Dinero a partir de la nada

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Todo el mundo sabe que necesitas trabajar por tu dinero. Y si alguien tan solo te da dinero, eso sólo puede ser por la expropiación del trabajo de alguien más. El dinero no crece después de todo en los árboles. 

¿Pero es esto realmente verdad? Sólo porque vos trabajes por tu dinero, ¿el hombre que te pagó también trabajó por él? ¿Y qué hay del hombre que le pagó a él? Si seguís el rastro del dinero por suficiente tiempo, vas a encontrar a alguien que no trabajó por su dinero. Él simplemente lo obtuvo por nada. Ni siquiera tuvo que tomarse el trabajo de recogerlo de los árboles. Él solamente lo creó de la nada mediante la contabilidad. Llamamos a este hombre un banquero.

A diferencia de las personas que tienen que producir cosas de valor real antes de que puedan contarlas y poner números en un libro, el banquero crea su producto simplemente por operaciones contables. Toda la panoplia de servicios bancarios –cuentas de cheques, cuentas de ahorro, tostadoras gratis, cheques con patitos o perros labradores de oro impreso en ellos- son, por decirlo de alguna forma, accesorios para disfrazar el hecho de que el núcleo del sistema bancario es la pura creación del dinero a partir de la nada.

Cuando era chico, uno de los bancos de mi ciudad natal daba alcancías con forma de cerdos a los niños.  Hoy, eso parece un golpe maestro de la propaganda, alimentando la impresión que los bancos reales, como las alcancías, sólo pueden dar el dinero que les es introducido. Pero los bancos no están requeridos de mantener los depósitos a mano. Ellos los prestan. Cada dólar en su cuenta de cheques o de ahorros está prestado diez veces. Así es como los banqueros de forma simple crean dinero a través de la contabilidad. Y eso es sólo el principio de como los banqueros crean dinero. Y los banqueros pueden hacerlo incluso si no operan en edificios con columnas griegas en la fachada y ventanillas dentro, incluso si ellos no tienen cuentas de cheques o ahorro y todos los otros accesorios que asociamos con los bancos.

Pero incluso a el dinero que prestas que fue creado a partir de la nada, aún tienes que pagar por él, con interés. Y cuando lo pagas, no puedes solo crear el dinero. Tienes que trabajar por él. Tienes que proveer bienes y servicios reales. Entonces los banqueros, prestando el dinero que crearon a partir de la nada, ganan una hipoteca de la producción futura de bienes y servicios del mundo real.

¿Qué es el dinero de todas formas? El dinero es un medio de intercambio que permite a uno convertir los frutos del trabajo de uno en fichas fácilmente transportables que pueden ser intercambiadas por los frutos del trabajo de otras personas. Lo que uno elige como fichas realmente no importa. El dinero puede ser pedazos de metal brillante, papeles coloridos, información electrónica en las computadoras, o conchas, siempre y cuando sean aceptadas por el carnicero, el panadero, y el creador de velas.

El dinero no necesita tener ningún valor intrínseco. De hecho, ayuda si su valor intrínseco está cerca de la nada, de otra forma la gente lo acumularía en lugar de hacerlo circular, lo que causaría un problema económico conocido como deflación, en el cual el dinero es una comodidad la cual su valor incrementa porque su recurso disminuye. (Cuando el dinero es una comodidad en la cual su recurso aumenta y su valor decrece, es llamada inflación. Es digno de preguntarse: ¿Puede alguien evitar a ambos males si el dinero no tiene valor en sí mismo, por ejemplo, si no es una comodidad que puede ser comprada y vendida al lado de ladrillos y mantequilla?)

Si el mejor dinero no tiene valor intrínseco, entonces el peor tipo de dinero sería los metales preciosos. La mejor forma de dinero sería enteramente intangible, solo datos en una computadora. Incluso el dinero en papel puede ser acumulado, por ejemplo, cuando el precio del papel higiénico incrementa. (Quizás la mejor manera de asegurarse que el dinero no sea acumulado es simplemente imprimiendo una fecha de expiración en él.)

Idealmente el dinero debería ser un humilde sirviente de la economía real, que produce bienes y servicios reales. Pero el dinero creció y se convirtió en un tirano celoso que interfiere con la verdadera economía. El ejemplo más simple es tu crisis económica promedio. En una economía en depresión, la tierra no se vuelve de golpe estéril.  Las ubres de las vacas no se secan. Los hombres de pronto no se vuelven vagos y estúpidos. El sol sigue brillando; las cosechas siguen creciendo; las gallinas siguen poniendo; la gente sigue trabajando. Los bienes se apilan en depósitos y tiendas. Y del lado de la demanda, la gente aún necesita comer. Pero los silos están repletos y la gente está famélica porque, por alguna misteriosa razón, de pronto “no hay suficiente dinero”.

