Assmann, 3

Ralph Cudworth, 1617–1688 [1]

Ralph Cudworth, 1617–1688

2,609 words

English original here [2]

Nota del Autor:

El siguiente texto completa mis notas en el capítulo 3 de Moisés el Egipcio de Jann Assmann.

Aunque el capítulo 3 de Moisés el Egipcio es titulado “Antes de la Ley: John Spencer como Egiptologo”, el último cuarto del capítulo está dedicado a Ralph Cudworth (1617-1688), uno de los colegas de Spencer en Cambridge y un miembro líder de los Platonistas de Cambridge. 

De acuerdo a Hechos 7:22, “Moisés fue educado en la sabiduría de los Egipcios”. ¿Pero qué era esta sabiduría? Assmann sugiere que la reconstrucción de la religión antigua egipcia de Spencer se podría enfocar en los rituales religiosos públicos, opuesta a la “teología arcana”, porque Cudworth ya había publicado una posible reconstrucción de su teología en su True Intellectual System of the Universe, que había aparecido en 1678.

El enfoque de Cudworth era la refutación al ateísmo y al materialismo. De acuerdo a Assmann, su objetivo era el panteísmo de Baruch Spinoza, aunque Assmann admite que Cudworth no menciona el nombre de Spinoza (p.80). La afirmación de Assmann se ve poco posible, debido a que la Ética de Spinoza, que presenta su panteísmo, fue publicado en 1677, un año antes de la publicación de True Intellectual System of the Universe que es un complejo trabajo de más de 1500 páginas, la génesis que seguramente es de fecha previa a la publicación de la Ética.

En la Ética, Spinoza identifica Dios y naturaleza, afirmando que los términos son intercambiables (“Dios o naturaleza” – deus sive natura). La afirmación de que Dios es naturaleza puede ser interpretada como la divinización de la naturaleza o la profanación de Dios. Ciertamente niega la existencia de un creador trascendente Bíblico. Aunque tanto cristianos como ateos interpretaron el panteísmo de Spinoza como una forma disfrazada de ateísmo materialista, Spinoza negó que él tomaba a Dios/naturaleza como equivalentes a la materia, sino que afirmó que Dios/naturaleza es simple “sustancias” – aquello que existe independientemente – y que la materia es sólo un modo de la substancia.

Particularmente en la Alemania del siglo XVIII, Spinoza era interpretado como divinizador de la naturaleza, no como materializando a Dios por el hombre como Goethe, que tenía un sentimiento religioso genuino inafectado por la ortodoxia bíblica. En este tipo de lectura interpretativa, el Spinozismo es ampliamente consistente con el punto de vista de Cudworth.

De acuerdo a Assmann, la tesis de Cudworth es que el “Verdadero Sistema Intelectual del Universo” es un “monoteísmo primitivo, común a todas las religiones y filosofías, incluso al ateísmo mismo” (p. 81). Cudowrth soporta esta afirmación a través de exhaustivas citas de fuentes clásicas. Cudworth quiere mostrar que la idea de un Dios supremo es enteramente natural, no el producto de gusto idiosincrático o fraude piadoso.

Cudworth distingue entre “no creados y auto existentes dioses” – Spinoza llamó a esto “substancia” y lo identifico con Dios/naturaleza – y “nativos y mortales dioses” – por ejemplo, dioses que son relativos a una sociedad particular que tiene el status de seres finitos y creados de alto orden. Cudworth afirma que ningún pueblo antiguo alguna vez afirmó que hay una pluralidad de “no creados y auto-existentes” dioses. En su lugar, ellos creían que había sólo un dios no creado y auto existente, que crea a todos los seres – incluyendo a los “nativos y mortales dioses”. Cudworth argumenta que esto es verdad del tardío politeísmo Griego (Hesiodo y Juliano), los oráculos Sibilinos, Zoroastrianismo, los oráculos Caldeos, y el Orfismo. (Cudworth permite el “disteismo” o dualismo, por ejemplo Marcionismo y Maniqueísmo, que proponen dos principios definitivos, uno bueno, uno malo – el malo no siendo derivado del bueno). Cudworth afirma que “la generalidad de los paganos griegos reconocían Un Universal y Omnisciente Deidad, Uno que era Todo.”