La gente no tiene dinero para gastar, o tienen miedo de partir con el dinero que si tienen, porque el clima es incierto. Después de todo, del otro lado del mundo, una estafa ha sido descubierta; un banco ha colapsado; una burbuja especulativa ha explotado. Entonces, naturalmente, de regreso en Hooterville, las tiendas están llenas de leche agria y vegetales descompuestos y los niños están yendo a dormir hambrientos.

Si un hombre sano naufragara en una isla fértil, el no pasaría hambre por falta de dinero. Pero en esta vasta y fértil isla que llamamos Tierra, la gente se muere de hambre en el medio de mucha comida porque hemos aceptado el dominio de una economía monetaria que interrumpe a la economía real. Esa no es forma de manejar un planeta.

La solución obvia es simplemente incrementar el suministro de dinero. Uno debe tomar la demanda del consumo efectiva así el mercado se limpia y la vida sigue. Y la forma más simple de hacerlo para el gobierno es imprimir dinero y dárselo a la gente. ¿Se acuerdan los “cheques de estímulo” de George W. Bush en el 2008? Ese fue dinero por nada, entregado a la gente para estimular la actividad económica. El efecto, por supuesto, despreciable. Pero era moralmente y económicamente más aceptable que los masivos “rescates” y el plan de estímulo de Obama que lo siguió.

Mientras los cheques de Bush fueron directamente a millones de consumidores, que inyectaron el dinero directamente en la economía cuando compraron bienes y servicios, los gastos de los rescates y estímulos fueron a un grupo pequeño de personas acomodadas políticamente. Resulta que, además, muy poco de ese dinero fue para estimular a la economía de EEUU. En realidad, mucho fue invertido afuera. Otros recipientes de los rescates retuvieron su dinero, con la esperanza de que ellos pudieran comprar verdaderos recursos por poco dinero si la economía seguía avanzando hacia la depresión. Aún más, cualquier dinero que entró en la economía de EEUU vino con hilos atados: la necesidad de repagar el principal y el interés. Al menos con los cheques de Bush, el dinero iba directamente a la economía sin hilos atados en compras directas de bienes y servicios.

Pero, como hemos visto, el dinero a partir de la nada no es simplemente una parte ocasional de una medida de estímulo de emergencia. Es el negocio normal de los bancos.

Pero si el dinero es creado a partir de la nada todo el tiempo, nos tenemos que preguntar: ¿Esto se le debe dejar a los bancos, o hay una forma mejor de hacerlo?

¿Por qué no simplemente dejar que el gobierno cree el dinero y lo envíe a cada individuo en un cheque mensual, para que lo gaste como le parezca adecuado? Este dinero estimularía la economía de forma directa, a través de la compra de bienes y servicios, mientras que el dinero creado por los bancos en la forma de préstamos debe ser pagado, con interés, creando una clase parasitaria de gente que obtiene una parte de la producción real mediante el préstamo con interés una mercancía que ellos obtienen por nada.

Una vez más, todos los sectores de producción de bienes y servicios reales tienen costos contables y de inventario pero la producción real tiene que venir primero. Tienes que hacer los juguetes antes de que puedas contarlos. Con los bancos, el dinero es creado por simples operaciones contables, por ejemplo, la concesión de préstamos. Los banqueros “producen” meramente haciendo malabares con los números.

Pero si el dinero por nada es simplemente una característica de la economía moderna, ¿por qué no cortar los parásitos intermediarios del “sector privado” y simplemente disponemos del gobierno a crear dinero y distribuirlo directamente a los consumidores?

¿Por qué es preferible el gobierno al sector privado como creador del dinero? Porque, a diferencia de los negocios privados, el gobierno le responde al público. Su propósito es asegurar el bien común. Aún más, cuando el sector financiero privado está en crisis, los banqueros miran al gobierno para que los rescate –a expensas de los que pagan impuestos. Es tiempo que el gobierno rescate a la gente- a expensas de los bancos. Repudiemos todas nuestras deudas y empecemos de nuevo con un nuevo sistema financiero.

“¡Pero simplemente crear dinero y enviarlo sería inflacionario!” algunos podrán decir. Verdad. Pero no sería más inflacionario que permitir a los bancos crear dinero.

Aún más, hay un problema más profundo aquí: ¿Es la inflación o deflación simplemente un producto de la comodificación del dinero? La comodificación del dinero significa que el dinero no es simplemente una herramienta de cambio, pero una comodidad que es intercambiada, una comodidad con un costo en sí mismo (interés). ¿Sería posible el decomodificar el dinero, por ejemplo, al eliminar el interés y un mercado secundario en el dinero, de forma particular o conjunta? ¿Acaso la creación de dinero que expira después de un tiempo corta con la comodificación del dinero?

 

“¡Pero el dinero por nada sería socialismo!” algunos dirán. Sí, estoy proponiendo la socialización de la creación y distribución del dinero. Pero lo que hace la gente con el dinero en ese punto es a su propio criterio. El sistema que propongo es completamente consistente con la propiedad privada y las empresas privadas. De hecho, le daría más fuerza y seguridad a ellos, porque eliminaría a la clase parasitaria de gente que sigilosamente daña a la verdadera economía, y ocasionalmente la lleva a crisis, por crear y prestar dinero que es gratis para ellos y debería ser gratis para todos.

 

“¿Pero cómo los negocios se capitalizan a sí mismos sin los préstamos bancarios?” Esa es una buena pregunta. Quizás la mejor respuesta es decir que igual a como los consumidores individuales podrían obtener dinero a partir de la nada del estado, los productores encomiables podrían hacerlo también. Pero nada de mi propuesta podría prevenir a los bancos y uniones de crédito de formarse para capitalizar negocios. Pero a ellos no se les estaría permitido crear dinero a partir de la nada. Ellos tendrían que atraer fondos pagando interés, y luego prestarlo de sus depósitos –y sólo de sus depósitos- a interés a empresarios con valor crediticio. Para hacer esto, los bancos deberían de ofrecer  serio interés para los ahorros y cobrar serio interés en los préstamos, pero se podría hacer. Sería definitivamente dinero apretado, aunque, podría ser algo bueno a la larga, ya que desalentaría a las inversiones especulativas. Por supuesto si el dinero sería inutilizable a la larga por su vencimiento, no tendría sentido ahorrarlo. Pero nada de esto debería ser necesario si es viable la opción del estado que financia libre de interés. Es ciertamente una pregunta que vale explorar.

 

Nada, por otra parte, prevendría a los empresarios de capitalizarse a sí mismos vendiendo partes y pagando dividendos.

 

“¿Pero no debería la gente trabajar por su dinero?” Sí y no. El dinero necesita entrar en circulación. Y la asistencia social moderna del estado le da a la gente dinero para nada todo el tiempo en forma de seguro de desempleo, pensiones jubilatorias, pagos de bienestar, ayuda alimenticia, seguro médico, etc. ¿Por qué no juntar todos estos beneficios en un singular pago mensual? Estos pagos serían suficientes para asegurar la seguridad básica social que todos tenemos de todas formas. Además también sería más justo que el sistema presente, en el cual se expropia de los frutos del trabajo de unas personas para redistribuírselos a otras. Sería, en efecto, una asistencia social sin redistribución.

 

Pero los pagos básicos que yo imagino no permitirían a la gente vivir en opulencia. Entonces la mayoría de la gente elegiría trabajar. Algunos incluso elegirían invertir sus cheques mensuales. Algunos otros preferirían diferirlos así pueden disfrutar mejor sus pensiones jubilatorias. Pero el entero carácter del trabajo sería cambiado, porque la gente trabajaría no porque tiene que. Sino que trabajaría porque quiere. El sueño socialista de la “decomodificación” del trabajo sería realizado.

Seguro, alguna gente podría elegir pasar su vida consumiendo drogas y tocando la guitarra. Pero uno de ellos puede ser el próximo Goethe o Wagner. Y seguramente haríamos mejor en extender la adolescencia de un millón de bohemios que soportar miles de ladrones como los Wolfowitzes, Madoffs, y Shylocks junto a todos sus sedientos de guerra y pornógrafos primos.

“¡Pero este sistema crearía deuda pública!” algunos pueden decir. Pero yo estoy hablando de la creación del dinero, no del préstamo. ¿Por qué el gobierno debería permitir a los bancos crear dinero y luego prestarlo, a interés, al gobierno, cuando el gobierno puede crear el dinero el mismo? La misma existencia de deuda pública va al tiempo en el cual el dinero tenía valor intrínseco (como el oro) que los bancos podían poseer y que el estado no podía inventar. Un gobierno que puede simplemente crear dinero no tiene necesidad de deuda pública.

“¡Pero este sistema crearía ociosidad!” esa es otra objeción. Sí, pero no hay nada de malo con el ocio. De hecho, como yo lo veo, el punto mismo del progreso social y tecnológico es crear un mundo en el cual las maquinas nos sacan todo el trabajo. El propósito de una política social sería crear las condiciones de una siempre creciente productividad a través del progreso científico y tecnológico.