La idea de que Dios es “Uno y todo” (Griego Hen kai Pan) no es el mismo que el punto de vista Bíblico, que afirma que Dios es uno pero no se puede identificar con el todo. El cosmos es creado por Dios y sostenido por Dios pero también separado de Dios. La enseñanza pagana es que en nuestra naturaleza más profunda somos uno con Dios. La enseñanza bíblica es que en nuestra naturaleza más profunda somos nulidades, sostenidas en la existencia sólo por la voluntad de un Dios separado.

Cudworth dedica alrededor de 50 páginas del True Intellectual System of The Universe a los Egipcios. Él distingue dos teologías egipcias, la “Vulgar y Fabulosa” y la “Arcana y Recóndita”. La vulgar y fabulosa es la religión popular para las masas, que se centra alrededor del culto de los dioses creados y nativos, mientras que la arcana y recóndita es una enseñanza esotérica “oculta de la Vulgar y comunicada sólo a los Reyes, cuyos Sacerdotes y otros eran capaces de entenderla”.

Cudworth establece estas distinciones con citas de:

  1. Orígenes (184-85 / 253-54 d.C): “Celso, digo, hizo como quien creyera conocer todo lo referente a los egipcios por haberse hecho discípulo de esas gentes vulgares, sin haber tratado con sacerdote alguno ni aprendido de ninguno de ellos los misterios de los egipcios. Y lo que digo de sabios y vulgo entre los egipcios, cabe igualmente decirlo acerca de los persas, entre los cuales hay iniciaciones que sus eruditos interpretan racionalmente, pero que sólo como signos externos reciben los que entre ellos son vulgo y gentes superficiales. Y dígase lo mismo de los sirios e indios y de cuantos pueblos poseen mitos y, a par, escritos que los interpretan.”
  2. Clemente de Alejandría (150-215 d.C) “Los egipcios no revelan sus misterios religiosos promiscuamente a todos, ni comunican el conocimiento de los asuntos divinos al profano, sino únicamente a los que heredarán la corona, a aquellos sacerdotes que sean considerados más cualificados, teniendo en cuenta tanto su nacimiento como su educación”.
  3. Plutarco (46-120 d.C) “Cuando no hay entre los egipcios ningún rey escogido fuera de la orden militar, se extrae al punto de los sacerdotes, y es instruido por ellos en la teología arcana, que trata de las verdades misteriosas bajo oscuras fábulas y alegorías. Por esta razón colocan esfinges delante de sus templos, para indicar que su teología contiene en su interior una sabiduría arcana y enigmática.”

De acuerdo a Cudworth, los egipcios hicieron su teología arcana pública pero la mantuvieron oculta usando alegorías y jeroglíficos. Cudowrth afirma que la teología arcana del antiguo egipcio es la doctrina de una divinidad suprema que es ambos uno y todo.

Cudworth defiende su tesis contra dos objeciones.

Primero es la afirmación del neoplatonista Porfirio (234-305 d.C) que la teología arcana de los egipcios era la adoración del sol y los planetas como seres materiales. Cudowrth refuta esto al llamar a la autoridad del neoplatónico Jámblico (245-325 d.C), pero la idea de la deificación material del sol y de los cuerpos planetarios si llama a la mente al monoteísmo solar de Akenatón, que levanta la intrigante posibilidad que las innovaciones religiosas de Akenatón hayan sido un simple intento de hacer una enseñanza esotérica exotérica.

Segundo es la afirmación de que los egipcios eran verdaderos politeístas, es decir que ellos creían en una pluralidad de dioses increados e independientes. Para disputar esta afirmación, Cudworth utiliza el Corpus Hermeticum para argumentar que “Hermes Trismegisto o los Sacerdotes Egipcios, en su Arcana y Verdadera Teología, realmente reconocieron Un Supremo y Universal Numen”. Como mencionado en mis notas anteriores, Cudworth acepta el argumento puesto por Isaac Causabon (1559-1614) que la Hermetica son productos de la antigüedad tardía. Pero él argumenta que aún contienen verdadera sabiduría egipcia porque ellos fueron escritos “antes que el paganismo egipcio y su sucesión de sacerdotes hayan sido extintos”. (p. 85)

Cudworth también encuentra confirmación de su tesis en un número de fuentes de la antigüedad tardía griegas y romanas:

  1. Plutarco en Isis y Osiris, la mejor fuente de religión egipcia en aquel tiempo, repetidamente afirma que los egipcios llamaron a su dios supremo “el primer dios” y lo describieron como “una oscura y oculta deidad” (p. 85)
  2. Horápolo (S.V a.C.) afirma que los egipcios reconocieron “a panokrator y a kosmokrator, un Ser Omnipotente que era el Gobernador de todo el Mundo”, simbólicamente representado como una serpiente (pp. 85-86). Horápolo también explica que el concepto de Dios como “un espíritu que se difumina en el mundo e impregna íntimamente todas las cosas” (p. 87). Este Dios es diferente del Dios Bíblico que se mantiene alejado de todas las cosas. Sin embargo la deidad egipcia aún se maneja en mantenerse una. Nuevamente, él es “Uno y Todo”, integral y a su vez omnipresente.
  3. Eusebio (260-65/ 339-40 d.C) afirma que este “primer y más divino Ser … es representado Simbólicamente por una Serpiente que tiene cabeza de halcón”. Eusebio menciona que este ser es llamado “Knepf”, que Assmann menciona como una “bastante exacta traducción” del nombre de “la primer forma” del dios egipcio supremo Amon, “el oculto”. (p. 86)
  4. Jámblico afirma que Amon es “el intelecto demiúrgico y testigo de la verdad que con la Verdad pasó a la Generación y produjo la luz, los poderes secretos e invisibles de las razones ocultas”. (p. 86)
  5. Damascio (458-538 d.C) “Los filósofos egipcios que ha habido en nuestra época han declarado la verdad oculta de su teología, al haber descubierto en ciertos escritos egipcios que estaban de acuerdo con ellos, un principio de todas las cosas, adorado bajo el nombre de Oscuridad Desconocida, y que se repetía tres veces: que la oscuridad desconocida es una descripción de esa deidad supresa resulta incomprensible.” Damascio (¿o es Jámblico?) también es citado diciendo que Amón significa “aquello que está oculto” – que Assmann remarca como “perfectamente correcto” (p. 86).

La conclusión de Cudworth es que para los Egipcios, Amón era “no sólo el único nombre de la Deidad Suprema, sino el nombre de una que era Oculta, Invisible e Incorporea”. (p. 86)

Cudworth conecta al dios oculto al la llamada “imagen velada de SAis” hablada por Plutarco y Proclo (412-485 d.C). La ciudad de SAis en el delta del Nilo era el centro de culto de la diosa Neith desde el período predinástico. En la dinastía número 26 (685-525 a.C), cuando los Griegos clásicos se volvieron por primera vez ampliamente familiarizados con Egipto, Sais era la capital. Neith era sólo el nombre de la diosa local, por lo tanto ella era frecuentemente identificada con Isis. La diosa podía, en cambio, ponerse como lo divino en su totalidad, especialmente lo divino en su aspecto oculto y misterioso. De acuerdo a Plutarco, el templo de Neith tenía la inscripción “Yo soy lo que ha existido, existe, y existirá, y ningún moral ha destapado jamás mi péplum o velo”. (p. 86). En la lectura de Cudworth:

  1. Neith es tanto “Uno y Todo”: ella es explícitamente “todo lo que es, fue y será. “Sin embargo ella es más que eso – este exceso, esta trascendencia, esta reserva oculta de potencias es el Uno”.
  2. El Uno-y-Todo tiene tanto aspectos visibles como invisibles, por lo tanto el velo.
  3. El velo – su cobertura exterior – es interpretada como naturaleza, el Todo – significando muchas formas finitas de seres creados, incluyendo nosotros – que se manifiesta a nosotros.
  4. Pero lo divino no es idéntico con la naturaleza (simple panteísmo): “es obvio que la divinidad descrita aquí no puede ser simplemente el mundo visible y corpóreo como sin sentido e inanimado, exponiéndose por completo al exterior y a la vista de los sentidos, y no dejando nada oculto o velado en él”.
  5.  La dimensión velada de lo divino es la fuente misteriosa de la cual la creación emerge y a la cual regresa.
  6. Cudworth sostiene que la relación del Uno oculto al perceptible Todo es análoga a la relación del cuerpo y el alma. Él cita la referencia de Jámblico que toma como equivalente a la de Plutarco. Jámblico afirma que en Sais el dios uno declaró que él “se extiende o difusa a sí mismo a través de todo el Mundo”. (p. 87)
  7. Proclo en su versión de la inscripción Saitica incluye la afirmación de “el Sol era el fruto o crías que yo produje”, una prolija refutación a la idea de que los egipcios consideraban al sol físico como ser supremo (p.87).