Pero sería ecológicamente irresponsable, de hecho catastrófico, si la gente tomaría ganancias de la creciente productividad en la forma de más bienes de consumo o floreciente crecimiento demográfico. Entonces el final de la política social sería de mantener al mínimo el consumo apenas estable y cobrar las ganancias de productividad en términos de semanas cortas de trabajo. Mientras la productividad incrementa, sería posible de mantener un modo de vida medio confortable con 20 horas de trabajo por semana, luego 10, luego 5 y luego 1.

 

Cuando el trabajo semanal se acerque a las cero horas, estaríamos viviendo en una economía de “Star Trek” en la cual la escases de bienes físicos es abolida a través de la invención de fuentes de energías baratas, limpias e ilimitadas y el “replicator” que puede transformar energía en cualquier bien deseado, simplemente haciéndolo aparecer en la existencia. En un mundo así, la única escasez sería la capacidad de carga ecológica, que tendría que ser vigilada celosamente por la población  -o mandarlos para colonizar las estrellas, terraformar planetas muertos, crear imperios galácticos, etc

¿Pero qué haría la gente con su tiempo libre? Tal sociedad sería la culminación (y, yo sostengo, siguiendo a Hegel, el propósito interno oculto) de todo esfuerzo humano, desde el momento en el que el hombre se diferencia a sí mismo del animal y entró en la historia. Sería obviamente una farsa si la humanidad luchó por milenios tan sólo para darle vida a un mundo de indolentes, idiotas sin poder. Imagínense a Homero Simpson creando donas y Duff a partir de la nada mientras mira holoporno hasta que se vuelve una gelatina sin huesos flotando en una silla voladora como se mostró en Wall-E.  Esta Utopía sería un desperdicio de gente. Entonces, junto al progreso científico, tecnológico y social, necesitamos también perseguir progreso cultural, espiritual, y progreso genético para crear una raza digna de utopía.

Un trabajo es sólo algo que haces para hacer dinero para que puedas hacer las cosas que realmente disfrutas. Un trabajo sólo es un medio para hacer las cosas que son medios en sí mismos. Una vez que las máquinas nos pongan fuera del trabajo y los vagos y comedores de lotos se queden fuera de la pileta genética, la gente puede ocuparse en hacer las cosas que encuentran intrínsecamente satisfactorias: criar niños, escribir libros, tocar y componer música, escribir software, inventar máquinas, jugar deportes, tender jardines, perfeccionar recetas, avanzar la ciencia, pelear por la justicia, explorar el cosmos, etc.

Sería un reino de la libertad en la cual el potencial humano de crear belleza, de hacer bien y experimentar alegría estaría sin obstáculos de necesidad económica.

Esto es de lo que las cosas de ciencia ficción y otras utopías, marcan en la imaginación estadounidense. Pero el paradigma político dominante en estados unidos y en el resto del mundo blanco es profundamente regresivo y disgénico. Mientras los blancos sueñan de la Era Espacial, nuestro sistema se acerca a la Era de Piedra, adorando negros como héroes y dioses (Morgan Freeman actuó como Dios) y poniendo productos de mezcla disgenica en la oficina más alta de la tierra.

Si hemos de resumir el camino a las estrellas, deberíamos empezar por atender los cuatros principales males: la disgenesia,  la economía global,  la diversidad racial (incluyendo la inmigración no blanca), y capitalismo financiero.

¿Cómo llamamos a este paradigma económico alternativo? En el fondo, yo lo llamaría Nacional Socialismo. Pero el pequeño florilegio de las herejías que he compuesto arriba es en base principalmente a las ideas del Crédito Social de Clifford Hugh Douglas (1859-1952) y Alfred Richard Orage (1873-1934), parcialmente por Alan Watts, quien fue el que primero me introdujo a estas ideas, y Ezra Pound, que es el exponente más famoso del Crédito Social.

Es mi convicción que la Nueva Derecha de Norte América, sea provista de una alternativa genuina al existente sistema, debe romper con todas las formas de “libre mercado” económico ortodoxo y trabajar para recuperar y desarrollar la matriz rica de las teorías económicas de la Tercera Vía, incluyendo Crédito Social, Distribucionismo, Asociación de Gremios, Corporativismo, y Populismo. Este ensayo y otros, incluyendo los que han de venir, son mis intentos ingenuos de empezar una conversación con la esperanza de que pueda atraer a otros escritores que están más calificados de construir una crítica al capitalismo ortodoxo.

Crear un mundo ideal nos costaría, y a nuestros enemigos, un gran problema en términos reales. Pero el primer paso hacia la libertad,  tan solo el acto de imaginarlo, es totalmente gratuito.