La inscripción entonces clarifica la relación del Uno y el Todo: el Todo refiere a lo finito, el mundo manifiesto. El Uno refiere a lo oculto, la fuente infinita de la cual el mundo finito surge. El Uno impregna al Todo como el alma al cuerpo en todas sus partes y sin embargo se mantiene una todo el tiempo.

De acuerdo a ASsman, sólo después de haber usado las fuentes Greco-romanas para sostener la idea de que la teología arcana de los Egipcios es “Hen kai Pan” es cuando Cudworth entonces se dirige al Corpus Hermeticum, ensamblando 23 pasajes.

“… donde se expone con gran claridad esta idea del Uno-y-Todo. Cudworth cita esos pasajes tanto en su original latino o griego como en sus hermosas traducciones. El efecto de esta presentación de manifiestos panteístas acumulados sobre el lector que haya seguido a Cudworth hasta este punto es sencillamente abrumador. “Todos los poderes que están en mí, alaban al Uno y al Todo”.  Resulta una pequeña maravilla que estos radiantes pasajes siguieran iluminando la cuestión durante más de un siglo”. (p. 88).

El entusiasmo de Assmann por estas ideas, como Cudworth, es claramente más que escolaridad. El demuestra verdaderos sentimientos espirituales.

Cudworth también cita la inscripción Romana del altar a Isis “A vos, uno que es todo, O diosa Isis”. (p. 88). Sobre la discusión de Cudworth sobre Serapis, la combinación sincrética entre Osiris y el toro Apis, que fue ampliamente honorada en la antigüedad tardía, Assmann afirma que la liturgia panteísta de Serapis incorpora lenguaje hallado en textos egipcios tan tempranos como del siglo XIII a.C. (p. 89). (Más allá de eso, Serapis no era sólo una creación de los Ptolomeos. Hay evidencia que marca su existencia antes de su reinado).

El capítulo concluye con Assmann, uno de los Egiptólogos líderes de nuestro tiempo, afirmando que la “rehabilitación” de Cudworth de la autenticidad de la Tradición Hermética está soportada por la egiptología moderna: “Los textos jeroglíficos confirman las intuiciones de Cudworth de todas las formas que él pudo haber deseado”. (p. 90)

Un par de notas de cierre:

Primero, Assmann se refiere a las enseñanzas del Hen Kai Pan como “panteísmo” asi como también a su término preferido “cosmoteismo”. “Panteismo” es derivado de pan (todo) y theos (dios) y significa la identificación con toda la naturaleza. Un término más adecuado, por supuesto, sería “henkaipanteismo” debido a que dios es ambos “uno y todo”, pero no hay tal término. Otro término, “panenteísmo” encaja mejor con la teología egipcia, debido a que captura tanto la identidad de lo divino con la naturaleza y su trascendencia. (El Termino paenteismo actualmente se ve como que contiene “hen” pero el “en” en lugar significa “adentro”, por lo tanto “todo en Dios – y Dios en todo”.

Segundo, Assmann cita al Obispo George Berkley en sus comentarios de la Teología Egipcia. Siguiendo a Cudworth, Berkley aceptó que la tradición Hermética contiene enseñanzas egipcias genuinas. También identifica al Todo (pan) con Isis y “natura naturata” y al Uno (hen) con Osiris y “natura naturans”. Esta distinción entre ambos viene de la Ética de Spinoza. Si para Spinoza, Dios y la naturaleza son intercambiables, y la naturaleza tiene dos aspectos, natura naturata (Todo) y natura naturans (Uno), entonces para Spinoza Dios es Uno y Todo. Entonces es fácil ver como el Hen Kai Pan se volvió un lema tanto para Spinoza como para el Hermetismo en el siglo XVIII, que es el sujeto del siguiente capítulo de Assmann.

Nota del traductor: Las números de página de las citas corresponden a la versión en inglés utilizada por Greg Johnson.